Este año 2022 es trascendente para la historia democrática e institucional de Chile por varias razones.
El 11 de marzo asumió como Presidente de la República, Gabriel Boric. Más desaciertos que aciertos, una evaluación negativa -de las más altas de la historia política de nuestro país- a muy poco de comenzar su gobierno. Tibio y dubitativo. La historia del propio Presidente y sus amigos más cercanos, dirigentes estudiantiles, que hicieron propio el octubrismo, se encontraron con que gobernar no era protestar , tirar pancartas o tomar posiciones desde la trinchera.
Se encontraron con un Chile institucional, que funciona, con un pueblo que entiende y vota y se manifiesta democráticamente.
Se encontraron con un pueblo que no quiere violencia , que quiere vivir en paz, que sufre la inflación, que quiere orden y señales de un presidente firme y claro y que se ocupe de priorizar la resolución de problemas, sin refundaciones. Sin volteretas.
Graves errores en materia de seguridad; actitud poco clara y oscilante en el tema migratorio y las graves consecuencias que ello tiene; desatinos en materia de relaciones exteriores tanto en él área política como comercial; Hay más, sí hay más. En educación, en el intento de designar al Fiscal Nacional, en la cantidad de amigos que hoy forman parte del gobierno, habiendo prometido en campaña que no sería así. Y más.
Su compleja coalición Apruebo Dignidad, en alianza con el Socialismo Democrático, no le resulta fácil al Presidente, ni a la propia coalición, ni al país. Sin embargo, estuvieron juntos de la mano a favor de aprobar un texto constitucional que hubiera deshecho a Chile. “Lo reformamos después”, propusieron desde el Socialismo Democrático, a sabiendas de que eso hubiera sido impracticable.
Esta compleja decisión de ser parte activa de la campaña del Apruebo tuvo consecuencias. Primero, porque sufrió una tremenda derrota, que por cierto también es un no a su programa de gobierno en el que están muchos de los puntos que estaban en la Constitución propuesta. Además, dejó de lado al ciudadano en sus necesidades y prioridades al poner toda su energía en la campaña y no en gobernar.
Desconocemos, por esta misma razón, hacia dónde va el gobierno. Entre su historia reciente, lo que han dicho y no dicho, hay contradicciones tremendas en el perfil de algunos funcionarios para la tarea asignada. No resulta fácil entender el rumbo.
Una cosa es mejorar y otra muy distinta es refundar todo. La hoja en blanco se utiliza cuando aprendemos a escribir y practicar nuestras primeras letras. La historia institucional de Chile no se puede ni debe borrar. Llevamos mucho y bien escrito a lo largo de nuestra historia democrática y republicana.
El 4 de julio, los constituyentes entregaron la Constitución terminada en un acto que careció de nuestros emblemas republicanos, sin nuestra bandera y sin cantar nuestro himno. Ya sabíamos hacia dónde apuntaba el texto propuesto.
El 4 de septiembre, dicha propuesta fue rechazada en forma contundente -una participación ciudadana récord- con un 61,8% de los votos. Una terrible derrota para el gobierno. Un grito democrático y fuerte.
El 4/S trajo consigo, además, una serie de situaciones virtuosas.
La primera de ellas fue salvar a Chile del desmembramiento en varias naciones y un debilitamiento de nuestras instituciones lo que hubiera afectado nuestra democracia, nuestro futuro y la posibilidad de resolver en serio los acuciantes problemas de los chilenos.
La segunda es que recuperamos los 30 años más virtuosos de la historia reciente de Chile. En 2019, luego de una violencia inusitada, inadaptados destruyeron parte de nuestra historia, bienes públicos y una enormidad de negocios de emprendedores que no los recuperaron nunca más. El lema era: “no son 30 pesos son 30 años”. Ni 30 pesos, ni los 30 años. Lema engañoso, como tantos otros.
Mitos que debemos derribar para vivir en paz.
La tercera, fue que gracias al ex presidente del INDH, Sergio Micco, los Derechos Humanos, pasaron a ser de todos y para todos. Visitó a todas las víctimas y familiares sin medir quién era. Dijo con firmeza que en Chile no hubo en 2019 violaciones sistemáticas a los Derechos Humanos. Eso sí, le costó el cargo por persecución dentro del propio INDH de Chile.
La cuarta es que quienes validaron la violencia como un mecanismo válido de expresión, hoy deben gobernar y combatirla. Esto es virtuoso, pero deben decidir combatirla en serio. Ya van casi 10 meses perdidos, en los cuales sigue aumentando la violencia, la inseguridad y el narcotráfico. No a las medias tintas y a planes con bonitos nombres.
La quinta es reconocer que se necesita una oposición constructiva, no obstructiva. Quienes gobiernan no fueron una buena oposición. Hoy deben gobernar con ella. Esta es la base de la gobernabilidad.
Por cierto, se volvió a hablar de la política de los acuerdos y de hacer las cosas “ en la medida de lo posible”, frase de Patricio Aylwin denostada por años.
Termina el año con el Acuerdo por Chile para contar con una nueva Constitución. Fruto de un acuerdo político, en el cual participaron casi todas las fuerzas políticas. No habrá refundaciones. No habrá varias naciones. Hay bordes y límites acordados que serán fiscalizados. Participarán 24 expertos y 50 constituyentes electos universalmente.
Chile quedó protegido en esta materia, esperemos. Hay críticas, sí. Hay arrepentimientos, sí.
Debemos confiar en la clase política y los ciudadanos que terminan el año y empiezan el nuevo, con una gran tarea por delante.
El gobierno tiene una gran oportunidad, al haberse acordado un nuevo proceso para llegar a una nueva Constitución, para ya mismo dedicarse a resolver los problemas más graves de los chilenos y darle prioridad legislativa a aquellos proyectos que ya están en el Parlamento. Eso se llama continuidad institucional, tan importante para el crecimiento y el desarrollo.
Empieza el año con una tarea por delante para todos, sobre todo para el gobierno. Deberá tomar algunas decisiones, firmes, claras y posibles.
Se trata ni más ni menos de construir el futuro de Chile .
Eso sí, para ello, la sociedad entera debe repudiar actos como el que sufrió Cristián Warnken. En caso contrario, seguirá la sombra del octubrismo, la violencia como método, lo que hará más difícil aspirar a un mejor Chile.
Preservemos lo bueno que tenemos. Es lo único que nos permitirá avanzar en serio. Con prisa, sin pausa. Es necesario .
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