-En general, ¿cree que este proceso está evitando los errores del anterior o persiste en ellos?
-Este es como el mito del eterno retorno. Cada cierto tiempo, principalmente el parlamento, comete un gran error, que amenaza al proceso. Y luego es el país, a través del sistema electoral, el que rectifica el error y permite dar un nuevo paso. Ello habla mal de un parlamento que ha alcanzado enormes niveles de desprestigio. Y habla bien de un país que cuando se expresa a través de elecciones, plebiscitos o consultas electorales reencausa el proceso hacia una salida pacífica, institucional, esperanzadora.
-Para aclarar a los lectores, denos un ejemplo…
-Cuando el parlamento decidió determinar cómo iba a ser la Convención Constitucional (CC) cometió un gigantesco error. Partiendo por la derecha pero a la que adhirió entusiasta la izquierda, impuso una forma de elección (las listas de independientes) que hicieron un enorme daño. Teniendo como base el desprestigio de los parlamentarios y los partidos facilitó el control de la Convención Constituyente por grupos a los que no los unían ni ideas sobre la Constitución y la política sino una rabia, una pretensión de superioridad moral, un histrionismo y cuya peor expresión, no la única, fue la Lista del Pueblo, el “pelao Vade” y demases. Y entonces cuando se creía que todo estaba perdido, vino el pueblo y decretó el fracaso de la Convención Constitucional poniendo una dosis de sensatez y cordura, de la que fue expresión el 62 por ciento.
-¿Y ahora estaría sucediendo lo mismo?
-Nunca pasa lo mismo; pero hay parecidos. El error esta vez, de nuevo lo comete el parlamento y toma la forma de una peligrosa amenaza, que es un rol desmedido de los expertos y un sistema de aprobación que conduce a una suerte de empate catastrófico.
-En concreto, no le gusta la participación de los expertos.
-Que me gusten a mi o no, es irrelevante. Sólo podría decir que desde el primer día expresé, y en este mismo medio, mi desconfianza con esta curiosidad que fue la definición, forma de elección y atribuciones de estos expertos. No estoy en contra del aporte de técnicos y expertos a las políticas públicas sino reiterar que la forma como lo acordaron los principales negociadores fue un error de esos que se pagan caro. Aunque en un contexto distinto, con maneras muy distintas, pero con resultados que ojalá no sean tan graves, los expertos empiezan a ser, en esta nueva fase del proceso, su punto débil, del modo que lo fueron las listas de independientes en el anterior.
-Es un juicio muy crítico…
-Es duro y ojalá que no sea certero. Ya la opinión del país empieza a advertir un rechazo. La última encuesta CADEM muestra que a la primera semana de nombrados, la nota de alta aprobación de los expertos (notas entre 5 a 7) bajó de 41 a 35%. Y la de poca confianza subió (notas de 1 a 4) de 55 a 63%.
-¿Cuál sería la causa de esta caída?
-Se llama falta de legitimidad. Los expertos tienden a ser desconfiados por la opinión pública y mucho más cuando son nombrados -es necesario decirlo- por la institución que menos confianza merece de acuerdo a la misma encuesta. Sólo un 26% aprueba el trabajo del Congreso contra un 85% de la PDI; un 76% de Carabineros; un 70% del Ejército.
-Pero esta situación puede variar.
-Por cierto que sería mejor que ocurriera así. Pero -ojalá me equivoque- las acusaciones de ser una elite, con una participación excesiva de la derecha creo que van a aumentar y eso va a desvalorizar crecientemente a los “expertos”.
-¿Cree que el momento de los expertos será breve y no muy relevante?
-Efectivamente. Y si no se manejan con prudencia, van a terminar desvalorizados como algunos de los colectivos del Apruebo. Tienen el alto riesgo de ser víctimas de una doble crítica. Además una combinación injusta. La primera, es que los van a acusar de haber pretendido sustituir en sus funciones a los políticos, tentación que históricamente ha sido ruinosa para todas las tecnocracias.
La segunda, es que una Constitución es uno de los actos más políticos que se pueden encontrar. ¿Qué es una Constitución sino es política? Ergo, hablar sobre temas constitucionales es hablar sobre política y muy luego, la próxima semana, los expertos descubrirán que sólo hablarán de poder, balances, equilibrios y límites de poder. Y cuando hablen de eso, el país y los mismos políticos que imprudentemente los ubicaron ahí les dirán que hablan como políticos y se les van a ir encima.
