Junio 14, 2022

Andrés Pérez, economista jefe Itaú: “Los precios dicen más que las palabras a estas alturas”. Por Catalina Edwards

Ex-Ante

En agosto de 2015, el gobierno chino sorpresivamente devaluó su moneda para apuntalar su economía. Entonces, Andrés Pérez tenía 35 años y trabajaba en el área de monitoreo de macro internacional en la Reserva Federal de Nueva York con el destacado economista Bill Dudley. Al mando de la FED estaba Janet Yellen, hoy secretaria del Tesoro norteamericano. “Un lugar increíble, inserto en el corazón del centro financiero mundial”, recuerda Pérez hoy economista jefe para Chile y Colombia de Itaú.


En Estados Unidos hay estadísticas para todo. Pero lo que estamos viendo hoy con una inflación del 8,6% y, en el caso de Chile, con una inflación sobre 10%, nos muestra escenarios macro que “no conocíamos”, dice Andrés Pérez. Además, venimos de una pandemia que, por la parte fiscal, “llevó a muchos gobiernos a testear sus límites”.

Hoy, nadie tiene la receta política o económica para manejar esta coyuntura. Además, los escenarios políticos han cambiado y es “más difícil alcanzar acuerdos”. Sin embargo, al menos desde el punto de vista monetario, según el economista, “Chile está más cerca del fin del ciclo de alza de tasas que otros bancos centrales (como Estados Unidos). Y eso refleja que lo han hecho muy bien”.

-¿Cómo es la situación de Estados Unidos en ese sentido?

-Es una economía donde el mercado laboral se ha caracterizado por su resiliencia y robustez. Bien sorprendente. Mirando hacia adelante es inevitable un mayor ajuste en el costo de financiamiento, en las tasas de interés y eso debiese equilibrar en el tiempo un smooth landing. En nuestro escenario base no se contempla una recesión, pero sí un deterioro en el crecimiento.

-¿Cómo proyecta el escenario económico para Chile?

-Estamos en un ajuste macro. El año pasado crecimos muy por encima de lo normal. Ibamos en una carretera a exceso de velocidad y era necesario apretar los frenos, que es lo que ha hecho la política macro fiscal y monetaria. Estamos en el curso de esta desaceleración, pero esta ha sido más moderada de lo que teníamos presupuestado, principalmente por el consumo privado que ha demorado en normalizarse. Pero, la inversión ha seguido una dinámica que ha sorprendido por la rapidez con la cual se ha deteriorado.

-¿Qué sostiene el consumo privado?

-Principalmente los ahorros que se acumularon a través de las distintas medidas que se impulsaron el año pasado: retiros previsionales y medidas transitorias de apoyo a los hogares. Pero también hemos empezado a observar una recuperación del crédito de consumo. En la hoja de balance de los hogares estamos viendo reducción en los activos y se empieza a ver deuda nuevamente. Pero esto hay que entenderlo en el contexto en que los hogares mejoraron sus balances durante la pandemia por distintos motivos.

-¿Cómo se explica que se vuelvan a endeudar pese al alza de tasas?

-No es fácil llegar y bajar el consumo de la noche a la mañana. Los hogares se están enfrentando a niveles de precios que no estamos acostumbrados. En ese sentido, si los recursos se van reduciendo va a existir más presión por tratar de apoyar a los hogares porque los niveles de precios que enfrentamos como sociedad no los hemos visto antes.

No es fácil bajar los niveles de consumo en el sentido más amplio. La canasta básica está creciendo a niveles que superan el IPC. Eso explica en parte el llamado de alerta que entregó el ministro Mario Marcel, relacionado a considerar los niveles de tasas que tienen los créditos de consumo.

 

Para este año, Itaú estima una inflación del 9,8% y un peak en torno a 13% en el tercer trimestre. Hacia 2023 alcanzaría un 4%, por encima de lo que proyecta el Banco Central. “Más que desanclada, la inflación seguirá encima de la meta y muy por sobre lo que estamos acostumbrados (…) Esperamos que la inflación caiga, pero que se demore en caer”, explica Andrés Pérez.

-Este es un problema mundial. Pero acá tenemos la UF. ¿Dificulta eso el manejo de la inflación?

