-¿Qué le atrae de la guerra? ¿Qué ha aprendido estudiando y escribiendo sobre ella?
-En realidad, lo que me atrae es la historia, más que la guerra. La guerra no puede ser atractiva porque está fuertemente atada con el dolor. Lo que más he aprendido estudiando el fenómeno de la guerra, es que hay que hacer todo lo posible por evitarla, por el sufrimiento que causa en los pueblos. Cuando se produce un conflicto bélico es porque fallaron los componentes políticos y diplomáticos.
-Ha dicho que a los 11 años recibió un regalo de su abuelo: los diarios de campaña escritos a mano por el veterano José Miguel Varela durante los conflictos bélicos en los que participó. ¿Qué impresión le causaron cuando los leyó?
-La primera vez que los leí, cuatro décadas más tarde de recibirlos, sentí una fuerte impresión al comprobar que esas añosas hojas contenían vivencias personales, que trascendían al protagonista, entregando una visión de época de una importante parte de nuestra historia. Me molesté un poco conmigo por no haberme dado la oportunidad de leerlos mucho antes, pero a medida que me adentraba en los legajos, sin orden cronológico alguno, más me entusiasmaba con ellos y, de inmediato, pensé que podría ser de interés para muchos.
-¿Cuáles fueron sus primeras lecturas y cómo se forjó su deseo de ser escritor? ¿Sus padres lo apoyaron o preferían que se dedicara a otro oficio más convencional?
-Mis primeras lecturas, por lo que recuerdo, fueron cerca de los 6 años y, entre ellas, me quedaron muy grabadas aquellas de Mark Twain. Antes de los 11 años, había leído los cinco tomos de Adiós al Séptimo de Línea, Recuerdos del Pasado, de Vicente Pérez Rosales, varias obras de Baldomero Lillo y de Daniel Barros Grez. Mis padres siempre me apoyaron en mi afición literaria, pero con mayor fuerza mi abuelo Guillermo, que era quien me incentivaba a leer. Respecto a dedicarme a escribir, eso nunca fue tema en mi niñez ni juventud, porque siempre creí que debía estudiar una carrera universitaria tradicional.
– Veterano de tres guerras fue presentada a varias editoriales que no quisieron publicarla. ¿Cómo recibió estas negativas? ¿Pensó en dejar la escritura?
-Al llevar ya dos o tres negativas, llegué por un momento a pensar que mi libro no era atractivo, pero eso no fue obstáculo para pensar en seguir escribiendo. Un veterano de tres guerras, aún permanecía en borrador sin editorial que se interesase en publicarlo y ya estaba trabajando en mi segundo libro.
-Finalmente, fue publicada por la Academia de Historia Militar. ¿Cómo fue la recepción del libro hasta convertirse en un best-seller?
-Se sacó una tirada de dos mil ejemplares y se planificó que debía ser vendida en dos años como máximo, para poder recuperar la inversión. Tímidamente el libro comenzó a ser puesto en librerías y la gran sorpresa fue cuando la primera edición se agotó a las tres semanas. Se difundió, en una primera etapa, “boca a boca” y cuando íbamos en la tercera o cuarta reimpresión, los medios comenzaron a interesarse en este libro y así fue como se posicionó por más de dos años consecutivos en el ranking de los de mayor venta.
-¿Se siente parte del mundo literario, tiene amigos escritores o prefiere mantenerse al margen de ese ambiente?
-Me gusta el ambiente literario y tengo contacto con muchos escritores. Entre los más amigos puedo mencionar a Waldo Parra y a Pedro Cayuqueo. Respecto a Pedro, creo que es importante destacar su generosidad para compartir sus conocimientos y debo reconocer que fue él quien me impulsó a escribir mi primera novela histórica: Frontera Sur.
-Frontera Sur está ambientada a mediados del siglo XIX, cuando Chile y la nación mapuche mantenían una relación de Estados. ¿Qué lecciones pueden sacarse de esa experiencia para buscar una salida al conflicto en La Araucanía?
-Estimo que la principal lección que puede sacarse es que sí hubo un periodo de nuestra historia republicana en que existieron buenas relaciones entre chilenos y mapuche. Había un tratado (Tapihue 1825), que fijaba el comportamiento de las relaciones entre ambos territorios y, mientras se respetó, hubo paz y buenas relaciones.
-El origen de la Guerra del Pacífico, que aparece en sus libros, es un tema polémico. ¿Cuál es su posición?
-El conflicto fue provocado por Bolivia al no respetar dos tratados internacionales. Chile esperó más de trece meses respuestas a sus notas de protesta por la violación a los tratados, sin que La Paz se dignara siquiera acusar recibo de ellas. Tampoco dio respuesta al ultimátum que despachó La Moneda antes de proceder a la recuperación de Antofagasta. Fue una guerra no buscada por Chile, que pasaba por su peor momento económico y militar… Fue provocada por Bolivia.
– ¿Por qué habla de “recuperación” y no de ocupación de Antofagasta?
-Toda la zona al sur del río Loa fue chilena desde los tiempos coloniales. Bolívar la cedió en forma inconsulta al naciente país por él creado “República de Bolívar”, después llamada Bolivia. Chile llegó a un acuerdo, mediante los tratados de 1866 y 1872, para coadministrar dicha zona, pero Bolivia no respetó esos tratados y Chile procedió a la “recuperación” de Antofagasta. Nunca se habla en la documentación oficial de la época de invasión, sino que indistintamente de ocupación o recuperación del litoral.
-Hemingway decía: “Cuando empiezas a escribir, todo el mundo te desea suerte, pero cuando te va bien, te querrán matar”. ¿Ha sentido que lo envidian por tener éxito?
-En cierto sentido, sí. Pero no le doy importancia a ello, prefiero disfrutar del afecto de miles de lectores y no quedarme pegado en algunos detractores.
-¿Está escribiendo un nuevo libro? ¿Puede adelantarnos de qué materia trata?
-Estoy trabajando en dos libros. El primero, que debiera salir a librerías en marzo y trata la larga serie de conflictos limítrofes que hemos tenido con Argentina. El segundo, es la continuación de mi novela histórica Frontera Sur.
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