En una voltereta digna de mejor causa, muchos de los que los designaron les van a preguntar ¿quién los eligió para hablar como políticos? Les dirán: “Usted no es un experto o experta, sino representante de intereses”. Para los expertos -de nuevo ojalá me equivoque- lo que se les viene encima no es fácil.
-No obstante este análisis ¿cree que hay una perspectiva positiva que permita pensar que el proceso constituyente llegará a buen término?
-Como siempre, creo que el país, en su expresión electoral rectificará las torpezas de las negociaciones parlamentarias.
-El martes se inscribieron los candidatos a consejeros. ¿Cuál es su visión sobre las cualidades políticas de la mayoría de los nombres?
-Reitero una obviedad, que tanto la exaltación política de los jóvenes (efebocracia) como de los viejos (gerontocracia) son categorías inservibles. Hay notables en uno y otro campo; viejos que debieran estar fuera de todo y otros que son referentes indispensables; jóvenes que viven adorando ideas que hace años están en los cementerios. Hay de todo.
-La ex Concertación va dividida. El PPD perdió a su gran aliado, que era el PS. ¿Cuáles son los escenarios que se vislumbra para la centroizquierda?
-Soy optimista. La más tóxica idea que ha arruinado a la ex Concertación fue aquella de que había que ocultar nuestras diferencias. No fuimos nunca ni seremos nunca lo mismo. Lo importante es que fuimos capaces de crear esquemas institucionales que nos permitían tener grandes espacios de respeto y colaboración que eran decentes porque se hacían al precio de reconocer nuestras diferencias. Cuando eso dejó de ser posible vino la decadencia.
Pero así como ha habido una idea tóxica de la unidad, ha sido peor la contribución de los “ingenieros de la unidad”, unos oportunistas de tomo y lomo que, acorde a la conveniencia de sus partidos, un día predican la unidad y al día siguiente lo contrario; un día reclaman listas unitarias y al día siguiente se auto asignan la condición de porteros de la unidad, el derecho de abrir o cerrar sus puertas.
-¿Ud. está de acuerdo con lo actuado por el PPD?
-Sin duda. Con lo actuado por el PPD, el PR, la DC al conformar el pacto “Todo por Chile”. Y espero que tengan éxito.
-¿Ha sido un despropósito no incluir a la centroizquierda que votó Rechazo de una manera más protagónica?
-Excúseme que le hable de un modo que algunos calificarán de políticamente incorrecto. Hay una izquierda y una derecha borbónicas, esto es que no aprenden ni olvidan nada. Lo que hicieron, no obstante el respeto que me merecen los esfuerzos de Bellolio o Larraín Matte, fue mostrarnos una derecha que en política no sabe de buenas maneras o, como me lo dijo una amiga preocupada de las formas, que no saben manejar el cuchillo y el tenedor. Pero el costo de esta falta de sutileza, no la pagaremos los sectores que, en parte, encabezamos el “Rechazo”, sino los que se han procurado apropiar de un resultado al que contribuyeron, pero que está lejos de pertenecerles en exclusividad.
Hay algo, por decirlo con suavidad, que no corresponde y es que ni entre los miembros de la Comisión Experta y del Comité Técnico no haya un miembro destacado de los pueblos originarios, hecho que además de una falta de sensibilidad es una estupidez. Lo es también que los Demócratas no hayan podido imponer un solo académico entre los expertos; que hayan varios, y no pocos, “intelectuales orgánicos” de los grupos empresariales, y ni uno que se le pueda asociar a esa parte de la sociedad civil que es la CUT, los trabajadores.
-¿Usted es de los que piensa, que en esta segunda fase del proceso los pueblos originarios no han sido considerados?
-Sí; y gravemente. Comparto lo que ayer dijera Alihuen Antileo, de que “hay una muestra de marginación y exclusión política respecto de la primera Convención” y así mismo lo dicho por Julio Marileo: “hoy hay sólo tres candidaturas, para el proceso anterior hubo 38 duplas”. ¿En qué quedó la afirmación de los partidarios del Rechazo, en los días posteriores al 4 de septiembre, de que en las comunas con mayor población indígena el voto rechazo superaba largamente el 62 por ciento? ¿Quién responde por tanta insensatez?
-¿El Presidente Boric corre el riesgo de volver a tropezar con el mismo error táctico y que la elección de consejeros se vuelva un plebiscito sobre su gobierno?
-Espero que el Presidente no se sume a la lista de los que no aprenden. Ciertamente la presión desde La Moneda para que hubiera una sola lista no es consistente con la habilidad política que muchos le atribuimos al actual Jefe de Estado.
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