La magra votación de Chile Vamos en la elección de constituyentes no solo dejó al oficialismo sin poder de veto. La coalición quedó a dos escaños de la cuarta parte de la asamblea (39 votos), umbral clave para presentar reclamaciones ante la Suprema por eventuales infracciones procedimentales que se produzcan en el debate. Hoy apuestan a entendimientos básicos con ciertos representantes indígenas o independientes para contar con el piso de 39 constituyentes y, así, defenderse ante posibles intentos para cambiar las reglas de la Convención, como la aprobación de disposiciones sin el quórum de dos tercios.
Nuevo escenario. Hasta antes de las elecciones, los cálculos del oficialismo y el Gobierno apuntaban a que contarían con el piso de 52 de los 155 escaños de la Convención Constituyente, lo que equivale a un tercio de sus representantes. Ello suponía que cualquier norma de la nueva Carta Fundamental necesariamente debería contar de la venia de Chile Vamos como bloque -que tendría poder de veto- o bien de algunos de sus convencionales.
Qué son las reclamaciones. La reforma constitucional que se acordó el 15 de noviembre de 2019 sobre el proceso constituyente establece un mecanismo de reclamaciones por eventuales vicios de procedimiento que puedan darse en la discusión de la nueva Carta Fundamental.
Los votos clave. Para ello, los 37 convencionales del oficialismo deberían sumar al menos dos respaldos más.
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Estar incómodos, implica reconocer que, aunque hemos avanzado, aún queda mucho por hacer. Es sacarnos la venda de los ojos y entender que el “verdadero progreso” no se mide solo en cifras, sino en la capacidad de construir una sociedad más justa, donde todos tengan la posibilidad de vivir con dignidad.