-El trabajo de la Convención va terminando. ¿Cumplió tus expectativas?
-El proceso terminó mejor de cómo empezó. Me refiero al resultado del texto, que mejoró con el paso de las propuestas de cada comisión al pleno. No se puede negar que este último cumplió un rol de moderación. Y por lo tanto la mirada inicial de que iba a ser un texto ultra maximalista, no fue tan así: con todas sus falencias, pasó a ser un texto adecuado dentro de su contexto. Y ahí cumplió un rol clave el pleno y especialmente los sectores moderados de la Convención. Si tengo que resumir, termina de mejor manera de cómo se visualizaba tres meses atrás.
-Si llegara a ganar el Rechazo, ¿por qué crees que sería?
-Primero que todo, las encuestas dicen que va ganando el rechazo: ese es el escenario hoy día. Y claramente la principal responsabilidad es la performance o el rol público de los convencionales. Hubo muchas discusiones maximalistas, disputas internas, más que debates sobre ideas. El rechazo no va a ganar por una discusión sobre la lectura o no del texto, sino que va a ser por una cuestión más bien del proceso, el procedimiento, el rol de los convencionales y como ellos no lograron llevar a cabo un diálogo político respetuoso.
-Tu fuiste asesor…
-Participé como asesor en dos niveles. Uno como asesor del colectivo del Apruebo, que es el mundo al cual pertenezco políticamente. Y dos, un asunto transversal: hubo convencionales tanto de izquierda como de derecha, que me consultaron regularmente sobre distintos temas. Contesté el teléfono a quien quisiera un consejo. Por último, participé en la última etapa con un grupo de profesores con los cuales hicimos una propuesta de armonización del texto final.
-¿Y tomaron en cuenta tus propuestas?
-Creo que sí. Entregamos un insumo de texto armonizado que redujo de 499 a 390 artículos el texto y entiendo que fue uno de los elementos que tuvo la comisión de armonización a la vista para su etapa final. Algunos convencionales nos señalaron que lo usaron de base para la armonización.
-¿Eres militante?
-No soy militante.
-Hubo una serie de polémicas que empañaron el proceso, y una de ellos fue lo de los presidentes.
-Sí, pero creo que hay que diferenciar entre la discusión sobre los contenidos constitucionales y la forma como se desarrolla el proceso. Y creo que una de las cosas que han empañado al procedimiento es la actitud de algunos convencionales. No haber invitado en un principio a los ex presidentes me parece un error grave. Por una cuestión de Estado y porque ahí se trasluce una disputa sobre el proceso constituyente en sí mismo.
Soy de aquellos que cree que el proceso de cambio constitucional aparece desde los orígenes de la constitución del 80. Las fuerzas democráticas han abogado más de 40 años por un texto constitucional nuevo y desconocer la historia social y política me parece un grave error. Están involucrados el ex presidente Lagos, la ex presidenta Bachelet, que tuvieron una actitud activa en pro de un cambio constitucional y el mismo presidente Frei que en su segunda campaña estuvo por una nueva constitución. Entonces me parece que es desconocer la tradición jurídica y política de los últimos 40 años.
-¿Pero el texto te satisface, qué nota le pondrías?
-El texto es adecuado para iniciar un nuevo ciclo político. Cumple con esa finalidad. Creo que el texto no es perfecto y requiere necesariamente entrar en un proceso de reformas jurídicas y políticas posterior al apruebo. Mi posición es aprobar para reformar. El texto cumple porque el proceso constituyente refleja los cambios políticos y sociales de Chile de las últimas décadas.
-¿Pero reformar el texto no va a ser fácil?
-Ese es el fondo de la discusión. Si uno examina el eje temático del borrador, pasar a un estado de derechos sociales, avanzar a una mayor descentralización a través de un estado regional, reconocimiento de los pueblos mediante la plurinacionalidad, la paridad, un nuevo modelo de desarrollo que equilibra naturaleza, economía, medio ambiente, atenuar presidencialismo, son elementos del eje rector de los cambios políticos que se necesitaban en el último tiempo.
-Había muchas expectativas sobre este nuevo texto. ¿Podría la gente decepcionarse al ver que una nueva constitución no soluciona los problemas?
– Una vez aprobada la constitución, si gana el Apruebo, los actores políticos van a tener que discutir para cerrar un pacto, incluyendo no solo las mayorías de la Convención, sino las que están fuera.
-¿Cuáles dirías que son los ejes de esta propuesta?
-Uno es la plurinacionalidad. El otro los derechos sociales. Hasta el presidente de la UDI favorece un estado social, lo cual da por cerrada la idea de estado subsidiario. Esos son los grandes ejes temáticos de la discusión. Por lo tanto el borrador cumple con incorporar y establecer la columna vertebral de las demandas de la gente.
-¿Qué pasa si esta constitución es aprobada con una mayoría estrecha?
-El desafío es que sea adherida por dos niveles: la ciudadanía y el sistema político regular. Acá hay un tema conceptual: que el texto debe permitir un compromiso constitucional de futuro. Y eso solo se va a lograr si aquellas fuerzas políticas, me refiero a la izquierda y la derecha moderada, terminan adhiriendo al texto constitucional. Para eso, es necesario que este texto, que no es perfecto y que puede ser mejorado, entre a un proceso de reforma constitucional.
-¿Que nota le pondrías como profesor?
-Un 5. Se enfoca bien, pero falta corregir ciertas cosas.
-¿Qué es lo que más te gusta?
-Creo que lo mejor logrado es el estado regional. Es un estado unitario altamente descentralizado. La gran virtud es que la Comisión de Forma de Estado logró tempranamente un acuerdo sobre un modelo de distribución de poder. Por lo tanto el resto del tiempo se dedicó a pulir y afinar ese modelo. Es lo mejor logrado del texto.
Otra cosa que me gusta mucho es que el gran aporte que va a hacer el proceso constituyente chileno al mundo es la paridad. Eso no hay que perderlo de vista. Si uno revisa los procesos constituyentes comparados, haber tenido una Convención paritaria es el gran aporte del constitucionalismo chileno en este proceso.
Y tres: un aporte sustancial es la democracia representativa. Una nueva forma de relegitimar el tema político a través de participación pública. Plebiscitos vinculantes, por ejemplo.
-¿Y lo que no te gusta?
-Lo que menos me gusta: la fórmula del sistema político en dos cuestiones. No es clara la integración del congreso de diputados. Eso debió resolverse. En vez de fortalecer los partidos políticos, se optó por un camino inverso. Y también, si optas por un sistema presidencial, la iniciativa exclusiva del presidente en materia de gastos, puede generar un problema futuro: someter al presidente a un chantaje de los congresistas. Hay materias que requerirían una segunda lectura. El papel revisor de la segunda cámara podría haberse extendido a más materias. Faltó un ministro coordinador, político del gobierno. Todo eso es clave.
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