-Mientras la elite política intenta llegar a un acuerdo, en la encuesta Data Influye solamente el 11% de quienes no han decidido su voto, lo haría si hay un pacto transversal. ¿Hay una desconexión entre la población y la clase política?
-Las personas que todavía están esperando para decidir su voto son un 37%. La mayoría va a esperar que se termine el texto. Solo un 11 % espera un acuerdo. Por el momento, los principales factores para votar son los estados de ánimo, los sentimientos. Por ejemplo, la rabia, que subió 8 puntos y está en segundo lugar, después de la cautela. Un componente importante es que el envoltorio de todo este proceso es hostil. El Consejo Constitucional no exuda buena onda, sino enfrentamiento, peleas, atributos que pronostican una derrota.
-La rabia es una emoción muy potente, difícil de esquivar. ¿Cuándo empezó a subir?
-La rabia se disparó, a partir de la votación de las enmiendas. Este es un proceso donde la gente ha estado muy desinformada. Y es llamativo que las personas que van conociendo más la propuesta se van pasando al rechazo. La información que se produce de los consejeros en las últimas dos semanas no es alentadora, sino de polarización. Una disputa de identidades. La poca información que absorben las personas permite, por el contrario, que suba el rechazo.
-¿Planteas que esta apuesta de los partidos para tratar de buscar un acuerdo transversal puede generar mayor desafección con la gente?
-Yo creo que el diagnóstico que tiene Evelyn Matthei es súper fino, súper acertado. Lo vengo diciendo hace tiempo. Ella entiende que lo primero es parar la hostilidad. La gente le agarró mala o antipatía a este proceso desde el principio. En cambio, el año pasado toda la gente quería que resultara la convención, pero al final se cruzaron las líneas y terminó aborreciéndola.
Este proceso, sin embargo, partió con distancia y desapego de la población. En ese sentido, un gran acuerdo podría ayudar, no sé si a salvar el resultado, pero sí a estrecharlo. Un acuerdo transversal podría ir por el milagro.
-La misma Matthei dijo que no había ninguna probabilidad de que esto funcionara. En Data un 50% votaría en contra, 16 puntos más que la anterior medición.
-No quiero ser pesimista, pero esto está muerto. Hay que meterle un desfibrilador para tratar de revivirlo.
-¿Cuáles temas han afectado mayormente al proceso?
-Ha habido poca información y cuando esta aparece, es negativa. Las contribuciones, el aborto, etc. Hay una idea de populismo constitucional, que provoca dudas. Hay que entender que hoy las personas desconfían mucho más que antes. Entonces es más difícil pasar gato por liebre. Antes que la letra chica, lo que les preocupa es la confrontación. Es muy difícil sentirse atraído por un ambiente que se percibe demasiado negativo.
-Un 44% dice que sí fracasa la propuesta, no hay ninguna consecuencia. ¿Eso también refleja un estado de ánimo poco auspicioso?
-Sí, pero de todos modos hay un 60% o 70% de personas que consideran necesaria una nueva Constitución para tratar de estabilizar el país. Ese es el punto: bajar la incertidumbre y tratar de que la situación local esté un poquito más tranquila.
Es súper importante la energía que emana del proceso. Si los partidos políticos logran un acuerdo, pero en un ambiente de conflicto, el asunto de todos modos va a morir. Lo que se requiere es que haya energía contributiva, para que se entienda que esto es un acuerdo país y no un acuerdo político de negociación. La diferencia conceptual es importante. En el proceso constitucional estamos hablando de temas importantes, no de la próxima elección. Pero lo que emana es una ganancia de corto plazo.
-Varios han planteado que no hay un tercer proceso, sino que simplemente nos quedamos con la Constitución del 80. ¿O habría que buscar un nuevo esfuerzo?
-Lo que yo tengo súper claro es que vamos a tener un tercer proceso, con o sin la clase política. Y lo digo en serio, porque antes de un año vamos a tener a la izquierda saliendo a la calle, porque le regalaste una bandera de lucha. Lo único que necesita la izquierda dura es una bandera de lucha para salir a la calle y con el rechazo le estás regalando una demanda impecable que es una nueva constitución democrática.
Lo que digo es que va a haber una expresión de tercer proceso, dentro o fuera de la elite política. Y eso va a desestabilizar el país. No tengo ninguna duda.
-Si el texto no alcanza los 3/5 en el pleno, después de pasar a la comisión experta o mixta, podría no ir a plebiscito. ¿Crees que eso es mejor que un nuevo rechazo?
-Da lo mismo. Lo voy a poner de esta forma: no hay ninguna manera que haya paz social sin entendimiento. Es decir, si no hay entendimiento, y gana el proyecto, igual vamos a tener calle. Si se pierde, igual vamos a tener calle. Lo único que podría aplacar la calle es un acuerdo amplio y robusto, con una energía positiva que diga que no estás haciendo una negociación para arrasar con el otro. Ese es el problema: hoy todo huele a negociación de corto plazo.
-¿Ves viable un acuerdo desde republicanos a comunistas?
-No. Algunos en Chile Vamos están pensando en la sobrevivencia electoral. Con partidos que están pensando en la próxima municipal en un año más, es difícil tener una mirada de largo plazo. Es difícil tratar de establecer principios para los próximos 30 años cuando tienes una negociación municipal que empieza en dos meses más. Y en ese panorama, el tema de los expertos le soluciona la vida a todos.
-¿De qué manera?
-Porque la propuesta de los expertos tiene que ver con el largo plazo. Permite jugar y no involucrarse en la proyección menor. Y en ese sentido, es absurdo lo que está pasando en la UDI. La UDI tiene a la candidata más potente del país y la directiva de la UDI hace todo lo posible para que esa candidata pierda, algo que no es entendible bajo ningún parámetro mundial de política.
-Macaya dice que si fracasa este camino, queda la Constitución del 80 reformada por Lagos.
-Eso sería así, solo hasta que la gente salga a la calle y empiece la inestabilidad. Vamos a tener un gobierno que no va a funcionar, vamos a tener fragmentación y vamos a tener la inversión detenida. Por eso te digo que va haber un tercer proceso, con o sin la elite política.
-El Presidente Boric bajó ocho puntos. ¿Es una señal potente?
-Sí. No fue una buena apuesta el balance por los 50 años del golpe, porque dejaron un ambiente de desunión y mala onda. Las personas están cabreadas del enfrentamiento. Mira lo que pasa con los socavones, que es un tema que convoca a la gente. Culpan a la corrupción. ¿Por qué la gente tiene tanto interés en los socavones? Porque ve una historia, como una de serie de TV, donde están todos metidos. Es una cuestión muy interesante desde el punto de vista comunicacional.
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