Marzo 5, 2022

Invasión a Ucrania y el futuro de Putin: Crimen, castigo e incertidumbre. Por Paz Zárate

Ex-Ante

Churchill dijo que era imposible predecir la conducta de Rusia: y que la única forma de intentar dilucidarla es conocer cuál es su interés nacional en cada circunstancia. El interés de largo plazo de Putin es revivir el imperio zarista; el de mediano plazo, reemplazar el gobierno ucraniano de tendencia occidental por uno proruso; el de corto plazo, tomar Ucrania por la fuerza con rapidez. Cuando todo termine, el orden mundial ya no será igual.

La guerra en Ucrania lleva poco más de una semana, pero la intensidad de los acontecimientos hace que nos parece que fuera mucho más. Los hechos se suceden a pasos agigantados cada día, y a veces, parece que a cada hora, porque todos los organismos y fotos internacionales se han activado simultáneamente.

En el actual estado de cosas, Ucrania, país sin armas nucleares y cuyo ejército palidece frente al poderío de su vecino, se defiende de la invasión rusa con lo que tiene: pertrechos ofrecidos por países de la Unión Europea para sus soldados y también para simples ciudadanos; un efectivo grupo de insomnes diplomáticos y abogados; y redes sociales donde luce el soft power ganado por el liderazgo de su Presidente, devenido estrella de la política mundial. El trabajo de Ucrania sin duda ha logrado ralentizar la conquista rusa; pero no la detendrá.

El drama de los refugiados, así como la destrucción en distintas partes del país, se han acrecentado. Occidente acusa la utilización de bombas de racimo y así como bombas termobáricas, capaces de vaporizar cuerpos humanos y ya utilizadas por Rusia en Siria. Mostrando de lo que es capaz, Putin incluso ha jugado con la posibilidad de un “accidente nuclear” en centrales ucranianas donde el daño sería varias veces más grande que en Chernobyl.

Para la segunda semana de la guerra cabe esperar que el horror solo aumente.

Churchill dijo que era imposible predecir la conducta de Rusia: y que la única forma de intentar dilucidarla es conocer cuál es el interés nacional ruso en cada circunstancia. En el presente conflicto, el interés de largo plazo de Putin es revivir el imperio zarista; el de mediano plazo, reemplazar el gobierno ucraniano de tendencia occidental por uno prorruso; el de corto plazo, tomar Ucrania por la fuerza con rapidez, y detener la espectacular destrucción de la reputación de su país y propia. Ya le dio una semana a la población para huir si quería hacerlo.

Por más que Occidente siga alentando a Ucrania, la caída de Kiev será sangrienta y se intentará doblegar a la población con algún golpe profundo a su espíritu, lo que probablemente será seguido por manifestaciones de magnanimidad del nuevo Emperador. La resistencia continuará en forma de guerrilla. Las negociaciones entre una parte victoriosa que ya ha aplastado a otra serán abandonadas. En cuanto a las sanciones, tanto de Estados como de actores privados a nivel internacional, si bien han comenzado a afectar a Rusia, necesitan más tiempo para alcanzar plenos efectos. La Unión Europea y los demás actores del concierto internacional tendrán, de facto (aunque no de iure), que aceptar la anexión de Ucrania a Rusia.

Pero en este guión, gruesamente extrapolado de lo sucedido en 2014 en Crimea, aunque más sangriento y con más atención mundial hay un factor nuevo:  Rusia misma, donde las cosas no serán como antes.

Será Rusia, vuelta paria para el resto del mundo, quien actúe contra Putin, y quien ponga límite a sus ambiciones. Será Rusia de donde la gente escapará por cantidades, por temor no sólo a la destrucción de la riqueza sino por la expansión de las violaciones a los derechos humanos. Será Rusia donde cundirán las protestas multitudinarias, porque no habrán suficientes campos de concentración para tantos manifestantes. Será Rusia quien – mucho más temprano que tarde – le pondrá fin a la era Putin, castigará a los jerarcas por los crímenes cometidos en esta guerra, y devolverá a Ucrania su soberanía. Pero cuando eso pase, no volveremos adonde estábamos a fines de febrero 2022.

Porque también será Rusia, humillada, la que probablemente pida ayuda económica a la verdadera superpotencia de nuestros días, China. Y con eso, el orden mundial ya no será igual.

 

 

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