En esta entrevista, el escritor analiza de forma negativa a la narrativa y la crítica actuales; dice que se sentía más libre en los 80 y habla de la dificultad de escribir una segunda novela después de una primera tan exitosa.
-Se cumplen 30 años de “La ciudad anterior”, una novela que se transformó en un fenómeno editorial y la punta de lanza de la nueva narrativa. ¿Cómo surgió ese libro y de qué manera te afectó ese éxito fulminante? ¿Te descolocó la fama?
-Como dice Matta, el éxito es el sida del artista. Por supuesto que me pegó fuerte, era joven, pero supe que debía mantener la cabeza fría, lo que venía por delante era peor, la segunda obra. Debía demostrar que no había sido un golpe de suerte, no podía defraudar. Más que disfrutar el éxito sufrí la presión de que la próxima no fuera un fracaso. Pero salió “El nadador”.
-“La ciudad anterior” es una novela dotada de un protagonista, un vendedor de armas, quien llega a un pueblo con personajes singulares. El ambiente es difuso, mientras se desarrolla un caso policial. ¿Por qué crees que enganchó tanto con el público? Chile venía saliendo de la dictadura. ¿Tenía un lado político, como vieron algunos?
-Por supuesto que tiene un lado político, pero no olvidemos que las obras tienen, o no tienen, valor artístico intrínseco, yo vería más por ese lado una posible explicación. Lo importante es que pueda ser leída, con placer, pasados treinta años.
-“La Ciudad Anterior” coincidió con “Mala Onda”, de Fuguet, y “Nosotras que nos queremos tanto”, de Marcela Serrano, novelas muy distintas pero que engrosaron las listas de más vendidos y dieron forma a un boom editorial. Al año siguiente Jaime Collyer publicó Gente al acecho. ¿Por qué crees que la Nueva Narrativa tuvo un inicio fulgurante y un final abrupto?
-No quiero hacerme cargo de aquello que se llamó, no sé por quién, Nueva Narrativa. Por cierto hubo un momento editorial interesante luego del largo periodo de anemia cultural, pero eso es el inicio, después viene la vida que hacen las obras, los autores, cómo sobreviven al tiempo, que es el único crítico que pone las cosas en su lugar.
-A propósito, ¿cómo observas el panorama de la crítica literaria chilena? Matías Rivas dijo que el panorama era desolador. Ya no hay exponentes como Ignacio Valente o Alone en el pasado.
-Sí, el panorama es bastante desolador. Lo que ha afectado a la crítica es por un lado la excesiva agenda de algunos críticos, que uno sabe ex ante cómo evaluarán determinada obra, por quién es su autor o por el tema tratado, y por otro, por la peste de la corrección política, que relega la calidad de la obra un tercerísimo lugar.
-Tú has vivido las dos caras de la moneda: ser aclamado por críticos, como Valente, y también has recibido algunas críticas negativas. ¿Qué has aprendido de ambas experiencias? ¿Ha cambiado tu manera de encarar el oficio narrativo?
-A mí la crítica me ha tratado bien todas mis obras. Las malas críticas que he recibido han venido de esos críticos con agenda que mencionaba antes, a los que más bien les disgusta mi persona, que a su vez tienen demasiados amigos a los que cuidarles la figura. Por supuesto que la crítica no ha tenido ninguna influencia en la deriva de mi creación literaria. Nunca la ha tenido.
-¿Qué te parece la narrativa chilena actual? Hay un énfasis en la intimidad, muchos autores cultivan la llamada auto ficción, con historias autobiográficas noveladas. Manda el yo, la experiencia personal, con cierta desnudez y despojo. ¿Te atrae ese tipo de literatura?
-No me atrae en absoluto. El escritor que supone que su yo o su circunstancia son interesantes está muy equivocado. Por lo demás lo más probable es que carezcan de todo interés general. La literatura no es un breviario de lamentos, como algunos suponen, es la creación de mundos autónomos y complejos que trascienden nuestra mera circunstancia.
-Hablando del panorama cultural, es llamativo el poder destructivo de las redes sociales. Autores “cancelados” por conductas impropias. Incluso Neruda ha sido condenado por violar a una muchacha del aseo en Ceilán, cosa que él mismo cuenta en sus memorias. ¿Sientes que tienes menos libertad que en tu juventud, incluso en tiempos de dictadura?
-Hoy día siento menos libertad personal que en los peores tiempos de la dictadura.
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