Junio 11, 2022

Genaro Arriagada: “Una mala constitución puede ser nefasta para un país, las libertades e incluso puede contribuir a crear guerras civiles”

Marcelo Soto

El abogado y cientista político Genaro Arriagada dice que aún no decide su voto, pero advierte: “Si es una constitución errónea, que no contribuye a una mejor democracia o, peor, que puede ser manipulada para establecer una autocracia, hay que votar rechazo. Si en ella no hay disposiciones que arriesguen lo que cada cual considera el bien del país, hay que votar apruebo”.  En esta entrevista, revisa algunos mitos y lecciones de la historia constitucional chilena.


-La encuesta CEP determinó un empate técnico entre el apruebo y el rechazo. ¿Ya tomó una decisión?

-Parece razonable no definirse por el apruebo o rechazo sin conocer el texto definitivo que la CC presentará para ser sometido a plebiscito.  Sin embargo es pertinente hacerse cargo de argumentos que no se refieren al texto mismo sino a aspectos formales que empiezan a ser utilizados para fortalecer la idea de que no hay más alternativa que el apruebo.

-¿Cómo cuales?

–Se dice, por algunos, que ésta es la primera Constitución que no nace de una guerra civil o una revolución. Es discutible. Decir que el cambio hacia una nueva Constitución surge de una gran crisis política es una repetición innecesaria, una obviedad, pues los países suelen cambiar sus constituciones justamente porque tienen una grave crisis política.  Es cierto que la Carta de 1833 nace tras un período de anarquía que va a culminar en la guerra civil de 1829, pero fue dictada cuatro años después, bajo el gobierno de Prieto.  El otro gran cambio del Siglo XIX, la república liberal, no nace de una guerra civil sino de una reinterpretación de la Carta de 1833.  Y de la guerra civil del 91 no siguió una nueva Constitución, sino que la burguesía triunfante en el conflicto se limitó a continuar las prácticas parlamentarias anteriores a la Guerra Civil.

-¿Y la Constitución del 25?

–En este caso es bueno distinguir su aprobación, que ocurrió ese año, y su puesta en vigencia que tiene lugar en 1932.  Ella nace de un presidente, elegido democráticamente  –Alessandri en 1920– que es depuesto pero restablecido en el poder para que cumpla los ocho meses finales de su gobierno, que es cuando aprueba la nueva Constitución.  Alessandri nuevamente es objeto de un golpe militar, sigue la dictadura de Ibáñez y luego un período de anarquía donde en el lapso que va de julio de 1931 hasta junio de 1932, hay a lo menos ocho jefes de Estado (presidentes, vicepresidentes, juntas de gobierno) pero no hubo guerra civil.   La Constitución del 80 fue no el resultado de una guerra civil sino una imposición de una dictadura.

-Convencionales sostienen que esta ha sido la instancia más democrática para elaborar una Constitución. ¿Es cierto?

–Es verdad, pero hay que ubicar este hecho en su contexto histórico para no caer en una denigración injusta del pasado.  La democracia que hoy vemos en la Convención Constituyente (CC) es, mayormente, consecuencia de la historia del país y del progreso de la democracia en el mundo.  La Constitución de 1833, fue construida por la oligarquía agraria que era un círculo cerrado, el número de electores no alcanzaba a los 18.000, todos hombres que debían saber leer (en un país donde el analfabetismo era de 90%) y ser propietarios (voto censitario).  La de 1925, aunque su elaboración fue más democrática que su antecesora, tuvo sombras y luces.  La mayor sombra es que el proyecto, en los hechos, lo redactaron 15 personas nombradas por Alessandri; la mayor luz es que según Ricardo Donoso, fue la primera Constitución en el mundo, ratificada en un plebiscito. Un plebiscito en que votaron 135.000 personas, lo que significó una abstención del 55%, que siendo alta es similar a la que hoy tenemos.  Pero en 1925 las mujeres no tenían derecho a voto, ni en Chile ni en la mayoría de los países de Europa.  El reclamo en 1925 era el sufragio femenino; hoy, justificadamente, la demanda ha sido paridad de género.

-Sin embargo, partidarios del apruebo describen la elaboración de las anteriores constituciones con los rasgos más negativos.

