Junio 15, 2022

Ojalá nos dejen “con la boca abierta”. Por Juan José Obach

Juan José Obach, director ejecutivo de Horizontal

La economía está en problemas, de eso no hay duda. “Dije que se venía una tormenta…pero es un huracán”, decía hace unos días Jamie Dimon, actual CEO de JP Morgan. En lo que va del año el Banco Mundial recortó su proyección de crecimiento mundial de un 4,1% a un 2,9% para el 2022 y ya habla abiertamente de riesgos de “estanflación”: la combinación de alta inflación con bajas tasas de crecimiento.


El escenario local no es más auspicioso: la inflación ha subido mucho más de lo esperado, la recuperación económica ya tocó techo y en los próximos 12 meses, con una alta probabilidad, entraremos en una recesión técnica.

En el escenario internacional, la invasión de Rusia a Ucrania ha exacerbado las presiones inflacionarias, generando una escalada de precios en alimentos y energía que no se veía desde la década de 1970.

Ambos países proveen el 30% del trigo a nivel mundial y Rusia exporta el 20% de los fertilizantes en el mundo y una gran cantidad de países dependen de sus exportaciones de combustibles fósiles (petróleo y gas natural). Así, en abril, el precio del trigo había aumentado un 54% anual, el de los fertilizantes se ha duplicado y el barril de petróleo se ha mantenido por sobre los US$100, pudiendo llegar a los US$175 a fines de año. A esto hay que agregar que las cadenas de suministro global todavía no logran normalizarse producto de las medidas de confinamiento impuestas por China ante los rebrotes de Covid-19.

El panorama local también es sombrío. Si en marzo el Banco Central proyectaba una inflación del 5,6% para este año, en su último IPoM la ajustó a un 9,9% (aumento del 77%). Aunque a algunos les cueste reconocerlo, el Banco Central estima que la gran mayoría de este aumento se explica por factores internos (retiros y apoyos fiscales en 2021).

Junto con una alta inflación, la economía ya muestra signos de desaceleración. El boom de consumo debería estar llegando a su fin: el comercio minorista comienza a desacelerarse las ventas del retail volvieron a niveles prepandemia y la venta de viviendas en Santiago se desplomó un 41% el primer trimestre. De inversión ni hablar. El Banco Central proyecta caídas del 4,8% y 2,2% para este año y el próximo, respectivamente.

Con todo, en los próximos 12 meses, tendremos un escenario de recesión económica con una alta probabilidad. Como pasa en cualquier fiesta, llegó el momento de pagar la cuenta y aguantar la resaca.

¿Qué puede hacer el Gobierno para navegar esta tormenta o, mejor dicho, salir ilesos de este huracán? Lo primero, descartar medidas populistas que suenan bien, pero funcionan mal. Congelar precios, apuntar con el dedo a empresas que supuestamente “especulan” con los precios o cerrar el comercio exterior en pos de una supuesta “soberanía alimentaria” sólo exacerbará los problemas. La tarea no es fácil ya que las dos herramientas para sortear las crisis económicas (política fiscal y política monetaria) tienen muy poco margen.

Para no abandonar el proceso de ajuste fiscal, las ayudas para paliar los efectos de la inflación deberían tomar la forma de transferencias focalizadas, no universales (la inflación afecta en mayor medida a las familias más vulnerables).

Segundo, estamos a dos semanas de que el Ejecutivo presente su reforma tributaria, la que no solo debería tener el norte de recaudar más, sino también de tener un sistema más simple, justo y que incentive la inversión y el crecimiento.

Por último, la reforma de pensiones, anunciada para los próximos meses, debería ratificar la importancia de fortalecer el pilar de ahorro individual, que no solo ha demostrado ser relevante para financiar pensiones de manera sostenible, sino que ha sido clave para profundizar el mercado de capitales y, con esto, financiar proyectos que contribuyan al desarrollo de largo plazo del país.

El salir bien parados del huracán económico que se avecina dependerá, en su gran mayoría, de la agenda económica del gobierno en los próximos meses. Ojalá que esté a la altura y nos pueda dejar a todos “con la boca abierta”, tal como supuestamente quedaron -según señaló la ministra de RR.EE., Antonia Urrejola- los inversionistas canadienses en la gira internacional del Presidente.

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