“Si logras una Constitución, cuando la sociedad está en estado de ebullición, en estado ígneo, el molde que has armado va a ser más favorable en los momentos desfavorables. Y creo que eso lo hemos perdido. Y ahora recuperar eso va a ser más complicado; entonces, eso es lo que me da tristeza”.
Álvaro García Linera.
“La Constitución debe procurar que si llegan a gobernar los adversarios, se vean constreñidos a seguir una acción no tan distinta a la que uno mismo anhelaría, porque –valga la metáfora– el margen de alternativas que la cancha imponga de hecho a quienes juegan en ella sea lo suficientemente reducido para ser extremadamente difícil lo contrario”.
Jaime Guzmán.
Jaime Guzmán, ideólogo y autor de la Constitución de 1980, y Álvaro García Linera, teórico de la plurinacionalidad y de la Constitución boliviana, coinciden plenamente a la hora de establecer lo que se le pide a un texto constitucional: que deje a firme el dominio de unos sobre otros o al menos, que impida al otro llevar a la práctica sus ideas y programas.
La base de esta común ideología está en las ideas simplificadas del teórico del partido nacionalsocialista alemán Carl Schmitt, para quien lo esencial en lo político es la definición del campo entre amigos y de enemigos, dos irreconciliables que buscan mutuamente eliminarse. Es que la verdad es que hay un Schmitt que encanta a la derecha y otro que fascina a la izquierda populista.
García Linera, en una conferencia dictada en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, se lamenta que la izquierda chilena -partidaria del texto constitucional de la Convención- haya mantenido “los buenos modales” para enfrentar el plebiscito constitucional del 4-S. A su juicio habría sido preferible dejarlos de lado para enfrentar “políticamente” el debate plebiscitario.
Este lenguaje críptico, hecho ex profeso para que lo entiendan unos pocos, lo que quiere decir por “buenos modales” es `conductas democráticas` y su invitación a enfrentar estos debates “políticamente” quiere decir ´de la manera que lo hemos hecho nosotros`, es decir, saltándose las reglas, como de hecho lo hizo Evo Morales en su último y frustrado intento de reelección presidencial.
Es verdad que Bolivia, hasta antes de la última y amarga aventura de Evo, gozó de una poco frecuente estabilidad política y desarrollo económico bajo la presidencia de Evo Morales y su vicepresidente García Linera. Los positivos cambios se verificaron también en un nuevo texto constitucional que da cuenta de la realidad social y cultural del país andino, en donde la mayoría de la población pertenece a pueblos originarios. Se trata de un caso exitoso que se explica por la peculiar realidad boliviana. No constituye una receta ni un modelo a imitar como lamentablemente algunos quisieron convertirlo en la fracasada Convención chilena.
Hubiese sido mejor que García Linera hubiera venido al país para tratar de comprender por qué los chilenos, para quienes las palabras Acuerdo, Diálogo, Consenso no les son ajenas, rechazaron masivamente un proyecto constitucional partisano, la otra cara de la moneda de la constitución del 80.
Boric jamás habría podido imaginar un desenlace tan trágico para él. El proceso que impulsó con tanto ahínco se convirtió en un “boomerang” que desestabilizó a su coalición y debilitó a la izquierda. Ahora se enfrenta a un escenario terrible. Si “gana”, pierde porque legitima la constitución que quería cambiar; y la alternativa sería aún […]
Este fue el año en que el final de Succession (HBO Max) se convirtió en trending topic y provocó una avalancha de análisis sesudos e inspirados de comentaristas de toda índole. Y sí, ese guion profundamente shakespereano, con una lograda intensidad trágica da para libro. Pero el 2023 se estrenaron series y miniseries de muy […]
Esto ya no tiene que ver con la constitución. La derecha ya decidió que tiene menos chance plebiscitando sus ideas que convirtiendo el 17 de diciembre en un referéndum sobre Boric, su gobierno, y todo lo que representa su mundo político y cultural. Ahí tiene a su villano favorito.
En el fondo, escuchar a Beck es como comerse una carbonada deliciosa, que tiene el cilantro justo, donde los cuadritos de carne milagrosamente no se han recocido, en la que cada grano de arroz está intacto y que aunque la hayamos comido cientos de veces, cada vez aparece algo nuevo.
Todo análisis del impacto de Kissinger debe partir reconociendo que su obra teórica, marcada por el realismo y por el anticomunismo propio de la Guerra Fría, es amplia y también imprescindible para el estudio de las relaciones internacionales y la seguridad. Pero lo que lo distingue de otros intelectuales es haber sido, además, un controvertido […]