-El triunfo del Nuevo Frente Popular en las legislativas francesas se basó en una alianza que va de la socialdemocracia a la izquierda radical. En general, ¿es más fácil para la izquierda unirse contra la ultraderecha que unirse para ser gobierno?
-Es una muy buena pregunta, y la respuesta es definitivamente sí. Esto no es nuevo en Chile: nos pasó algo análogo con el plebiscito de 1988, en el que la izquierda y, tras ella, toda la oposición, se unificó ante el adversario principal, el mal de todos, eso fue el NO, lo que se prolongó con el programa de gobierno del presidente Aylwin (Pinochet siguió como comandante en jefe del Ejército por ocho años más, no lo olvidemos, lo que facilitó enormemente la consolidación de la Concertación como coalición de gobierno).
En Francia ha sido últimamente lo mismo: si bien el Nuevo Frente Popular elaboró, en la extrema urgencia que fue colocada por el presidente Macron, un programa mínimo común, el pánico al lepenismo y a su partido Rassemblement National pudo más. Tanto es así que esta izquierda heteróclita y diversa que ya estaba desunida tras el fracaso casi inmediato de la antigua coalición Nouvelle Unité Populaire Écologique et Sociale (NUPES) y el intento de liderazgo ultra-hegemónico de Mélenchon, superó su propia tragedia interna en un tiempo récord: algo así como un “Le Pen effect” y un terror al retorno de la “bestia inmunda”, una retórica de otra era que encontró una renovada actualidad en 2024. Los verdaderos problemas comienzan ahora.
-¿Qué tipo de liderazgo tiene Mélenchon? ¿Es un izquierdista duro, un socialista a la antigua?
-Convengamos que Mélenchon no es para nada un comunista: pero su figura en Francia es funcionalmente equivalente a la de Daniel Jadue en Chile (independientemente de los contenidos ideológicos involucrados, aun cuando hay similitudes, como por ejemplo sobre Venezuela, el socialismo indigenista boliviano y varias otras cosas más). Es un liderazgo disociador y mesiánico. Por la misma razón, Mélenchon es completamente diferente a Gabriel Boric, a decir verdad, su antítesis.
En 2008 o 2009, tuve la oportunidad, rara, de almorzar a solas con Mélenchon en Santiago, en un tiempo en el que él no era la figura política de hoy, ni se acercaba a serlo: en aquel entonces yo era director ejecutivo de Expansiva en un momento en el que se buscaba en Chile desde ese centro de estudios institucionalizar un diálogo programático y en serio entre liberales y socialdemócratas.
-¿Cómo fue ese encuentro?
-Por razones que aun no acabo de entender, Mélenchon quiso conversar sobre la posibilidad de ese diálogo: nos reunimos en la embajada de Francia en Santiago. Él era aun senador socialista (estaba de salida), y su disposición a escuchar me resultó llamativa. Pues bien, ese Jean-Luc Mélenchon (quien habla, dicho sea de paso, un español notable) ya no existe. Como a veces pasa (a varios también le ha pasado en Chile), se “radicalizaron” en un sentido muy preciso: agobiados por la realidad cuya inercia es insoportable, se propusieron desbordarla sin reparar en los costos políticos.
Esa postura la puedo entender, sin compartirla: Mélenchon adhirió a la política de lo imposible sometiendo a moros y cristianos, explotando al máximo la debacle socialista de 2017, sin alcanzar ningún éxito salvo el de salir tercero en la elección presidencial de 2022. Es esa actitud la que “reventó” a la NUPES: esa misma actitud es hoy inviable, ya que su partido, La France Insoumise (LFI), es una fuerza dominada por las otras tres fuerzas en el Nuevo Frente Popular (el PS tiene un puñado de diputados menos que LFI, lo que sumado al PC y a los verdes hace toda una diferencia).
-¿Qué lo acerca y separa de un líder como Gabriel Boric?
-El contraste es total con Gabriel Boric, quien ha asimilado en tiempo récord y con notable pragmatismo las correlaciones de fuerza entre todas las izquierdas: a diferencia de Mélenchon, Boric está orientado a gobernar en serio, con todas las pifias y ripios que eso puede suponer en una coalición armada reactivamente, en contra de José Antonio Kast.
