A una semana de las elecciones en EEUU, el autor de “Cómo mueren las democracias”, Steven Levitsky sostiene a Ex-Ante que Donald Trump no tiene un “compromiso mínimo” con las reglas del juego democrático. Pero advierte que los problemas vienen de antes, que en EEUU no se veía una polarización como la actual desde la guerra civil del siglo XIX y que un eventual triunfo de Biden no va a producir un giro en 180º.
–¿Qué se juega en esta elección entre Trump y Biden?
–Lo que está en juego es la democracia de Estados Unidos, que ha sufrido un nivel muy grande de deterioro democrático en los últimos cuatro años. Si se examinan los índices mundiales de democracia, todos muestran un deterioro en el nivel de democracia de Estados Unidos. Según Freedom House, una ONG bastante de derecha, ya bajamos a un nivel de democracia inferior a Chile, Uruguay o Costa Rica. Estamos al mismo nivel de Panamá. El gobierno actual ha politizado de una manera atroz varias instituciones claves. El ministerio de Justicia, el departamento de Estado, de Relaciones Exteriores o de Salud Pública, se han politizado de una manera que no habíamos visto en muchas décadas. Si Trump gana la reelección, esto seguirá ocurriendo.
–¿Se puede responsabilizar solo a Trump o es un proceso que viene desde antes?
–Viene de antes. Trump es solo un síntoma del problema. Lo ha empeorado porque no tiene un compromiso mínimo con las reglas de juego democrático. Cada vez que en un sistema presidencialista eliges a un tipo sin compromiso con las reglas del juego democrático, es un problema. Trump surge de un problema más profundo que es la extrema polarización de la política norteamericana. Los dos partidos se han polarizado de una manera que no habíamos visto desde el fin de la guerra civil en el siglo XIX. Y esa polarización va a seguir aunque gane Biden. Remover a un presidente autoritario es un paso pero no va a solucionar el problema.
–Esa polarización se vio muy nítidamente en el primer debate entre Trump y Biden…
–Es cierto y es muy difícil sostener un debate sano, interesante y civil cuando las fuerzas son muy polarizadas. Pero también mucho tiene que ver con la personalidad de Trump. Trump no se preparó, no es capaz de hablar seriamente de política, jamás lo ha hecho, entonces él básicamente destruyó el debate interrumpiendo constantemente a Biden y haciéndole bullying al moderador. Es como un niño que no puede jugar con las reglas y destruye todo.
–¿Por qué existe esta polarización tan profunda en Estados Unidos? ¿Qué lo llevó hasta ahí?
–Estamos pasando por una transición que pocas democracias en el mundo han atravesado, en la cual un grupo étnico dominante pierde mayoría electoral y pierde su estatus dominante en la sociedad. Hace 50 años, cuando yo era niño, los blancos cristianos eran el 80% del electorado y dominaban todo lo político, social y cultural en el país. Todos los presidentes, gobernadores, jueces de la Corte Suprema, senadores, los CEOs de las empresas, expertos, politólogos, todos eran blancos y cristianos. En 50 años esto ha cambiado profundamente. Los blancos cristianos están a punto de perder su mayoría electoral, su mayoría en el país, y también están perdiendo su estatus dominante en la sociedad. Y eso se siente como una amenaza profunda, casi existencial, y por eso vemos slogans como “Make America Great Again”. El extremismo del Partido Republicano es una respuesta a eso.
–¿Cuán distinto podría ser un gobierno liderado por Joe Biden al de Donald Trump?
–Será imposible borrar los efectos del gobierno de Trump. Aunque quiera, para Biden será difícil dar un giro en 180 grados en cosas como la política exterior o la política de migración. Pero creo que la imagen exterior, al menos en el foro internacional, va a ser diferente. Hemos visto un gobierno que no le importa su imagen internacional y creo que Biden intentará volver a la imagen que tuvimos con Obama y con todos los gobiernos anteriores. Un gobierno más internacionalista, que por lo menos pretende cooperar con otros países, que trabaja con nuestros aliados occidentales, más con Francia y Alemania que con Rusia. Ahí va a haber un cambio importante.
–De todas maneras, hay quienes defienden la gestión de Trump. Por ejemplo, la economía estadounidense ha tenido un buen desempeño durante su gobierno...
–Trump heredó una economía fuerte. El rendimiento fue positivo, sí, crecimos por 3 años, pero él no ha hecho mucho. Lo único que aprobó fue una reducción de los impuestos a los más ricos que pocos economistas dicen que ayudó.
–¿Cuál es el impacto de estas elecciones para Latinoamérica?
–Estados Unidos no estaba prestando mucha atención a América Latina en los últimos años. Obama no se metió mucho. Entonces Trump no representó un cambio tan dramático, sobre todo para América del Sur. Los primeros 15 o 20 años después de la Guerra Fría, bajo Bush padre, Clinton y Bush hijo, Estados Unidos apoyó, promovió y defendió la democracia en la región, oponiéndose a intentos de golpe en Paraguay, Ecuador y Guatemala. A Trump no le importa ni mínimamente la democracia y Estados Unidos dejó de ser un modelo democrático en el continente. Mi impresión es que un gobierno de Joe Biden al menos podría apoyar con un mínimo de energía la democracia en la región.
–¿A qué se debe la llegada de líderes anti-sistémicos al poder, como Trump o Jair Bolsonaro en Brasil?
–El poder del establishment se ha reducido. Hace 50 años, los establishment en las democracias tenían un monopolio sobre los recursos necesarios para ganar elecciones y sostenerse en el poder. Y los partidos establecidos dominaban las candidaturas. En los años 60, 70 u 80, en cualquier democracia del mundo era muy difícil ser un outsider y ser elegido. Los medios te ignoraban, nadie te daba plata y los partidos jamás te daban la candidatura. Pero en las últimas décadas se ha vuelto cada vez más fácil. El establishment ha perdido su monopolio. Y con el surgimiento de las redes sociales, los candidatos pueden recaudar un montón de recursos a través de internet y pueden llegar al electorado sin tener que pasar por los medios.
–Pero también tiene que ver con el descontento en la sociedad, ¿no?
–Es que siempre hay descontento. Siempre hay desconfianza de la gente hacia los políticos. La diferencia es que ahora es simplemente más fácil ser un antisistema que antes. Elegir a un outsider sin experiencia dedicado a atacar a la élite política muchas veces termina generando por lo menos una crisis institucional o de la misma democracia. Sea (Alberto) Fujimori, Hugo Chávez, Rafael Correa o Trump… muchos outsiders terminan enfrentados con el Congreso, con el poder judicial, con los medios. En muchos casos terminan intentando un auto-golpe o intentando cerrar el Congreso.
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