-La UF se desarrolló por el prontuario inflacionario que tiene la economía chilena, pensando en generar un instrumento que permitiera a distintos actores protegerse de la inflación. Cuando uno tiene varios bienes y servicios que se indexan a la UF, cualquier choque se hace más persistente. El efecto es más difícil de resolver y de diluir. Hay contratos, créditos, arriendos, salarios indexados que hacen que el choque sea difícil de manejar. Creo que a medida que se amplifique el efecto, habrá más personas buscando indexar más servicios a la UF. Eso hará perpetuar más este shock. Pero, nos estamos tomando la medicina necesaria por el lado fiscal y monetario. Y si bien la medicina toma tiempo para que la macro lo digiera por completo, la actividad se va a normalizar. Aunque todavía seguimos con niveles de consumo privado muy elevados. Quizás habrá fiebre de por medio.

-¿Cuál sería la fiebre que le podría dar a nuestra economía en este caso?

-Lo más probable es que veamos recesión técnica a medida que nos vayamos acomodando a este ajuste. El punto es que si no tenemos un ajuste en la actividad puede ser que incluso terminemos con mayores niveles de inflación y eso requiere de medicinas más fuertes.

-¿Cuánto pesa en este contexto la discusión constitucional?

-Primero veamos el contexto internacional. Vamos a pasar de un escenario con harto viento de cola, a un escenario con viento en contra. El precio del cobre sigue elevado, pero no va a estar en los US$4,80 la libra de fines de marzo. Además, si se afecta la actividad económica de nuestros socios comerciales veremos menos demanda por nuestros bienes y servicios. Entonces vamos a ver en el margen un menor impulso externo.

Desde el punto de vista interno, separaría cortísimo plazo y horizonte medio. Para este año revisamos al alza la proyección de crecimiento de 1,4% a 2%, principalmente por el consumo privado. El 2023 debiese empezar a afectar la inversión privada que está contrayéndose más rápido y aquí hay que observar qué va pasando. Mi sensación es que hay varias cosas: inversión pública (que afecta el capital) y el costo del trabajo y, por ende, habrá un impacto sobre el retorno esperado de los proyectos de inversión y esto va mucho más allá de la Convención. A eso se suman temas que podrían venir por la reforma tributaria y por cambios en el mercado laboral. Todo eso termina afectando o agregando incertidumbre. Por eso, en la medida que todo se vaya aclarando va a hacer más fácil después invertir. El aparato productivo, no sólo enfrenta incertidumbre por la discusión política, sino también regulatoria. Sabemos que varias empresas no han logrado avanzar con permisos regulatorios o medioambientales y si eso se va manejando de acuerdo a la reglas, va a ser más fácil invertir.

-¿Cuánto de ese riesgo está hoy en los precios de los activos?

-En el tipo de cambio hay un castigo relevante que se observa desde el cuarto trimestre de 2019 que hoy sería de $150. Hoy está en $860 y en ausencia de ese premio mayor estaría en $710. Es difícil, explicar un tipo de cambio en niveles actuales con el cobre por sobre US$4 y con diferencial de tasas a favor de Chile… eso es el reflejo del premio que se está exigiendo sobre el peso.

-¿Cuál es el pulso que toman los inversionistas desde fuera mirando Chile?

-Los inversionistas están internalizando este mayor riesgo. Pero también en una mirada más amplia, todas las economías hoy tienen distintos tipos de riesgos: Chile, Perú o Colombia. Pero los inversionistas también observan que acá la política macro se está ajustando. Chile siempre se veía con una estrellita y estábamos en la frontera del best of class y ese status no se ha perdido para nada. En ese sentido, la mayor preocupación hoy son las finanzas públicas.

 

El economista explica que la deuda pública ha aumentado más de 30 puntos del PIB desde 2007, en términos brutos. “Es bien impresionante porque la pendiente no cambia en el tiempo, a pesar de todos los esfuerzos que se han hecho”.

Hasta qué punto va a llegar la deuda pública y cuál es la clasificación de riesgo consistente con esa deuda, se pregunta Pérez. “La clasificación más baja es la de Fitch que nos da A- con outlook estable. Una muy buena clasificación, en la parte media, pero en grado de inversión. Pero, qué dice el mercado de nuestros activos… “Los spreads de un bono de 10 años de Chile son similares a los de una economía de riesgo BBB. Es decir, dos escalones más abajo que nosotros, siempre en grado de inversión. Pero es un anticipo de dónde nos ve el mercado con el tiempo. Los precios dicen más que las palabras a estas alturas”.

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