–Ello es cierto respecto de la Constitución del 80, pero las anteriores, en materia de participación democrática, son un reflejo del avance en el mundo y en Chile. ¿Podría haber sido de otra manera?  ¿En 1833 voto universal?  ¿En 1925 sufragio femenino?  Es juzgar con las realidades y los patrones de hoy lo acontecido hace un siglo.  Ahora, esta condena de nuestro pasado no es un error sino una estrategia política y comunicacional conocida.  Los autoritarismos y mesianismos de variados géneros, coinciden en la demonización del pasado como una forma de  encubrir su vacío de ideas y peor, como un modo de dividir el país entre amigos y enemigos.  Lo vimos en la derecha cuando el régimen militar definió la historia del país durante los cincuenta años que le precedieron como una etapa de decadencia.   Lo vemos hoy cuando se describe la historia constitucional de Chile con los rasgos más sombríos.

-Ud. ha señalado no sólo virtudes sino también sombras. ¿Cuáles serían?

–El mayor déficit democrático de la CC, que casi la arruina, fue la forma de elección de sus integrantes.  La creación de una legislación electoral ad hoc, que no conozco que se haya implementado en país alguno, castigó fuertemente a los partidos, facilitó la emergencia de alianzas electorales, surgidas de la nada y carentes de propuestas, dio rienda suelta a demandas identitarias que eran irreductibles en sus demandas pero que carecían de una concepción del Estado y del sistema político.  Esta legislación electoral tuvo como inspirador inicial a la derecha, pero a la que se sumaron todos, que  distorsionó gravemente la representación.  Pero eso ya es historia y no tiene sentido seguir llorando sobre la leche derramada.

–Otros señalan que dada la naturaleza democrática de la CC su propuesta debiera ser aprobada.

–Su naturaleza democrática, aunque con fallas, no se cuestiona.  Pero seamos francos, ello no garantiza que su trabajo sea bueno y menos ser un argumento para la aceptación a rajatabla de lo que ella ha propuesto.  En una democracia el voto indica quién gobierna y qué leyes se aprueban, pero no consagran ni la verdad ni la virtud.   La CC está por completar su tarea y nosotros, todos los ciudadanos, tenemos el derecho  de juzgar si la aprobamos o rechazamos.

-Se argumenta que la enorme mayoría de las disposiciones del borrador son propias de un régimen democrático. ¿Está de acuerdo?

–Puede ser, pero es una falacia.  Hans Kelsen, el más grande jurista del Siglo XX y un demócrata indubitado, al juzgar la Constitución de la Unión Soviética decía que si se hacía un análisis solamente de su texto literal, cumplía con las condiciones de una democracia radical, excepto que no hay libertad para la formación y actividad de los partidos políticos.  Dicho más directamente, aunque una Constitución tenga el 95 por ciento de sus artículos que se ajusten a los más altos estándares del derecho constitucional, bastaría un puñado de disposiciones antidemocráticas para consagrar, en esa propia Carta, una dictadura.  Juzgar la calidad democrática de una constitución no es un asunto de porcentajes de artículos de uno u otro carácter.

-Partidarios del apruebo sostienen que es necesario respaldar este proyecto pues, con todas sus fallas, es una salida a la crisis que vivimos.

–Eso es justamente lo que como ciudadanos debemos evaluar: si sirve o no a la democracia, a los derechos y libertades.  Una mala constitución puede ser nefasta para un país, la democracia, las libertades e incluso puede contribuir a crear guerras civiles, revoluciones o a erosionar la democracia.  Fuera de Chile, la Constitución de Weimar fue una contribución a la destrucción de la democracia y al ascenso del nazismo.  Hay otras constituciones que cumplieron su ciclo, como la chilena de 1925 que permitió la elección plenamente democrática de ocho presidentes de la república, pero que hacia el final fue una, no la única ni la principal, contribución al quiebre de la democracia en 1973.  Obviamente hay constituciones que se han elevado a la condición de un gran pacto que ha dado solidez y oportunidades a la democracia, la libertad, los derechos sociales y la prosperidad económica. Por tanto lo responsable es estudiar el texto y acorde a eso sentirse libre para aprobar o rechazar el borrador que se nos presentará. Si es una constitución errónea, que no contribuye a una mejor democracia o, peor, que puede ser manipulada para establecer una autocracia, hay que votar rechazo.  Si en ella no hay disposiciones que arriesguen lo que cada cual considera el bien del país, hay que votar apruebo.  Espero conocer el resultado de la armonización y los artículos transitorios para tomar una decisión.

 

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