Por fin vimos una foto que muchos estábamos esperando. El Presidente, junto a sus ministros de Hacienda y Economía, recibieron a los principales líderes empresariales y discutieron cómo potenciar el desarrollo del país. En tiempos donde sentarse a la mesa a dialogar es cosa de valientes, aplaudo a quienes concurrieron.
Como país, tenemos un panorama incierto y desafiante por delante. Cargado de esperanza por el desarrollo de un nuevo pacto social, pero con desafíos palpables al alcance de la mano. Muchas de las propuestas al gobierno son temas técnicos que no llegan a ser titular de noticias, pero sus tecnicismos son indispensables para que nuestro país sea más próspero.
La reconversión laboral en medio de una avalancha tecnológica, o la transición hacia una economía circular, no son temas que se resuelven por decreto, sino que necesita de la coordinación y articulación de miles de piezas dentro de un sistema. Impulsar la productividad del país e invertir en la infraestructura necesaria para competir en el mundo, tampoco son asuntos que el Estado pueda resolver aisladamente, sin la colaboración del mundo privado.
Así, es como necesitamos concientizar y hacer cotidiano el promover instancias de diálogo y coordinación entre el mundo público y privado, entre sindicatos y empresarios, entre pymes y grandes corporaciones, entre municipios y emprendedores. Una nueva Constitución puede que ayude a sentar las reglas del juego que todos perciban como legítimas y justas, pero sin el desarrollo económico y productivo del país, el relato pasará hambre.
En tiempos donde el ambiente social y político es tan tenso que termina en peleas familiares, necesitamos replicar el esfuerzo del gobierno y empresarios. Necesitamos urgentemente sentarnos a la mesa a conversar. Todos tenemos más de un tema pendiente con un proveedor, con un cliente, con el sindicato o con la comunidad. Probablemente, a diferencia de las películas, el tema no se resolverá en una reunión épica que pasará por momentos tensos para terminar en abrazos. Por el contrario, probablemente se necesitará de un proceso de construcción de confianzas y de acordar diagnósticos, para recién explorar soluciones. De aprender a ceder y de conversar lo suficiente para encontrar las variables que cada parte valora, las que no, y entender cómo hacer crecer la torta y repartirla equitativamente .
La pega que hay que hacer no se resolverá con un par encuentros mediáticos en La Moneda, sino que con un par de cientos de miles de conversaciones en las oficinas, patios y cafés a lo largo de Chile. Reconstruir el país del terremoto social que estamos viviendo solo puede lograrse a través de nuevas vigas que nos unan y le den estructura a nuestro diseño económico y social, como dos caras de la misma moneda. Descubrir un país más justo y próspero para todos, pasa por que cada uno se dé la oportunidad de tener una conversación difícil, para construir juntos un camino mejor.
Ningún sector político tendrá mayoría parlamentaria y social propia para gobernar. Deberá necesariamente construir esa mayoría después de la elección, articulando a sectores diversos, negociando su programa, estableciendo alianzas que lo trasciendan.
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