Curiosa la manera que encontró la normalmente atinada ministra Camila Vallejo para describir la función pública. Habitar un cargo en vez de ejercerlo. Me dejó pensando en esa idea.
De acuerdo al diccionario de la RAE, ´habitar´ es vivir, morar; en cambio ´ejercer ´ es “practicar los actos propios de un oficio, facultad o profesión”, o también “hacer uso de un derecho, capacidad o virtud”. En realidad un cargo se ejerce, no se habita.
Sin embargo la idea de habitar el cargo puede ser inspiradora, luminosa, y para ser justos con la ministra, viene de una entrevista al presidente Boric en que habla de ´habitar la república´, un concepto que comentó Sol Serrano afirmando que es una idea invitante, “que remite a una comunidad y a un tiempo que junta pasado y futuro”.
De hecho, debiera ser reflejo de una disposición personal a dejarse invadir por la ética republicana, por los valores permanentes que anidan en los espacios de la democracia; es una invitación y una consigna para el gobierno y para todos sus funcionarios formulada por el presidente. Por eso no resulta convincente eludir responsabilidades.
Vicios privados y virtudes públicas: Ejercer un cargo público obliga a desempeñarlo conforme a los criterios establecidos en las normas vigentes, con probidad, dedicación exclusiva, respeto al otro, prudencia, favoreciendo el interés general por sobre el propio y sabiendo que se es objeto del celo y del juicio público. Y que uno debe responder por sus dichos.
Los problemas a los que se ven enfrentados diversas autoridades del gobierno se producen por la necesidad compulsiva de las nuevas generaciones por comentarlo todo sin pensar dos veces y publicar imágenes de cada uno de sus movimientos en las redes sociales, sin distinguir las actividades oficiales de las privadas. Esto no ocurre solo con los moradores de nuestro gobierno: no olvidemos que no hace mucho la primera ministra de Finlandia Sanna Marin sufrió las consecuencias de esta obsesiva opción juvenil por exhibirse.
La cuestión que se ha discutido en los últimos días a propósito de los mensajes de actuales ministros en twitter, tiene más que ver con lo impropio que resulta que autoridades del estado hayan expuesto públicamente sus iras y sus pulsiones, ignorando que esas exclamaciones alimentaron el fuego de la violencia y el descrédito de las fuerzas policiales, a las que hoy todos invocan con verdadera angustia para restablecer un sentido mínimo de orden y autoridad.
Nancy Yánez representa a la perfección ese mundo que demostró ser minoría en el plebiscito, pero que sigue siendo un referente intelectual, una sensibilidad que solía criticar instituciones tan coloniales y vetustas como el Tribunal Constitucional que ella preside.
Afirmar que las demoliciones son solo un “show” mediático que no aporta nada al combate a la delincuencia es un grave error. Todo lo que reafirme el respeto al estado de derecho, tan ignorado en Chile desde el estallido social, es fundamental para combatir la delincuencia. Para el gobierno se hacía insostenible que el ejemplo […]
Ávila partió este martes a un encuentro en Colombia. Se trató de la misma semana en que él, mientras hablaba de los retos de su gestión en Bogotá, se sucedían las críticas al Mineduc por el cierre de colegios en Playa Ancha por un narco funeral y la grave riña en un colegio Puente Alto, […]
El timonel republicano Arturo Squella aborda los conflictos con Chile Vamos y señala que una “diferencia importante es que ellos optaron por un Estado Social y nosotros nos mantenemos firmes defendiendo la subsidariedad”. Y atribuye las dificultades entre los dos conglomerados “a la resistencia de algunos a aceptar que hoy hay más jugadores en la […]
Dos son francesas, una española. La primera es una trepidante serie de espionaje con grandes actores en sus roles protagónicos. También francesa, la segunda —advierto— contiene altas dosis de violencia, aunque nunca se solaza en mostrar imágenes intolerables. Se circunscribe al género gangsteril, tal como la tercera de las elegidas, que es española.