Ante la realidad práctica de los negocios y relaciones de la empresa, ¿es suficientemente bueno nuestro programa de cumplimiento? Responder esta pregunta que se hacen inversionistas, directores y gerentes en todo el mundo nunca ha sido fácil, por varias razones. Por un lado, el programa de cumplimiento es siempre un traje a la medida; aunque sea de la mejor marca, si no es de la talla adecuada no va a quedar bien. No sirve de mucho copiar programas ajenos o usar modelos genéricos. Por el otro, el test al que será sometido el programa varía de jurisdicción en jurisdicción y evoluciona en el tiempo, junto a la regulación y las demandas de la sociedad, por lo que requiere trabajo continuo.
Hay reguladores y fiscalizadores que ayudan a las empresas con guías y reglas de evaluación claras, mientras que en otros mercados hay apenas algún fallo judicial del que los interesados tratan de extraer pistas. El Departamento de Justicia de EE.UU. (DOJ) pertenece al primer grupo y explicita regularmente sus expectativas para que sirvan de guía en el desarrollo de los programas de cumplimiento corporativo. En septiembre de este año, el DOJ publicó una nueva actualización de sus expectativas y un resumen de las acciones recientes que adoptó contra las empresas sancionadas bajo sus normas anticorrupción (FCPA). A partir de ellos, un reciente artículo publicado en el Foro de la Escuela de Derecho de Harvard sobre Gobierno Corporativo propone un listado de los elementos esenciales que debe contener un buen programa de cumplimiento, en tres instancias clave:
Diseño del programa de cumplimiento:
Implementación del programa:
Evaluación del programa:
Cómo lograr un buen programa de cumplimiento depende de cada empresa, de su realidad, medios y liderazgo. Las recomendaciones listadas no son un check-list infalible, pero ofrecen claves importantes para evaluar los programas existentes, y debieran mover a la acción a todos quienes no las ven presentes en las prácticas de sus empresas.
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Héctor Lehuedé, socio de RAZOR Consulting, es abogado de la Universidad de Chile, magíster de la Universidad de Stanford, certificado como director de empresas del IoD de Reino Unido, y está especializado en gobierno corporativo, integridad, sostenibilidad y asuntos financieros.
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El balance fiscal marcó su primer superávit en una década, lo que fue destacado por las autoridades. Pero también hubo un alto influjo de recursos distintos del cobre, una reducción drástica del gasto, sobreejecución presupuestaria y estabilidad en las inversiones en regiones.