-Vivo más o menos cerca, a unas 15 cuadras. Voy de vez en cuando al Persa. Yo creo que el barrio conserva esta lógica de mezcolanza, de distintas formas sociales, distintas nacionalidades que conviven ahí. Cuando estaba vivo el Cabro Carrera era bastante salvaje: peleas a cuchillas o a balazos en plena calle. Siempre ha tenido un lado salvaje. Pero ahora hay una diferencia importante: se siente la presencia directa del narco.
Piensa que el Cabro Cabrera vivía en una casa grande en Pedro de Valdivia Norte. La droga, que era principalmente cocaína, se vendía a los pijes del barrio alto. Hoy el consumo está donde se vende, en el mismo Barrio Franklin. Y acá se nota más, porque es el centro mismo, parte del casco histórico de Santiago. Se relaciona con la masificación de otras drogas, pasta base, el tusi. Esto último lo consumen los cabros chicos ahora y le llaman la cocaína rosada. Es una droga sintética, con cocaína y algo más, pero no se sabe bien qué componentes tiene, lo que la hace muy peligrosa.
-¿Los adolescentes la usan?
-Mucho. En el barrio también venden todo tipo de pastillas, éxtasis, y sobre todo la droga de la clase baja, que es la pasta base. Entonces eso refleja la decadencia del barrio. Los santiaguinos vienen en auto para consumir y hay un montón de vecinos que vivimos cerca y notamos que el consumo ocurre acá. Hay una inmigración pobre, que está relacionada al tráfico y que ha traído esas drogas. Habitan estos sectores en casas o mansiones viejas que subarriendan.
-¿Son venezolanos, principalmente?
-Con la catástrofe de Venezuela, Chile absorbió una masa gigantesca de personas que necesitan vivienda, trabajo, educación. Y ellos ocuparon ese territorio de Franklin. El chavismo reventó a un país entero. Nosotros estamos recibiendo toda esa ola. Hay venezolanos que son profesionales, por supuesto, pero al barrio han llegado tipos de los segmentos más pobres. Que vienen de un descalabro muy crudo. Lo que pasó en Caracas es como la muerte de una sociedad básicamente, de un estado que se hizo pedazos.
-Estás invitado a la feria del Libro de Buenos Aires, donde Santiago será un invitado especial, con temáticas como los 50 años del Golpe y el estallido social. ¿Que vas a presentar?
-Voy a participar en dos mesas sobre la ciudad. Yo soy de Santiago, es un territorio que conozco. Tengo un encuentro el 10 de mayo sobre Santiago periférico, sobre la frontera, que podría ser el Barrio Franklin. Yo creo que tiene que ver un poco con lo que hablamos, con lo que yo escribí. Franklin era el límite de la ciudad en los tiempos del Cabro Carrera. Y tengo otro encuentro que se llama La ciudad de la furia. Voy del 10 al 13 de mayo. Solo siento gratitud por que me invitaran.
-¿Qué piensas de las críticas que se han hecho porque el gobierno invitó a escritores más bien oficialistas?
-No me parecen tan oficialistas. Va Carlos Peña, por ejemplo. No sé si soy de izquierda o no, pero no milito en ningún partido. Hay gente que tiene independencia intelectual, ideológica. Y no encuentro que sea tan distinto a las delegaciones que han ido antes a otras ferias.
Me parece que la crítica tiene que ver con encontrarle una quinta pata al gato, a una cosa que siempre es parecida. Sería muy raro que no invitaran a Nona Fernández, que es una escritora que está siendo súper traducida o a Zurita, que se ha ganado una cantidad de premios en el último tiempo. O a Diamela Eltit que es Premio Nacional, con una obra que es muy importante afuera. La lista es muy parecida a la que cualquier gobierno habría hecho. Ahora, de que fue medio caótico en el anterior Ministerio de Cultura, eso sí, por supuesto.
-¿Cómo?
-Hay que ser ciego para no darse cuenta que la administración de la ex ministra Julieta Brodsky fue bien decepcionante. Fue bien precaria. Ahora, nuestro mercado artístico es bien precario, porque somos un país muy chico, que no tiene industrias culturales. Entonces, yo creo que tiene que ver también con esa fragilidad.
Por ejemplo, un libro que vende harto en Chile en dos años son 10.000 ejemplares. Eso es muy pequeñito. Imagínate que la industria audiovisual de la tele está prácticamente muerta, hay solo un canal que produce ficción televisada.
-¿Qué opinas de la política cultural de Boric?
-Uno no entiende mucho al gobierno de Boric. Un tipo joven, de izquierda, que uno pensaba que tendría una vinculación con el mundo de los artistas, mundo de la cultura. Pero no ha sido así.
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