Hace tiempo que nuestro país está con la autoestima dañada. ¿Está todo mal? No. ¿Está todo bien? No. Esto requiere de una genuina autocrítica de distintos actores políticos, por la actitud asumida desde octubre del 2019.
La desconfianza en la política sigue creciendo, y la polarización atenta contra la institucionalidad.
En un instante, el 18/10, en una serie de actos violentos se perdieron miles de millones de pesos, daños a la infraestructura pública -de todos los chilenos-, destrucción de 25 estaciones de metro, saqueos, negocios devastados, vecinos aterrados, muertes, heridos impregnados del olor a bombas molotov que se tiraban a mansalva. Hubo mucha gente herida, ojos dañados. Gases lacrimógenos, balines de goma y más. Inaceptable violencia.
Una parte importante de la clase política no condenó estos actos.
Ese día se instaló a fuego un lema muy destructivo: “No son 30 pesos, son 30 años”, validando la violencia como método de expresión popular. Una aberración.
Se quiso borrar una parte de la historia, y refundar la Patria a través de la constitución propuesta, que fue rechazada.
Sumamos aseveraciones fuertes que se vienen repitiendo hace tiempo, que de tanto reiterarse se graban a fuego, sin contar los ciudadanos con el análisis correspondiente y la explicación necesaria para entender a fondo la problemática y saber si es o no cierto lo que le dicen.
Algunas fueron; ¡No más AFP!; ¡No más ISAPRES ! ¡En Chile hay violaciones sistemáticas a los derechos humanos ! ¡Muera el neoliberalismo! Todo ello mezclado con un sentimiento de fuerte rechazo al sector privado. La interacción público privada es fundamental para el desarrollo, por ello es importante que exista el respeto tanto por el Estado como por la actividad privada, reconociendo aportes y también todo aquello que debe cambiarse. Hubo colusiones graves. También el financiamiento a la política fuera de lo legal y establecido.
Todo esto debe repararse, con la verdad, el reconocimiento y arrepentimiento, para comenzar a recuperar confianzas.
El resultado del plebiscito del 4 de septiembre, permitió a muchos volver a reconocer que los 30 años no eran los responsables de un “Chile devastado, desigual, pobre y violento”. Al contrario, se reconoció y reconoce casi transversalmente que ese periodo de Chile, a partir de la recuperación de la democracia fue de crecimiento, inversión, aumento de las matrículas educativas, disminución drástica de la pobreza, inserción internacional, desarrollo científico y energético y mucho más. No alcanza. Está claro que debemos seguir por la senda de un crecimiento más equitativo.
Hemos perdido mucho tiempo. Faltaron los votos a proyectos esenciales tanto de izquierdas y derechas en el parlamento referentes a pensiones, salud, seguridad, incluyendo proyectos para una nueva constitución. La autocrítica es necesaria. La acción reparadora también.
Los políticos, no todos claramente, se dedicaron a proyectos que les redituaban en lo personal por encima de los problemas colectivos de la gente, cayendo en acciones populistas que solo han generado daño.
Respecto ¡No más AFP! Hubo retiros y estuvieron los fondos. No se los habían llevado las AFP. La gente necesita saber la verdad del sistema. Los aportes fueron bajos; lagunas sin imposición; personas en el Estado a boleta de honorarios durante años sin aportar. Muchas cosas para resolver aún. Verdadera libertad de elección. Mayores aportes disminuyendo la gran masa que no aporta. Mucho más, pero de ahí a eliminar la institucionalidad vigente sin una detallada y concreta explicación, hay un trecho.
En referencia al sistema de salud, es preocupante lo que está ocurriendo. ¿Se resuelve eliminando las Isapres y todos en fila al Fonasa? De ninguna manera. El sistema público de salud debe mejorarse en forma urgente, disminuir colas, mayor tecnología y mejor gestión. Existe el proyecto en el parlamento que tampoco contó con los votos.
Las Isapres deben regularse distinto. La insolvencia, las ganancias pautadas. Lo que no se puede hacer es eliminarlas.
La gran mayoría no tiene, no tenemos claro lo que ocurre en tantas áreas que nos afectan. Sumo la inflación que dificulta el llegar a fin de mes a muchos.
Chile necesita recuperar internamente confianzas. Para ello se requiere que todos aquellos que conozcan y sean parte de los problemas que mencionamos, tanto del sector privado como de la política, le expliquen a los ciudadanos en forma concreta y sencilla, la verdadera situación. Dejar la ideología de lado es imprescindible, para poder verdaderamente llegar a acuerdos que permitan resolver estas graves problemáticas sin necesidad de empezar todo de cero. Sería absurdo, habiendo hecho tanto.
Ojalá, comencemos a caminar el camino virtuoso de recuperación de las confianzas en nuestras instituciones, en el Estado, en el sector privado y en la clase política.
Esto requiere la valentía de que cada uno haga la correspondiente autocrítica, reconocer los errores cometidos y proponer soluciones que no refunden, o eliminen ya que no es necesario, y la mayoría de los chilenos tampoco quiere.
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