¿Qué deberíamos esperar de la primera cuenta pública del presidente Boric este 1º de junio?
La comparecencia del presidente ante el Congreso Pleno en 2022 fue básicamente una presentación de intenciones, en medio de un proceso constitucional sobre el cual el gobierno tenía cifrada sus esperanzas para viabilizar las reformas más profundas de su programa.
Ha pasado un año y el presidente tendrá que dar cuenta de dos derrotas electorales sin precedentes: la del 4 de septiembre 2022 y la del 7 de mayo 2023. Tras el rechazo a la propuesta constitucional de la Convención, que el equipo Boric-Izkia-Jackson-Vallejo apoyó con desmedido y temerario entusiasmo a pesar de todas las advertencias, el eje político del gobierno pasó desde el Frente Amplio al socialismo democrático a través de la designación de Carolina Tohá y Ana Lya Uriarte (ahora Álvaro Elizalde) haciéndose cargo de las prioridades que la ciudadanía ha puesto sobre el tapete, entre las cuales la principal es la seguridad pública.
El fracaso de la Convención dio origen, contra las afirmaciones catastrofistas, a un nuevo proceso constitucional que, aprendiendo de los errores y excesos del pasado, va caminando a paso seguro a través de la Comisión Experta y la elección de los miembros del Consejo Constitucional, elección que marcó una nueva derrota para las fuerzas oficialistas y el surgimiento del ultra conservador partido republicano como principal actor del proceso. Dentro del oficialismo, la única alegría la expone el partido comunista cuyo resultado electoral lo convierte en la principal fuerza de gobierno. El socialismo democrático dividido en dos listas, pagó los costos por ambos lados.
En este cuadro de suma debilidad, el presidente está desafiado a entregar un discurso que reoriente a su gobierno y sus coaliciones. Para los tres años que le quedan por delante. Las ambiciosas o emblemáticas reformas en el campo tributario, de la salud y la previsión social, reformas que daban sentido al gobierno, han quedado en entredicho con la actual correlación de fuerzas.
El dilema entonces para Boric, un presidente joven que tiene el privilegio de tener tiempo por delante, es o hacer las reformas en la medida de lo posible, esto es concentrándose en logros concretos que permitan mejorar las pensiones y la salud pública, o bien insistir en reformas transformadoras de los sistemas de salud y previsión sabiendo que estas hoy no son viables, pero obteniendo una supuesta ventaja por mantener las banderas en alto en espera de una segunda oportunidad.
El presidente Boric debería saber que los gobiernos se miden por sus logros más que por sus convicciones. Estas últimas pertenecen a las personas, a los gobiernos pertenece la obligación de dar respuesta aquí y ahora, la exigencia del pragmatismo. No estamos viviendo un tiempo de héroes. El país no espera soluciones mágicas, sí espera que el tiempo, los años de un gobierno, no sean perdidos esperando un futuro improbable, sino que permitan avanzar en la satisfacción de demandas urgentes o la resolución de problemas apremiantes como son las de reactivación económica, seguridad pública, mejores pensiones, salud pública oportuna y en general recomponer el respeto a las instituciones.
Reorientarse hacia el Aquí y Ahora, como decía Mitterrand.
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Obviamente existe la tentación de ahogar la ensalada en sal, aceite y sus compañeros, pero si la madurez se impone, los aliños, como dicen los italianos, deben solo besar a las verduras. Pero una ensalada sin aliño no es ensalada. Al menos debe llevar sal, porque por eso se llama ensalada. Algo es algo.
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