A horas del plebiscito todas las encuestas desde el mes de abril hasta la fecha, sin excepción, dan por ganador al rechazo por diez puntos, lo que no necesariamente significa que eso vaya a suceder. Hay “modelos matemáticos” que indicarían lo contrario. También existe incertidumbre sobre el efecto de los nuevos votantes y hay quienes dicen que predecir un plebiscito es más difícil que una elección unipersonal, citando a lo sucedido con el Brexit.
El punto es que el Gobierno pudo haber evitado llegar a este momento en condiciones tan precarias, encontrándose al borde del precipicio.
Si gana el rechazo el gran derrotado será el Gobierno y particularmente el Presidente Boric, por no haber intervenido políticamente durante el desarrollo de la Convención teniendo los medios para hacerlo y lograr un texto capaz de concitar el apoyo de la mayoría; o por lo muy menos de toda la centroizquierda lo que habría sido suficiente para cambiar drásticamente la correlación de fuerzas.
El Presidente debió haber utilizado su liderazgo e influencia para “enderezar el clavo” en la Convención, convocando a los líderes de los partidos del Gobierno y poniendo sobre la mesa su autoridad. Había suficientes convencionales socialistas, comunistas y del Frente Amplio sin cuyo apoyo no se habrían logrado los dos tercios para aprobar algunas de las normas que hoy están más cuestionadas.
Al Presidente le faltó estatura de estadista para entender hasta que punto el destino de su gobierno y liderazgo personal está en juego en este plebiscito. Se compró la tesis de la prescindencia y “autonomía” levantada por los convencionales frente a un gobierno que consideraban hostil como el de Piñera, pero no al suyo.
Adoptó una actitud acrítica y prescindente durante los debates, observó impertérrito como se eliminaba el Senado, conociendo la molestia del Partido Socialista y expresó en múltiples oportunidades su respaldo a lo resuelto en las distintas comisiones y en el pleno.
Tuvo un comportamiento errático. Ante las primeras evidencias de que había un clima adverso, quiso tomar distancia del borrador llegando a pedir en el acto de clausura de la Convención que a la hora de votar no se confundiera al Gobierno con ella.
Al final, quedó atrapado en la defensa del trabajo de la Convención y cuando vio el peligro de un triunfo del Rechazo decidió meterse de lleno en la campaña, lo que a esas alturas era el único camino razonable que le quedaba.
En una extensa entrevista en la revista Time (cuya lectura recomiendo) el Presidente Gabriel Boric se esfuerza por relativizar los efectos que un eventual triunfo del Rechazo tendría sobre su gobierno y liderazgo, rechazando la afirmación del periodista que le dice de que ello “sería un desastre para su agenda”.
Boric se defiende señalando estar “convencido de que llegará a “buen término independientemente del resultado del 4 de septiembre y que igual tiene el deber de gobernar “independientemente de lo que pase”.
Pero su “negacionismo”, como es obvio, no cambia la realidad.
El triunfo del Rechazo sería un golpe demasiado duro a la línea de flotación de la coalición gobernante. Desde un punto de vista de la izquierda oficialista y especialmente de Apruebo Dignidad sería políticamente equivalente a que en las elecciones de 1970 hubiese sido derrotada la Unidad Popular.
Se viene abajo todo un proyecto político que empezó con el estallido social y que solo ha conocido la victoria y que habría estado a punto de trasformar su programa político nada menos que en la Constitución de la República
En la entrevista de Time Boric minimiza los efectos que sobre su gobierno tendría el triunfo del rechazo, señalando que si gana “nos demoraremos un poco más, pero vamos a llegar igual”.
Sería lamentable que el presidente realmente pensara que la derrota en el plebiscito solo significa un pequeño bache en el camino y que va a poder continuar “igual” con su proyecto.
Su gobierno quedaría como un barco encallado que hay que reflotar con cambios estructurales en su diseño y objetivos; y que solo un presidente que tenga conciencia plena del momento que se vive puede materializar.
En todo caso, este gobierno ha demostrado una notable capacidad de adaptación y cinismo que les permite cambiar de opinión y discurso sin anestesia en cualquier momento.
El periodista de la revista Time se lo hace ver al Presidente aludiendo a “varios giros de 180 grados desde que asumió el cargo”. Tal vez esta habilidad de “cambiarse de caballo” le podría resultar de mucha utilidad a la hora de pararse frente al nuevo escenario político que requerirá de contorciones políticas y sobre todo retóricas.
Finalmente, hay que constatar que como la historia la escriben los vencedores, si pierde el Rechazo, Boric será un héroe, gracias a cuya sabiduría y oportuna intervención en la campaña, pese a los reparos injustificados de la Contraloría y las “fake news” de la derecha, fue capaz de arrancar una victoria desde las fauces de la derrota.
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