-En tu libro describes la ocupación de Lima por Chile (1881-1883), como caótica y desordenada. ¿Cuáles fueron tus fuentes principales?
-Es una novela histórica, no una historia novelada, por lo tanto, todas los elementos del relato son reales, producto de todo una investigación en archivos. Es cierto que los primeros meses de la ocupación, de enero a mayo, fueron muy desordenados, porque los que estaban a cargo eran muy buenos oficiales militares, pero no tenían capacidades administrativas. Y la verdad es que, no solamente Lima, sino que el Perú completo estaba administrativamente paralizado y había que echarlo a andar.
-¿Cómo fue la recepción de los limeños?
-Como cualquier ciudadano de un país ocupado, no tenían una buena reacción hacia los invasores. Pero, aunque no se reconociera al principio, los peruanos se fueron dando cuenta que la administración de Patricio Lynch tenía un lado positivo. Gracias a la información que Lynch recibió de su red de espionaje, fue poniendo en marcha poco a poco el Perú. Lo primero que se puso en marcha fueron los hospitales, después se puso el énfasis en las aduanas, en las comunicaciones, en los ferrocarriles, telégrafos.
Sin embargo, los peruanos se negaron sistemáticamente a poner en marcha el sistema judicial. Lynch recurrió a llevar jueces y abogados chilenos para que echaran andar nuevamente los tribunales ordinarios del Perú.
-Se suele criticar la ocupación chilena que duró casi tres años. ¿Quedó una huella?
-Mira, hay cosas que quedaron. Por ejemplo, durante casi ocho meses desde la ocupación, todos los peruanos usaron los canales de campaña del ejército chileno para los correos. Y eso era insostenible para Chile por los costos. Lynch llevó al director de correos de Chile para que pusiera en marcha un nuevo sistema acorde con las normas de la Unión Postal Universal. Ese sistema de correo funcionó hasta aproximadamente 1930.
-A Patricio Lynch lo describes como un tipo muy sofisticado, cosmopolita, muy hábil, que habla varios idiomas. ¿Era un tipo adelanrado?
-Patricio Lynch en realidad no fue bien considerado en la Marina al comienzo. No se le dio mando de un buque de guerra, sino que se le ordenó dirigir la flotilla de transporte, que era fundamental para el aprovisionamiento del norte, y lo hizo muy bien. Después se le solicitó que fuera gobernador de Iquique, y en el fondo ahí practicó cómo poner en marcha una ciudad ocupada. Y luego de eso, Lynch entra en una dualidad entre marino y militar, porque dirigió unas expediciones punitivas a la retaguardia peruana en el año 1880, que tuvieron gran éxito.
Fue nombrado coronel del Ejército por el General Manuel Baquedano, manteniendo su grado de capitán de navío. Y después de eso, él es nombrado comandante de una división del Ejército. Con esa división, él se luce con su capacidad estratégica en las grandes batallas de Chorrillos y Miraflores.
-¿Por qué vuelve al Perú?
-Una vez que él vuelve a Chile después de ocupar Lima, el presidente Aníbal Pinto le pide encarecidamente que regrese al Perú para hacerse cargo como jefe político y militar. Él había sido, por cinco años, oficial en la Marina Británica. Tenía mucho nexo con los británicos, con los franceses. Y eso le había dado muchas capacidades también diplomáticas. Como oficial de la Marina Británica, combatió la guerra del Opio durante dos años. Así que ahí aprendió a hablar chino mandarín. Hablaba inglés, porque era hijo de británicos, francés, español y italiano.
-¿Es cierto que en Lima le decían el virrey y que podía caminar por las calles sin compañía?
-Sí, eso es efectivo. Eso está en la prensa peruana que yo investigué. Había una gran diferencia del trato de los limeños hacia los oficiales chilenos corrientes, a quienes despreciaban y siempre trataban de hacerles desaires. De repente un coronel chileno con sus ayudantes iba caminando por la vereda y venían caminando en sentido contrario dos o tres peruanos y no le daban el paso y el coronel tenía que bajarse a la calle.
Lynch andaba solo a toda hora por las calles de Lima y la gente lo saludaba con mucho respeto. Incluso cuando él iba al teatro en Lima la función se detenía si es que había comenzado y la gente se ponía de pie, esperaba que él se sentara para continuar la obra. Ahí fue naciendo este apodo del Virrey porque se le trataba como Virrey.
-¿Lima era una ciudad más sofisticada, más moderna que Santiago en ese tiempo?
-Claro. Tenía una población bastante superior, de 100.000 habitantes, tenía un gran centro de comercio y de producción de azúcar, de minerales, etc. Era cosmopolita. Por el hecho de haber sido un Virreinato tenía otra infraestructura, otra alcurnia. Por eso se le llamaba la ciudad de los Virreyes.
-Un personaje muy interesante es el de José Antonio Silva, mezcla de héroe y espía. ¿Es realista la forma en que lo describes?
-Absolutamente. Era sobrino del presidente Manuel Montt. Trabajó 25 años en el Perú. Antes de la guerra, él se ofrece para entregar informaciones a las fuerzas chilenas a través del Ministerio de Relaciones Exteriores y cumple muy bien esa función desde la ocupación de Antofagasta hasta la toma de Lima. Regresa a Chile buscando tros aires. Y ahí es cuando Lynch, conocedor de su experiencia en la primera etapa de la guerra, lo convoca a esta misión a la cual él se negó, pero terminó aceptando. Pero es un personaje absolutamente real y todo lo que se señala en el libro, las acciones que revisó, son efectivamente comprobables.
-Has escrito mucho sobre la guerra del Pacífico donde Manuel Baquedano tuvo un papel muy destacado como comandante. ¿Qué piensas de la posibilidad de que la estatua suya vuelva a la Plaza Italia o se vaya?
-En la Plaza Italia la estatua está expuesta a cualquier vandalismo. Pero también tenemos que considerar que el monumento se erigió por colecta popular de más de 150.000 chilenos y una ley determinó que iba a estar ubicado en ese punto.
Por lo tanto, yo creo que no es tan simple como sacar el monumento y mandarlo a cualquier parte. Habría que hacer un cuerpo legal. Pero yo creo que sería un gran error mover la estatua, porque ese encono contra la imagen de Baquedano no tiene ningún fundamento.
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— Ex-Ante (@exantecl) February 25, 2025
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