Provocación. El arte siempre ha tenido como misión provocar. Y desde esa perspectiva la directora Varinia Brodsky, la primera mujer en ese cargo tras la democracia, lo ha logrado con creces. Sin embargo, para otros el tejo se ha lanzado demasiado lejos, generando incomodidad y molestia en muchos visitantes.
La actual cartelera ha protagonizado varias polémicas este año. En noviembre la famosa estatua de Rebeca Matte, vandalizada durante el estallido social, fue “tapada” por una supuesta piedra que no era piedra.
“Fue un largo proceso, de cuatro años o más”, dice Enrique Matthey. “Era una imagen que me rondaba de modo obsesivo, y me parecía alucinante que se tratara de una piedra, algo tan común, que sepultara el cotidiano, que se erigiera como protagonista por unos días”.
El artista recibió $ 22 millones del Estado y aseguró que la piedra venía de Isla Negra. Pero no era una piedra, sino un montaje en cuyo interior estaba la estatua de Matte, Unidos por la Gloria y la Muerte. El objetivo era provocar una discusión, pero terminó siendo una polémica menor, según varios críticos y observadores.
Visita polémica. La última controversia se debió a una carta de la periodista Elena Irarrázabal, subeditora de Artes y Letras de El Mercurio, el 6 de agosto. Cuenta que hizo el recorrido con la persona que recibe a los estudiantes: “Se explica que el museo se construye con “una mirada patriarcal y paternalista”. Se agrega que un “grupo de hombres, descendientes de europeos, toman esta decisión por Chile, echando por tierra cualquier expresión de arte popular o de cultura tradicional”.
Irarrázabal sigue su narración y recuerda que la guía del Museo explica: “El diseño del edificio, con elementos europeos, fue realizado por un arquitecto “nacido en Chile, pero de padres franceses”, cuya propuesta arquitectónica, “simbólicamente, me parece muy violenta”.
Irarrázabal asegura que la persona que hacía de guía del grupo de estudiantes definió así al MNBA: “Es un museo racista, clasista y machista”.
La polémica, sumada a otras controversias, se encendió. Ex-Ante tomó el recorrido el jueves 8 de agosto y las opiniones de la guía fueron bastante más matizadas, aunque delataban cierta mirada al Museo como una institución conservadora.
Escudo nacional. Un dato que ha causado controversia es el escudo nacional que está justo bajo la cúpula de vidrio del museo. En vez del huemul y el cóndor tiene a dos querubines. Según Irarrázabal, la guía comentó: “El huemul es una palabra en mapudungun y un animal que habita en territorio mapuche. Quitarlo fue un discurso, una declaración de principios. Algo muy violento, de violencia simbólica”. Sin embargo, es un monumento antiguo.
Una polémica no menor ha sido sobre la exposición Luchas por el Arte, que hace una relectura de la colección del museo, desde variables como el poder, el sexo y la academia. Algunas de sus grandes obras son instaladas en una especie de collage. La mayoría de los marcos -símbolo del establishment- fueron sacados y una obra se pegó a la otra, generando una presencia atractiva pero sin un planteamiento claro. La familia Mori criticó que una de las obras de Camilo Mori estaba sin su marco, lo que podría representar un riesgo para su conservación.
La directora del Museo dice: “Recogemos las inquietudes que se han expresado en los medios respecto a esta muestra que ya cumple 19 meses en acceso público. Este es un debate que nos permite seguir ampliando la mirada hacia reflexiones en línea con nuestra vocación pluralista. Reafirmamos nuestra convicción en el rol del arte para generar interrogantes y poner en diálogo las distintas visiones de nuestra sociedad. Creemos fehacientemente que la colección es el corazón de la misión de un museo nacional en cuanto a resguardo y divulgación de la misma”.
Confusión. Al recorrer la muestra Luchas por el Arte, se nota cierto desorden y confusión. Y un foco en las críticas al Museo, como institución reflejo del poder machista, desde sus inicios. Es conocida la crítica que se hace respecto a la formación de la colección: en vez de comprar a artistas europeos de primer nivel, se adquirió a artistas de segunda.
La comparación con el MALBA de Argentina es penosa: en la colección trasandina aparecen Picasso, Rembrandt y Goya, entre otros. De hecho, uno de los documentos de la muestra Luchas por el Arte es un cartel que dice: “Excelencia, compre un Cezanne y un Picasso. Se lo agradecerán las generaciones futuras”.
La muestra tiene documentos interesantes, pero desordenados. Se cita la frase de Enrique Lynch, director del Museo: “Sin un recurso, sin un centavo, sin empleados”, de 1899. Esta fragilidad institucional se mantiene hasta hoy. Las curadoras, Eva Cancino Fuentes y Gloria Cortés Aliaga, dicen: “La exposición se constituye en la primera propuesta conceptual para pensar en un nuevo guión permanente de la colección del museo”.
Una historia terrible. El día jueves, cuando visitamos el Museo, hay un ruido ensordecedor producto de los arreglos que se están haciendo. Un curso de educación media de un colegio público revisa sus celulares mientras la guía cuenta la historia del Museo, relevando la escasa presencia femenina y mapuche en la colección. Recomienda la exposición: “La mujer en el arte 1975”. También se refiere al escudo, sin huemul ni cóndor. “Es una forma de protesta ante el abuso animal”, sostiene. Además menciona el caso del exterminio mapuche, que protagoniza una exposición actual: “Las miradas sobre el Wallmapu”.
Esta última exposición, cuyo curador es Cristian Vargas Paillahueque, es descrita de la siguiente manera: “A través de imágenes, documentos y citas, la exposición permite trazar una panorámica, visual e histórica sobre el Wallmapu, entendido como el concepto con que se denomina el territorio transfronterizo del pueblo mapuche”.
La guía recuerda el caso de mapuches que en el siglo XIX fueron capturados en Chile y llevados a Europa como material de exhibición. “Esa es una historia terrible”, dice. “¿Alguna pregunta?”. Los muchachos siguen enfrascados en sus celulares y se quedan en silencio.
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