En noviembre de 2019, un mes después del estallido social, Franco Parisi aparecía en Agenda Criteria en el primer lugar entre las preferencias espontáneas para futuro presidente, con un 8%. Mientras el emergía, los liderazgos instalados hasta ese momento perdieron posiciones.
Ante la inesperada irrupción, más que preguntarse por las razones de ésta, medios, analistas y columnistas tendieron a dudar e incluso a impugnar el dato. De poco valieron las explicaciones en torno a su trabajo en RRSS, su masivo canal de YouTube o su probada fuerza electoral: en la elección de 2013 ya había obtenido un 10.1% de la votación (666.015 votos), por lo que perfectamente podía conservar un importante bolsón de adherentes.
A esas alturas, resultaba inverosímil que un personaje que no había dado entrevistas en medios tradicionales, que no iba a los matinales ni discutía en los programas políticos de turno en televisión abierta, de pronto estuviera encumbrado en una encuesta.
Al poco andar y con la astucia que lo caracteriza, Parisi entendió que la agitación emocional y las demandas sociales cristalizadas ese 19 de octubre podían no ser tan sólidas como muchos creían y que la volatilidad reinante podía hacerlo desaparecer igual de abruptamente como había aparecido.
Para no ser flor de un día, Parisi declaró en YouTube que no estaba disponible para una carrera presidencial y bajó la intensidad de sus redes sociales.
Hasta que olió su momento. Tras la caída en desgracia de Pamela Jiles luego de las elecciones de Convencionales y ya sancionadas las primarias, se hizo del Partido de la Gente y volvió a la carga. En agosto de este año ya cosechaba un 5% de preferencias espontáneas y a un mes de la elección alcanzaba un 9%. Como si fuera poco, su intención de voto medida en diversas encuestas no bajaba del 10%.
Para entonces, ya había vuelto el escepticismo ambiente: la duda sobre los resultados en las encuestas de un candidato que no pisa Chile, que no va a debates y que, como si fuera poco, tiene orden de arraigo por no pago de pensión de alimentos, se tornó reflexión recurrente. A pocos días de la elección de primera vuelta, no hubo entrevista en medios ni webinar donde no me preguntaran ¿qué onda Parisi?
Las encuestas no se equivocaron y Parisi salió tercero con un 12,8% de la votación. Nada más y nada menos que 899.403 votos. Los votantes de Franco dejaron de ser una anomalía de las encuestas y se convirtieron en un objeto de deseo para los comandos de segunda vuelta. Y era que no, el domingo en la noche ya todos eran expertos en Parisi y extrapolaban su votación al balotaje.
Pero, ¿quiénes son en realidad los votantes del candidato de Alabama? Demográficamente en su mayoría son menores de 44 años y de segmentos medio bajos y bajos. Como confirmó SERVEL están mucho más repartidos en regiones que en la capital.
Bajo esa superficie aparecen otras distinciones de orden subjetivo levantadas días antes de la elección por Criteria y que me parecen muy ilustrativas. En primer lugar, son esencialmente “Parisinos”. Me aventuro a decir que al menos la mitad de ellos, no votará ni por Kast ni por Boric en segunda vuelta. Complementariamente, descreen profundamente de las elites políticas y empresariales envolviéndolas a todas bajo el paraguas de ser zánganos, abusadores y definitivamente corruptos.
Pero lo más sabroso es que son votantes que valoran en Parisi algo de lo que connota Kast en su personalidad y parte de los que representa Boric en su demanda por transformaciones. En Boric ven más viable que tengan espacio sus expectativas por acotar las brechas de desigualdad, por reformar las pensiones y dar curso a la nueva constitución. De seguro mucho de ellos salieron rabiosamente a protestar durante los días del estallido y, coincidentemente, un mes después Parisi “se nos apareció” en Criteria.
En el republicano en tanto, proyectan más similitudes con la personalidad de líder del PDG. Como Parisi, Kast también es directo y va de frente, explica fácilmente ideas complejas y tiene convicciones más allá de los partidos políticos. Y, lo más distintivo respecto de lo que ven en Boric, con Kast podrían satisfacer mejor las expectativas de estabilidad que depositaron en Parisi.
Los parisinos que finalmente voten en segunda vuelta, ¿optarán por la personalidad del republicano o por transformaciones ofrecidas por Boric? Creo que ahí estará la clave. Eso, a menos que Parisi les indique por quién votar. Ahí no se perderán: son –esencialmente- Parisinos.
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