-Has trabajado en grandes proyectos urbanos en Santiago. ¿Cómo ves el estado actual del centro, que parece abandonado, con negocios cerrados, lleno de rayados, mucho comercio ambulante y delincuencia?
-La evidencia muestra que el centro de Santiago está en una crisis profunda. Una crisis que se acentúa de forma muy significativa a partir del estallido social. Efectivamente, lo que ocurre en el centro es una especie de tormenta perfecta, que combina el daño patrinonial, los rayados, un comercio ambulante que prolifera y que no ha sido controlado, la existencia de usos que han aumentado de manera importante como la prostitución en lugares como la Plaza de Armas y la cantidad creciente de negocios cerrados y fuga de empresas y fuentes de empleo.
A mi me parece que el centro de Santiago está realmente experimentando una degradación general. Y falta mencionar el punto más significativo que es el de la violencia y la delincuencia, sumado a la falta de control de la manera en la cual habitamos algunos espacios públicos, que siguen siendo objeto de manifestaciones violentas, por ejemplo todo lo que rodea la zona cero.
-En los últimos años se habían hecho, entre otras cosas, intervenciones urbanas en Plaza de Armas, en Bandera; el sector de Lastarria y Bellas Artes atraía a muchos turistas extranjeros, se abrían hoteles boutique, librerías, tiendas de diseño. Pero llegó el estallido social y luego la pandemia, que asestaron un duro golpe. ¿Se puede recuperar?
-Sí, definitivamente. La historia está llena de ejemplos de ciudades que estaban en crisis parecidas a esta, o incluso mucho peores, y lograron recuperarse. Obviamente eso requiere un liderazgo, un proyecto que sea suficientemente claro pero ambicioso al mismo tiempo, para establecer una convocatoria.
Desde por lo menos el siglo XIX, con la crisis de las ciudades industriales, abundan los ejemplos de estas recuperaciones, que se originan por grandes catástrofes políticas, incendios, terremotos, bombardeos… La Segunda Guerra Mundial fue abundante en ejemplos de estas ciudades que quedaron destruidas y que sin embargo lograron levantarse. Y tenemos ejemplos más cercanos, la crisis de violencia en Medellín, que una vez que las autoridades tomaron el toro por la astas, permitió un proyecto urbano mayor de recuperación.
-¿Cómo evalúas la gestión de la alcaldesa Irací Hassler? Ella declaró al principió que iba a entregar mil permisos para negocio ambulante, aunque luego de la muerte de la periodista Francisca Sandoval en el barrio Meiggs, endureció su discurso y desalogó a comerciantes ilegales del sector. Y en Lastarria, tras varios casos de turbas, hay mayor presencia de carabineros.
-He sido bastante explícito sobre lo que se espera de una persona que asume un cargo tan relevante como ser alcaldesa del centro histórico. Hay tres aspectos: la primera es que ella desempeñó un papel durante el estallido social, papel muy de apoyo de las movilizaciones, en algunos aspectos de justificación de algunos de los daños y desmanes que se producían. Pero una vez que ella asume la alcaldía, naturalmente tiene que ponerse en una posición distinta, en una posición de autoridad, autoridad a la cual la totalidad de los vecinos, no solo los manifestantes, recurren. Hay un primer reposicionamiento que es imprescindible, y que personalmente no he visto que ocurra del todo.
La segunda cuestión que encuentro fundamental es el tema del comercio ambulante. Su decisión de autorizar estos permisos me pareció un gravísimo error. Tengo la sensación de que ella ha reflexionado sobre esa decisión original, pero eso no quiere decir que no haya tenido costos, porque permitió que los comerciantes ilegales aumenten sus expectativas. Lo que debiera ocurrir, en cambio, es la erradicación de ese comercio ambulante, que es fuente de mafias, para permitir que lo que prolifere sea justamente el comercio establecido que paga patentes, que da trabajo y que permite revitalizar los centros.
La tercera problemática es la ausencia de un plan. El nivel de deterioro del centro de Santiago, exige que haya un plan de recuperación, un plan como han desarrollado otros alcaldes a lo largo de la historia en el caso de ciudades así de deterioradas. Ese plan es imprescindible, porque permite convocar, saber qué esperar, conocer plazos, cuáles son las operaciones que se van a llevar adelante. No he visto ese plan, la alcaldesa ya lleva más de un año en el ejercicio de su cargo, y me parece que de no existir ese gran proyecto, que convoque, que de confianza, la recuperación será imposible.
-La Plaza Italia para algunos de los que residen o trabajan allí se ha convertido en una “zona de sacrificio”. ¿Qué podría hacerse en ese lugar tan simbólico para que la violencia, en especial la de los viernes, se erradique y vuelva a ser un foco central de la ciudad?
-La cuestión es clara. Lo primero es el tema policial; que Carabineros de Chile esté empoderado por nuestras autoridades, de modo que pueda ejercel el control. La segunda medida tiene que ver con un mensaje desde la alcaldía, en el sentido de que no se va a tolerar, no se va a avalar ese tipo de manifestaciones. Y el tercero es un plan de inversión, un plan de sustento de los emprendimientos y de las personas que habitan allí. Todo esas aspectos son fundamentales. Y nada de eso ha ocurrido.
-El gobernador Claudio Orrego ha revivido parte del proyecto del eje Alameda/Providencia, eliminando la vía exclusiva para buses que tenia originalmente. ¿Te parece un plan adecuado o es necesario algo más?
– Es un plan muy adecuado, creo que hace muy el gobernador Orrego en impulsarlo. Sería un cambio fundamental. Es un proyecto que hay que llevar adelante, pero no basta para la recuperación del centro histórico. Por eso hago un llamado a la autoridad municipal, a la alcaldesa Irací Hassler para que desarrolle, presente, comunique adecuadamente y establezca los plazos de un proyecto de recuperación global.
-Participaste en el proyecto “Refundar Santiago” (2005). ¿Cómo fue la experiencia y crees que se pueden replicar algunas de esas ideas hoy?
-Fue una experiencia notable, que integró autoridades municipales, arquitectos, otras profesiones. Había proyectos específicos para el cerro Santa Lucía, para las cubiertas del casco histórico y transformarlos en lugares verdes. Los resultados y su espírtu podrían imitarse. Pero ahora no veo un plan y es un paso fundamental que Santiago necesita.
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