A principios de 2020, el inicio de la pandemia de COVID-19 provocó una de las mayores fluctuaciones del mercado accionario estadounidense desde 2008, un aumento del desempleo, impactos en las cadenas de suministro y escasez de bienes de consumo. A finales de 2021, el número total de fallecimientos se estimaba en más de 5 millones a nivel mundial. Sin embargo, durante este período el covid tuvo un efecto moderado en la población china, debido en parte a políticas de cuarentena más estrictas. A partir de la flexibilización reciente de las políticas de “cero covid”, hemos observado un aumento significativo de los contagios en China: algunas fuentes estiman que casi la mitad de las muertes globales en abril se producirán en ese país. Aunque es difícil estimar el número exacto de casos, es natural preguntarse qué efecto tendría un brote de covid a gran escala en China sobre la economía global.
A continuación, describiré algunas consecuencias económicas de lo anterior para considerar en 2023:
Primero, la interrupción en las cadenas de suministros globales. El estatus de China como principal exportador de bienes y servicios del mundo significa que cualquier impacto en su fuerza laboral podría tener efectos de carácter global y significativos en diversas industrias. Por ejemplo, los componentes electrónicos y de automóviles, las dos mayores exportaciones de China, representaron US$ 53.000 millones y US$ 5.500 millones de intercambios comerciales durante octubre, respectivamente. Los cada vez más frecuentes cierres de fábricas en el último mes podrían tener impactos en la oferta y los precios de los automóviles en todo el mundo, similar a lo experimentado durante la primera ola de covid. Esto ha llevado a que muchas empresas extranjeras reconsideren la logística con China de cara al futuro. Es posible que países que históricamente han sido buenas opciones para externalizar en estas industrias, como India, Vietnam, Tailandia (tecnologías de información) o Alemania, México y Japón (automotriz), experimenten una mayor demanda para compensar el riesgo proveniente de China.
Segundo, una disminución de las importaciones. Las tres principales importaciones de China son maquinaria eléctrica, combustibles y minerales. El cobre y el hierro son dos de las tres principales exportaciones de Chile a China. Una desaceleración en el consumo de estas materias primas debido al covid podría resultar en una disminución de sus precios. Si bien eso puede ser menos favorable para países que obtienen ingresos de estas exportaciones, como Chile o Australia, lo positivo es que podría reducir las presiones inflacionarias, ayudando a controlar los grandes aumentos que hemos visto en los últimos años.
Tercero y último, aumento de tasas de interés a largo plazo e inflación. Cuando China salga completamente de su política “cero covid” y los casos disminuyan, el mayor consumo de una economía que vuelve a funcionar a plena capacidad podría aumentar los precios de bienes y servicios globalmente. Esto, a su vez, podría afectar la inflación y aumentar las tasas de interés.
Independientemente del efecto que tenga en la economía la recuperación de China de este brote de covid, es importante tener una filosofía de inversión que ayude a mitigar los riesgos de eventos económicos inesperados. Los inversionistas deben considerar siempre los beneficios de la diversificación global para protegerse ante los riesgos específicos de países y regiones.
Este momento invita a tener una mirada distinta a la que hemos sostenido como país en los últimos años, que privilegie la rigurosidad de los análisis técnicos, en su sentido más amplio, alejada de los discursos pomposos, muchas veces carentes de contenido.
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