La capacidad del presidente Boric de construir una complicidad política con el socialismo democrático desde entonces, especialmente después de la catástrofe del primer plebiscito de salida el 4 de septiembre de 2022, me resulta evidente: ¿táctica a partir de un sentido de la necesidad? Puede ser: por razones que me resultan enigmáticas, el presidente no ha ido nunca a un evento formal del PS, de esos que importan: su aniversario, el natalicio de Allende, su Congreso. Hasta donde yo sé, la única vez que el presidente fue a la sede del PS ocurrió cuando mi padre estaba siendo velado en el partido de toda su vida, un recuerdo inolvidable y que agradezco infinitamente.
-Raphaël Glucksmann dijo: “Habrá que comportarse como adultos”. ¿La convivencia de la centroizquierda con la izquierda radical será ardua? ¿Es lo que enseña la experiencia chilena también con el FA, el PC y Socialismo Democrático?
-Hay aquí también una pregunta interesante y muy relevante. Hasta hace relativamente poco tiempo, pensaba en la posibilidad de una alianza renovada de las dos viejas izquierdas, socialista y comunista. Desde entonces, considerando la evolución del Frente Amplio (más allá del episodio woke de los peces sintientes que llaman a la alerta) y la degradación del proyecto y la práctica comunista, solo queda ensayar (lo digo con algo de entusiasmo y mucho escepticismo, puedo equivocarme) la edificación de una alianza entre el socialismo democrático y el frenteamplismo, entre una vieja y orgullosa izquierda y entre una nueva y entusiasta izquierda: de allí debiese surgir una nueva hegemonía (la que a su vez depende de las correlaciones de fuerza que surgirán de las próximas elecciones municipales y parlamentarias) al interior de todas las izquierdas.
Prefiero decirlo con todas sus letras: el discolaje del PC que linda con la deslealtad y su fracturada vida interna los llevan a ser hegemonizados por las otras izquierdas, en buena lógica gramsciana, y electoralmente dominados. Si la postura comunista fuese dominante (lo que no es ni será), es la ruta segura para la aniquilación de la izquierda, en el peor de los modos: ambigüedad ante elementos esenciales del funcionamiento de la democracia representativa y liberal, ambivalencia en materia de derechos humanos entendidos de modo universal, y un largo etcétera.
-¿Qué representa para la izquierda la victoria del Nuevo Frente Popular?
-Un excelente ejercicio de unidad electoral de todas las izquierdas, totalmente insuficiente para gobernar. La unidad de las izquierdas es condición necesaria, pero no suficiente: la pregunta es hacia qué mundos abrirse y gobernar en consecuencia. El mundo verde y ecologista me parece evidente, con todo el movimiento social que allí se encuentra representado. Del mismo modo que el movimiento feminista.
Pero probablemente seguirá siendo insuficiente para construir una mayoría política aun siendo mayoría social: desde mi punto de vista, es en este preciso aspecto en el que el mundo liberal puede hacer la diferencia. Es a esto lo que yo llamo una coalición plural, de tipo arcoiris, mucho más amplia de lo que en los noventa y comienzos del 2000 se llamó bajo el mismo nombre.
-¿Qué debe ocurrir para que sea exitosa?
-Para que esto sea algo más que una aritmética acompañada de geometría, es necesario enfatizar que el cambio social solo se logra de modo paciente, mediante reformas que no pierden el norte constante: dos pasos adelante, uno hacia atrás, soportando derrotas y retrocesos propios de la vida democrática, sin renunciar al horizonte de sentido.
Para que eso ocurra, es muy importante el rol que cumple el líder, especialmente en un régimen presidencial. Esta es la gran cojera de las izquierdas: ya veremos cómo se resuelve, porque hay soluciones que saldrán a la vista una vez conocidos los resultados de las elecciones de gobernadores y alcaldes.
-Pese a que salió tercero, Reagrupamiento Nacional pasó de 88 a 143 diputados. ¿Es cosa de tiempo para que la extrema derecha llegue al poder?
