Para calibrar la proporción del asunto, la cifra de cancelaciones duplica las acciones contra profesores sospechosos de comunismo en Estados Unidos bajo la política macartista en los años 50, cuando fueron abatidos por una ola anti izquierdista intelectuales como el guionista Dalton Trumbo y el director Edward Dmytryk, además de numerosos actores, entre otros.
Hoy vivimos una nueva fase de intolerancia, la cultura de la cancelación, que fue el centro de un debate en el IES, con Manfred Svensson y Rafael Gumucio. La moderadora fue Constanza Santa María, de TVN. A las 5.45, puntualmente, la pequeña sala estaba llena, principalmente de hombres mayores, algunas mujeres y muy pocos jóvenes, que escucharon concentrados la discusión que duró más de una hora y media.
Había sándwiches de pollo, ave pimentón y jamón queso, esperando el final de la velada, además de vino tinto y Coca Cola.
Antecedentes literarios. Se suele mencionar a la novela La Mancha Humana de Philip Roth como una de las que mejor ha retratado este fenómeno, pero también se podría considerar Desgracia de JM Coetzee y hasta Stoner de John Williams como otras obras cardinales sobre este problema, que ha sacudido a las sociedades democráticas -no es novedad que la cancelación es parte de la esencia de las dictaduras- y a Chile incluido.
“Junto con ampliarse el número de casos, este tipo de práctica se está extendiendo a campos en los que era casi inexistente hace una década. El mundo editorial, por ejemplo, solía operar en un principio con criterios considerablemente más generosos que las grandes universidades… En este contexto puede considerarse también la publicación mutilada de textos, como ocurrió en 2023 con las obras de Roald Dahl (para cuya revisión la editorial contrató un conjunto de “lectores de sensibilidad”), escribió Svensson en el muy recomendable ensayo “Cultura de la cancelación y universidad”.
Incluso autores como Neruda y Borges han sido cancelados póstumamente. Por la descripción de una violación en sus memorias, en el caso del primero, o por su apoyo a Pinochet, en el segundo.
Niño símbolo. La exposición de Gumucio, conocido por sus opiniones francas, comenzó con una provocación: “Voy a hacerme cargo de ser el niño símbolo de la cancelación, aunque se da la paradoja de que no fui cancelado porque sigo haciendo clases en la universidad”.
Comentó la funa que recibió cuando criticó la ola feminista. “Di una entrevista en La Tercera, cuyo titular decía que este era un fenómeno de gente de clase media sin muchos problemas laborales. Los estudiantes universitarios son generalmente de clase media, sin otro trabajo. Sonaba muy despectivo, pero era una simple constatación realista del asunto”.
El escritor y profesor criticó la teoría de la reconocida autora estadounidense Judith Butler aplicada a la disforia de género y al movimiento trans. “Ella vino a la UDP, yo fui a una de sus conferencias y me quedé abismado por su indigencia intelectual. Era muy inteligente, pero su teoría no resistía ni el menor análisis crítico. Se basaba en la idea de que la biología no existe, pero todo el mundo sabe que sí existe”.
Educación sobreprotectora. Svensson apuntó a la debilidad de la educación actual como una de las causas de que la cancelación se expanda en la sociedad. “Para que la gente no se sienta dañada por cada cosa que escucha, tiene que estar formada en su experiencia familiar para tener cierta resistencia a la frustración. Pero las personas están siendo formadas en una educación sobreprotectora, donde están sentadas las bases para que esto siga creciendo”
Gumucio valoró la cultura francesa, donde “se puede decir cualquier cosa”, en contraste con la estadounidense. “Para un americano es incomprensible ese nivel de debate, porque un americano no puede ver una película sin saber cuáles son los malos y cuáles son los buenos. Evidentemente ellos no están capacitados para leer a Baudelaire, por ejemplo. Esto es un comentario para que me cancelen”, dijo.
Luego puso como ejemplo el mundo del espectáculo, donde la cancelación es algo de todos los días y una especie de circo. “Es decir, Kevin Spacey es cancelado y se expone toda su vida sexual. Cinco años después, va a un talk show y cuenta que está en la ruina. Entonces, él pasa a ser una víctima. Y hay que contratarlo de nuevo (risas). Para mí el caso más simbólico es el de Alain Delon, que es una de las personas más culpables del mundo: abandonó a un hijo, le pegaba a la mujer. Nunca fue funado, porque a él le importaba un rábano todo y porque era demasiado guapo”.
“Teología de DDHH”. Constanza Santa María puso el tema de Isabel Amor, despedida del ministerio de la Mujer, cuyo padre fue condenado por violaciones a los DDHH. “El caso se produce debido a que existe una teología de los derechos humanos, que tiene que ver con cierta victimización del que no fue víctima. Es una sobrerreacción”, contestó Gumucio. “Lo que pasó en la Convención Constitucional también fue una sobrerreacción de la izquierda ante la amenaza de las ideas de derecha”.
Manfred Svensson puso el punto de la existencia de ciertos estándares civilizatorios que se consideran intocables. “Hay conquistas, como los DDHH, que uno puede decir que son conquistas de nuestra civilización importantes que nos deben preocupar transversalmente. Pero la última teoría de género elaborada en un departamento de ciencias sociales de Estados Unidos, no. Y puede ser debatida”.
Pregunta clave. ¿Tiene la cancelación domicilio político? “En principio parece que sí. La página web de FIRE (Foundation for Individual Rights and Expression) permite, por ejemplo, ordenar las instituciones que han cancelado invitaciones a profesores, clasificándolas según su orientación política o religiosa predominante. De este modo, cualquier usuario puede verificar fácilmente cómo a lo largo de los últimos veinte años ha predominado una cancelación desde la izquierda y primordialmente en instituciones seculares”, plantea Svensson.
“Se trata, sin embargo, de la fotografía de un momento específico. Si desde la derecha, en el clima de la llamada guerra cultural, se levantan voces orientadas a “vencer a la izquierda con sus propias armas”, esta tendencia corre el riesgo de expandirse en lugar de controlarse. El resultado, naturalmente, puede tender a la destrucción de las universidades en lugar de su rehabilitación”.
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Todas las vidas de Luis Hermosilla. Por Rafael Gumucio
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— Ex-Ante (@exantecl) August 24, 2024
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