El pasado. Aquí vivió Rubén Darío, en esta ciudad escribió “Azul”, la piedra angular del modernismo poético. Los primeros rascacielos se construyeron acá. Todavía se levanta imponente el arco de triunfo que la colonia británica legó a Valparaíso, cuyo nombre puede rastrearse en grandes obras literarias como Moby Dick, de Melville. Hoy, sin embargo, al recorrer sus calles el deterioro de la ciudad es evidente.
“Desde que recuerdo, Valparaíso ha sido siempre una ciudad pobre, abandonada, precaria, ruinosa. Pero, cuando yo era adolescente, aún era posible caminar por sus calles. Había menos vehículos y menos ruido. Yo solía recorrer las librerías del centro, que también parecían haber estado allí desde siempre. Para mí, lo único verdaderamente apreciable de Valparaíso era su misteriosa estructura laberíntica y sus construcciones antiguas, que en otro tiempo fueron su sello distintivo y permanente. De eso, ya no queda casi nada”, dice la escritora porteña Lucy Oporto.
Gloria esquiva. La nominación como Patrimonio Cultural de la Humanidad, en 2003, creó grandes expectativas de auge y negocios. Pero el resurgimiento nunca llegó. Quienes vivieron esa época recuerdan que el Cerro Alegre y sus inmediaciones pasaron a constituir el foco de su identidad, en detrimento del resto de la ciudad. Reconocen que hubo avances en materia cultural en años siguientes, pero nunca se logró desarrollar una base económica sólida, ni industrias, ni una real preocupación por preservar y proteger su patrimonio histórico.
“Actualmente, la ciudad se vuelve cada vez más inhabitable”, dice Oporto. “Valparaíso parece carcomerse desde dentro, en términos materiales y humanos, sobre todo a partir de la asonada de octubre de 2019. Desde entonces, su decadencia ha sido ostensible, si bien había comenzado años antes. Un hito fue el violento incendio en la calle Serrano, el 3 de febrero de 2007, cuyas ruinas permanecen hasta la fecha. Además, el admirado anfiteatro que conformaba Valparaíso, por la disposición de sus cerros, acabó desapareciendo debido a la acción de las inmobiliarias”.
¿Cuál es el legado? Aunque su decadencia viene de antes, Jorge Sharp, que lleva dos períodos como alcalde, ha sido sindicado por sus opositores como uno de los responsables de que el declive urbano se haya pronunciado. Afirmó que no irá a la reelección en Valparaíso, y ha defendido su gestión.
Hace poco respondió a las críticas sobre la basura y el mal olor que abunda en ciertas zonas del puerto. “Valparaíso no huele a pichí”, dijo Sharp. “Y si hay lugares que se encuentran en esa condición, no son muy distintos a los que pueden existir en otras ciudades puertos del país o en algunas ciudades con la vida intensa que tiene una capital regional… En los cerros de Valparaíso no hay montañas de basura acumulada”.
Zona cero. Pero esta concepción contrasta con la realidad que se percibe un día cualquiera en el antaño centro comercial de la ciudad. En los últimos años, especialmente desde el estallido social, han cerrado 50 locales de la zona de calle Serrano y Condell. Hace 20 o 30 años acá había negocios de todo tipo, restaurantes, bares, boutiques, ferreterías, tiendas de pesca, sastrerías, etc.
Hoy hay edificios abandonados, calles peligrosas donde crece la delincuencia, un comercio ambulante que agobia con su oferta. Los bancos de la “Calle de los bancos” están todos cerrados. Antes de 2019, el plan de Valparaíso, pese a todo, mantenía parte de su garbo histórico, con edificios emblemáticos como el Reloj Turri o el de El Mercurio. Este último, que albergó el diario más antiguo del país y al popular tabloide La Estrella, hoy está completamente sellado.
Ciudad de grafitis. Una de las cosas más llamativas es la absoluta libertad con que los rayados dominan los muros. Debe ser una de las urbes con mayor cantidad de grafitis del mundo. La pregunta es: ¿por qué el municipio no limpia las paredes del puerto? La totalidad de los edificios patrimoniales están llenos de eslóganes, frases contra la policía y la política, firmas que denotan el control narco de los territorios.
“La vandalización de la ciudad, en 2019, ha dejado huellas persistentes: edificios y monumentos destruidos o abandonados, rayados, comercio ilegal por doquier, quiebra de negocios tradicionales, pérdida de fuentes laborales, extinción de la vida nocturna, lumpenización del arte, consumo de drogas en la calle, basura arrojada que siempre termina siendo el problema de alguien más, ruina del espacio público, inseguridad, escasa locomoción nocturna, y avance del crimen organizado”, constata Oporto.
