Los ciudadanos observan atónitos. Tienen miedo a un robo, un asalto o peor aún asesinatos. Balaceras cercanas los acompañan. No estamos seguros en ninguna parte, dicen muchos.
Quienes deben ocuparse, en sus distintos roles, partiendo por el gobierno mismo, están ocupados en otras cosas. Ni siquiera en el Acuerdo por Chile para una nueva Constitución, no. Los ocupa la elección, una medición de poder. Algunos dicen, al involucrarse el mismo Presidente de la República en las listas -en una unidad claramente forzada- que somete a plebiscito a su gobierno. No nos equivoquemos. El gobierno está siendo plebiscitado todos los días con las acciones que lleva a cabo. Los partidos políticos también. El resultado ha sido malo, muy malo.
Llevar o pretender llevar un “éxito” al resultado de cómo se conformen las listas de las elecciones de los constituyentes es burdo. Esto es especulación política en un momento donde el “sálvese quien pueda” afecta a los partidos políticos, que supieron hace algunos años construir la Concertación y gobernar los últimos mejores años de Chile. Hoy eso parece una utopía. El Socialismo Democrático está dividido y oscilante . Que si, que no, que no se sabe. Ya se quedaron sin primarias no hace tanto. Hoy son las listas y los cargos. Mañana, no sabemos.
La Democracia Cristiana diluida y destruida por luchas de poder internas de poco respeto democrático incluso cuando cambiaron a la precandidata a la presidencia que había ganado por primarias internas. El deterioro viene de mucho antes. Si pudiesen todos hacer el ejercicio reflexivo de lo que deben hacer para construir el modelo país y todo lo que debe resolverse y avanzar, la actitud sería otra. Podrían ubicarse responsablemente en el lugar adecuado. Eso es lo que necesitan los chilenos.
¿No sería más sano ser una oposición constructiva, dialogante, en vez de buscar cargos y jugar a una unidad con Apruebo Dignidad que no existe? ¿Será que el poder de un cargo llama. O será que piensan que desde adentro podrán hacerlo? Y el ciudadano sigue observando atónito.
Llegó la hora de sincerarse. De sincerarnos. La izquierda que gobierna está perdida en su camino. Perdió el 4S con el Rechazo a la Constitución que querían aprobar. El centro está fragmentado. Es imperioso que exista unidad, no electoral, sino para pensar en conjunto los problemas de Chile y los chilenos . El centro es la calle. No tiene quien lo represente. Dura realidad, que denota soledad.
La derecha y centroderecha debe estratégicamente pensar en lo mismo. En unirse y pensar en los chilenos y sus necesidades. No son las Acusaciones Constitucionales a mansalva las que los resuelven. Ya vivieron esto antes, al gobernar con una mala oposición. Dejo al margen los extremos de ambos lados. También al populismo. Alertar ante una decisión errada, como los indultos, ¡por supuesto! Denunciarla también! Con rigor y mesura. Uno no es mejor porque el otro es peor. Uno es mejor porque hace bien las cosas. Punto.
Mientras tanto, en esta madeja política enredada en nudos inentendibles, siguen llegando narcos; sigue la migración descontrolada; sigue la violencia y la inseguridad. Y espera la salud una solución. Y esperan las pensiones un buen proyecto en serio. Y los estudiantes que necesitan aprender. Y más, y mucho mas.
Fundamental agregar que nuestra vinculación con el mundo denota peligro. Las ideologías nos están llevando a depender retóricamente de países que no nos colaboran al desarrollo y nos enemistan con aquellos de los cuales depende nuestra seguridad. Grave. Desenredar esta madeja es necesario y urgente. Pensar y actuar para Chile y sus ciudadanos, que son dueños de los votos que llevan a los políticos a cargos electivos. A no olvidarse de esto jamás. Si se trata de prever más derrotas, no nos equivoquemos, quien ha sido derrotado es el ciudadano. Está solo.
El ciudadano, en su soledad, buscará quién lo libre del actual desamparo. Y me temo que esa búsqueda no dará el mejor resultado. Creo que es hora, en serio, de acompañarlo y no correr el riesgo de que emerja una figura que prometa un amparo que podría ser un golpe a nuestra, aún viva, democracia.
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