Una parte de la oposición quisiera cobrarle al frente amplio y al PC la cuenta por las 14 acusaciones constitucionales que levantaron durante el gobierno de Sebastián Piñera, incluyendo dos de ellas al jefe del estado.
La oposición salvaje que parte del actual gobierno realizó, incluyendo al manejo de la pandemia, se ha vuelto en contra de sus propios autores. La acusación constitucional contra el ministro Giorgio Jackson sabe más a venganza que otra cosa. Los errores del gobierno ofrecen oportunidades inmejorables para activar la sed de revancha.
La pregunta, sin embargo, es hacia donde nos lleva esta dinámica brutal. Si se sumara a los problemas económicos que están enfrentando las familias chilenas, además de la crisis de seguridad, la incertidumbre sobre el sistema de salud y previsional y la debacle de la educación pública, digo, si se sumara a todo lo anterior una fiesta de acusaciones constitucionales sin otro mérito que la odiosidad y el desquite, nuestra democracia ya no estará bajo asedio, como comúnmente se ha vuelto de moda afirmar, sino que francamente irá camino al colapso.
Contrasta con esta realidad la capacidad de acuerdo político que mostraron los partidos y movimientos con representación parlamentaria para ordenar la continuidad del proceso constitucional y el contundente respaldo del senado y la cámara de diputadas y diputados. Un momento de luces que debiera profundizarse para abordar las angustias que aquejan a la ciudadanía: nada justifica que no se busque activamente y con el mismo espíritu un acuerdo en seguridad pública y contra el crimen organizado; un acuerdo en pensiones, que ya lleva tres gobiernos frustrando expectativas; un acuerdo en salud para enfrentar la crisis del sistema privado y avanzar en la reforma.
Es cierto que Apruebo Dignidad se está cocinando en su propia salsa, en el pasado muy reciente no dudó en validar la violencia y poner en jaque el sistema democrático y la gobernabilidad del país en medio de una pandemia inédita. También asistió al fracaso de su proyecto político en el plebiscito de septiembre pasado. Ciertamente, están pagando un alto costo de credibilidad por tener que desdecirse de todo cuanto afirmaron siendo oposición. Pero, salir de la guerrilla de trincheras es una obligación patriótica de las fuerzas políticas democráticas.
El entusiasmo opositor ante la debilidad del gobierno es una bola de nieve llena de peligros y trampas para la democracia. Chile Vamos ha mostrado hasta aquí responsabilidad y seriedad en dar cumplimiento a sus compromisos, pero está tironeado desde su derecha donde imperan extremistas sin compromiso alguno con las instituciones republicanas y la estabilidad democrática.
La invocación de la buena fe en el caso no tiene cabida. Fuera de que “nadie puede alegar la ignorancia de la ley” (art. 8 CC), la buena fe no ampara el error inexcusable; y en el caso concreto, la excusa sería que la Senadora y la Ministra desconocen las prohibiciones que les impone la […]
El uso del término “solidaridad” en el debate previsional ha generado confusión. Al parecer esta palabra enmascara un impuesto obligatorio que afecta a trabajadores de todos los ingresos. Usemos un lenguaje más claro y honesto para evitar malentendidos en una política pública clave.
Esperemos que quienes nos gobiernen desde marzo 2026 al 2030 no reemplacen una consigna por otra, sino por políticas públicas bien pensadas, con medidas consistentes al objetivo de recuperar la educación chilena en su capacidad de integración social y de formación para la vida.
Sin un crecimiento sostenible que se acerque más al 5%, seguiremos en un ritmo cansino, empeorando en todos los indicadores y año a año seguiremos con las mismas discusiones. Hagamos que las cosas cambien.
Que el Instituto Nacional haya pasado en 20 años de ser el noveno mejor colegio del país, según el ranking PSU/PAES, a ocupar hoy el lugar 303, no es casualidad. Es el resultado de un diseño ideológico, elaborado con premeditación y alevosía.