El populismo se caracteriza por varios elementos básicos: es portador de un relato o mito, como lo llama la politóloga argentina María Esperanza Casullo, en donde un líder se proclama como representante o vocero del pueblo humillado o abandonado a su suerte por una elite corrupta y endogámica, que solo piensa en explotarlo o aprovecharse de su situación privilegiada; o bien, ese líder defiende al pueblo contra lo que amenaza su forma de vida tradicional: los migrantes, la globalización, el feminismo, la ideología de género, los animalistas, los mapuches, etcétera. Es decir, el líder encabeza una lucha y el enfado del pueblo contra los que están arriba en un caso, y contra lo que viene de abajo, en el segundo caso. O contra ambos, si se pudiera ser un perfecto populista.
El populista puede ser de derecha o de izquierda, o bien todo lo contrario, poco importa, lo que es indiscutible es que siendo un hijo bastardo de la democracia es actualmente su principal enemigo: están a la vista los casos de Trump y Bolsonaro, de Chávez-Maduro y Ortega.
Otra característica es que el líder debe ser irremplazable, debe poder prescindir de partidos (o tenerlos de manera instrumental para sus propósitos personales) y cualquier otra forma institucional de relacionarse con su pueblo, al que apela en forma directa, sin intermediarios, a través de la palabra, la que es expuesta en largas, eternas y rutinarias alocuciones, verdaderos monólogos difundidos por radios y televisión. Su omnipresencia es absoluta y prefiere la democracia directa, las asambleas, los plebiscitos, antes que la democracia representativa ya que, finalmente, es él el único verdadero representante. La Constitución, siempre cabrá en su bolsillo como tan gráficamente lo muestran sus exponentes tropicales.
El populista, siempre, necesita de un enemigo. Su propósito real es la conquista y mantención del poder y su estrategia se basa en la confrontación y la conflictividad, en empujar la radicalización de sus partidarios, de modo que los suyos sean cada día más, y más leales. Conceptos como Acuerdos, Diálogo, Consensos, Interés General, están excluidas de su léxico, son sinónimos de traición o cobardía. La intolerancia hacia el que discrepa puede llegar a ser violenta puesto que para el populista el disidente no es más que un enemigo disfrazado, algo como lo que dijo el diputado Silber sobre Carolina Goic, “un Pepe Auth en nuestras filas”.
La emotividad a flor de piel, que incluso puede llegar a las lágrimas, es otro rasgo característico del populista que se dice enamorado de su pueblo. Los argumentos racionales, las estadísticas, los efectos indeseados, los daños colaterales, los costos, son desechados, no merecen mayor consideración, ya que a su entender siempre los tecnócratas estarán, cifras en mano, pidiendo sacrificios al pueblo. Lo importante es lo que vemos en la calle, lo que se dijo en la feria. Lo trascendente es el ahora, aquí y ahora. Las soluciones deben ser inmediatas: más bonos, mano dura, más retiros, estado de sitio, eliminar deudas, pena de muerte. Menos discusión, más plebiscitos. Soluciones simples a los problemas complejos.
Siendo las cosas así, lo más preocupante en nuestro caso es la credibilidad que -a pesar de las bufonadas evidentes que se han protagonizado en esta campaña- puede obtener el líder populista en parte de los votantes; pudiera ser que el populismo se haya infiltrado en los poros de nuestra sociedad y en el corazón de no pocos chilenos que, como en la obra de Pirandello, andan buscando un autor.
Mientras el Presidente posiblemente considera que sus buenas intenciones de origen lo hacen digno de todos los perdones que reclame, gran parte de la sociedad, a estas alturas, ya mira sus disculpas con recelo. Más aún si estás habitualmente ocurren cuando el mandatario está en problemas o se aparecen motivadas por circunstancias electorales.
En cuanto a la identificación de la ciudadanía con ciertas causas o movimientos, el derecho de los trabajadores es la que mayor apoyo recibe con 79%, seguido por los derechos de los animales (75%), el medioambientalismo (60%) y el antirracismo (60%).
Los partidos gobiernistas hicieron todo lo posible para erosionar, aportillar y quitar legitimidad a la Constitución vigente, al punto de declararla muerta, pero, ahora piden mantenerla. Socavaron irresponsablemente las bases de la institucionalidad, alentaron el “parlamentarismo de facto”, al punto de aprobar artículos transitorios a la Constitución para… ¡permitir el retiro de los fondos previsionales! […]
La coalición de Gobierno del Primer Mandatario ha experimentado un desfonde no tan sólo ético, tras el caso Convenios, sino que también político y doctrinario. Ya no hay programa, no hay liderazgos, no hay proyecto. Es tan desolador el panorama que la izquierda ha debido buscar refugio en la guarida política más inhóspita, para evitar […]
A juicio de los encuestados, los principales problemas del país son: Delincuencia 49,3%, Inmigración 25,8%, Inflación/Alza de Precios 21,6%, Corrupción 21,1% y Narcotráfico 20,2%. Un 42,6% de los hogares declara que ha sido de víctima de algún robo, asalto o intento de robo o asalto ya sea fuera o dentro del hogar durante los últimos […]