-El avance de Reagrupamiento Nacional es extraordinario, especialmente con el sistema electoral vigente para elegir a diputados (elecciones a dos vueltas con esa cosa rara que solo los franceses pudieron inventar, que es la posibilidad que candidatos que obtuvieron el 12,5% de los votos en primera vuelta puedan mantenerse en la segunda, un verdadero atentado político e intelectual al rol que debe cumplir una segunda vuelta). Los intelectuales y políticos lo han dicho en todos los tonos: esto solo ha permitido ganar tiempo, y Marine Le Pen lo tiene muy claro.
Macron tiene el reloj entre sus manos: puedo equivocarme, pero temo que el presidente de Francia se equivoque una vez más tomando decisiones erráticas (por ejemplo al momento de seleccionar su próximo Primer Ministro), sin reparar en las consecuencias. La estrategia del cerco sanitario (o, en lenguaje francés, “frente republicano”) en contra de la extrema derecha funcionó perfectamente en esta oportunidad: no hay ninguna seguridad de que esta estrategia reactiva siga siendo eficiente, apelando a un imaginario anti-fascista que no hace mucho sentido en las generaciones más jóvenes.
-¿De qué manera afectan estas elecciones al Presidente Macron? ¿Es posible una alianza centrista?
-Ese es el gran dilema de Macron, que él mismo provocó sin ninguna necesidad. Una alianza centrista es posible solo si se le considera como un gobierno técnico, o simplemente de minoría. Ese es un gobierno extremadamente frágil, ya que puede caer en cualquier momento a través de una moción de censura.
Creo que es lo que Macron tiene a la vista: un objetivo mediocre, de supervivencia presidencial…salvo que se atreva a dar el salto hacia un gabinete en el que el Primer Ministro sea del Nuevo Frente Popular (tal vez socialista, del tipo el número uno del PS Olivier Faure, o la líder ecologista Marine Tondelier, quien ha mostrado habilidades insospechadas) con apoyo del partido del presidente. Todo esto es muy complejo, ya que tensiona no solo al gobierno, sino al propio régimen de la quinta república, cuya racionalidad se encuentra seriamente desafiada. Es inquietante, pero para un cientista político, es absolutamente fascinante.
Para seguir leyendo entrevistas de Ex-Ante, clic aquí.
Ver esta publicación en Instagram
La Fundación Artesanías de Chile anunció esta semana que atraviesan una grave crisis económica que afecta su continuidad, en tanto Mineduc confirmó el cierre definitivo de la Fundación Chilenter. Ambas entidades creadas durante el gobierno de Ricardo Lagos, fueron traspasadas en 2022 desde las coordinación sociocultural que dependía de las primeras damas a ministerios sectoriales.
La Fiscalía ordenó allanar la residencia y la oficina de Enrique Aldunate, el asesor de la bancada de diputados PS, denunciado por filtrar información del Caso Audios y abogado de los parlamentarios Daniel Manouchehri y Daniela Cicardini en la querella que ambos interpusieron en la causa. A Aldunate le requisaron dos celulares y otros equipos […]
Diseñar políticas públicas de largo plazo requiere paciencia, análisis riguroso y, sobre todo, valentía para nadar contra la corriente. Pero nuestros liderazgos actuales parecen incapaces de hacerlo. Mientras tanto, la calidad del sistema político nacional sigue deteriorándose.
Pablo Zeballos -autor de Un virus entre sombras, considerado el más completo sobre el crimen organizado en Chile- alerta sobre el ingreso al país del fentanilo, una droga entre 50 a 100 veces más potente que la morfina. Hace poco se detuvo a una banda con 44 ampollas de fentanilo, cocaína y marihuana. “El problema […]
Ad portas de la formalización de Luis Hermosilla en la arista Parque Capital, el ex ministro Andrés Chadwick dio su testimonio ante el fiscal Miguel Angel Orellana, que hasta ahora maneja una tesis que lo favorece. Pese a que la declaración del ex ministro Ward sobre el caso involucra tanto al abogado como al Chadwick, […]