De hecho, apenas se llega a Valparaíso se nota una abierta licencia con el comercio callejero: las veredas aledañas al Congreso Nacional -un edificio opaco que nada tiene que ver con la impronta de los antiguos palacios porteños- están repletas de venta de parkas, frutas, verduras, ropa de marcas falseadas, artefactos eléctricos, todo pirata, todo de elaboración engañosa. Ocupan el espacio público y la gente apenas puede pasar. Es una pena la primera impresión que deja la ciudad a los turistas.
Taxis ubicados al lado de la estación de buses cobran 7 mil pesos para llegar el centro, una ruta que no debería costar más de la mitad de esa cifra. Los vendedores ambulantes abruman a los visitantes con ofertas de dudosa conveniencia. Antiguas reliquias gastronómicas como Capri o Bogarin, apenas sobreviven.
Mal olor. Los porteños aceptan, con cierta ironía, que el olor a orina se ha disipado un poco, pero ha sido reemplazado por el aroma a marihuana. Muchos edificios abandonados son refugio de tribus urbanas. Pasajes del centro, que antes tenían tiendas de sombreros, acuarios o el primer restaurante chino del país, hoy sucumben al comercio de drogas.
Oporto agrega otro aspecto de la debacle: “El último frente de mal tiempo produjo deslizamientos de tierra y socavamiento de la fundación de viviendas y conjuntos habitacionales, lo cual revela falta de cuidado y de prevención, y una visión cortoplacista persistente y contumaz, no sólo de las autoridades durante décadas, sino también de muchos de los propios habitantes de Valparaíso”.
La noche. La famosa bohemia porteña es una postal para turistas. Lugares históricos como el Cinzano y JJ Cruz se debaten entre abrir a duras penas o morir. Los clásicos como el Bar Inglés, el Café Riquet, el bar La Playa llevan años cerrados, algunos de ellos convertidos en supermercados chinos. Casi no quedan librerías. De todos modos, hay gente joven o extranjera que persiste en abrir cafés boutique que se esconden entre los rastros del pasado.
En el Capri, una de las picadas más antiguas del puerto, dos guitarristas se animan a cantar entre las mesas. No falta el turista que pide la canción Valparaíso, del gitano Rodríguez, un tema que fue famoso en la intelectualidad chileno parisina de los 80. En la orgullosa tradición de la tonada porteña, cantan:
“Yo no he sabido nunca de su historia/ Un día nací allí sencillamente/ El viejo puerto vigiló mi infancia/ Con rostro de fría indiferencia/ Porque no nací pobre y siempre tuve/ Un miedo inconcebible a la pobreza”.
Para seguir leyendo crónicas de Ex-Ante, clic aquí.
Ver esta publicación en Instagram
Lo más grave es que más de 30.000 personas han fallecido en las listas de espera, algunas por causas no necesariamente asociadas a la espera. La falta de atención oportuna provoca atrasos en el tratamiento y diagnósticos tardíos, agravando la situación de salud de las personas y empeorando el pronóstico en enfermedades como cáncer, diabetes […]
El nuevo informe ambiental exige a Metro aclarar el impacto en monumentos como los de Pablo Neruda y Diego Barros Arana, además de mejorar estudios arqueológicos en varias estaciones. Se pide un rescate total de posibles restos humanos en Santa Lucía y mayor control sobre fósiles. La línea 9 pasará por La Legua, La Pintana […]
El diario oficial argentino publicó este viernes la resolución que declaró al grupo radical Resistencia Ancestral Mapuche (RAM) como entidad vinculada a actos de terrorismo y su financiamiento. El texto explicitó sus nexos con la CAM y la vinculó con ocho focos de incendios forestales registrados este año en la patagonia trasandina.
En la administración Boric están conscientes de que la extradición de “El Turko”, sindicado como uno de los líderes de la operación que terminó con el homicidio de Ronald Ojeda, es altamente improbable, dado que es perseguido por delitos investigados por la justicia de Estados Unidos.
“No ha habido nunca una decisión de mover la estatua de Baquedano”. Así de tajante fue Felipe Gallardo, del Consejo Nacional de Monumentos, al salir de la reunión de esta mañana que se realizó para aclarar los supuestos “malentendidos” surgidos a partir de la información que entregó en febrero la propia Subsecretaría de Patrimonio en […]