Los consejeros constitucionales del Partido Republicano han incorporado 400 enmiendas al anteproyecto de la Comisión Experta. A partir de esto, algunos intentan instalar la idea de que los republicanos estarían replicando la práctica maximalista de los convencionales del anterior proceso constituyente, extremando posiciones a través de enmiendas cuyo contenido ha sido tildado como “identitario”. ¿Parece justa esta comparación? ¿es pertinente esta denominación? ¿es conceptual y analíticamente precisa? Veamos.
Estiramiento conceptual
Quienes argumentan que las enmiendas republicanas por el sólo hecho de ser coherentes con la identidad política del partido, pasarían a ser automáticamente “identitarias”, incurren en un error conceptual. Ser consistente con un ideario podría ser llamado coherencia programática pero no necesariamente identitarismo. Siempre es mejor llamar a las cosas por su nombre. El inconveniente es que cuando todo pasa a ser identitario, lo identitario termina siendo nada, transformándose en una categoría analítica vacía y por tanto inútil.
Algunas enmiendas republicanas podrán ser conservadoras, otras tienen como propósito responder a una legítima demanda por orden y seguridad, un par buscan conectar con el hastío ciudadano hacia la clase política. Pero para ser honestos, de identitarismo, poco y nada.
Por el contrario, el contenido de buena parte de estas enmiendas parece interpretar aspiraciones comunes y bastante universales. Es decir, se orientan en un sentido inverso a lo que aspira el identitarismo, que siempre vela por demandas particulares y el reconocimiento o activación de derechos especiales para grupos minoritarios. De hecho, una de las pocas menciones a la idea de identidad, presente en las enmiendas del partido de José Antonio Kast, apela justamente a la identidad de las costumbres de “ser chileno”, una identidad que es, por esencia, integradora y no fragmentaria.
El problema, entonces, parece estar en cierta confusión respecto de lo que realmente es la política identitaria.
¿Qué es la política identitaria?
A grandes rasgos, la política de la identidad puede ser definida como una forma de concebir la actividad política a partir de lo que nos define o de lo que un individuo interpreta que constituye su ser, con el propósito de conseguir cierto nivel de reconocimiento.
La búsqueda por reconocimiento es algo casi tan antiguo como la política misma. El politólogo Francis Fukuyama remite a los diálogos socráticos de la República de Platón para señalar que en el siglo IV Antes de Cristo ya se hablaba de la idea de thymos, entendido como reconocimiento. Cuando se reconoce a alguien, se experimenta la sensación de honor, cuando no se le reconoce, se produce frustración e ira.
Hay distintos tipos de identidades, algunas más esencialistas (étnicas, lingüísticas, culturales y/o religiosas), identidades de la orientación (dentro de las cuáles, la de género es la más común), pero también identidades de diversas formas de vida (medio ambientalismo, animalismo, veganismo, ciclismo, etc.). Algunas son fragmentarias y otras son inclusivas. Por ejemplo, la idea de nación es inclusiva: todos somos chilenos, independiente de nuestra adscripción religiosa, cultural, étnica, de género, etc.
Lo distintivo de la política identitaria, y aquí la clave del asunto es que la posesión de una identidad es empleada como un instrumento para la búsqueda de reparación, protección y activación de derechos especiales y fórmulas de reconocimiento de estos grupos dentro de la sociedad. En formas intensas de identitarismo, estos grupos abogan para que sea la sociedad la que deba ajustarse o cambiar en función de la identidad de ellos. ¿Por qué? por el hecho de no haber sido capaz de otorgarles un debido reconocimiento.
El peligro del identitarismo está en que, por impulsar el reconocimiento de identidades particulares, se termina horadando la identidad primordial de la sociedad, la identidad de la ciudadanía, entendida como un valor universal que permite igual dignidad, deberes y derechos.
En el terreno ideológico, las corrientes intelectuales post marxistas, hábilmente, tras el auge del capitalismo y el deterioro del proletariado como sujeto histórico, han sustituido la vieja idea de la lucha de clases por la lucha de identidades. De este modo, se entiende a la sociedad como un gran campo de batalla de minorías antagónicas, donde hay identidades oprimidas y opresoras. Esta dialéctica, por cierto, tampoco se observa en el espíritu de las enmiendas del Partido Republicano.
Justa comparación
Las controvertidas enmiendas del Partido Republicano mencionan el concepto identidad cuatro veces, en términos de: conservar la identidad de los diferentes proyectos educativos, a propósito de preservar la identidad de los colegios profesionales y en una última mención, en el sentido de fomentar la identidad y tradiciones de “ser chileno” como: la música, artesanía, juegos populares, deportes criollos, etc. Nuevamente, a algunos les provocará más o menos adhesión esta idea de patriotismo o perspectiva “costumbrista” de nuestras tradiciones, otros legítimamente podrían plantear que no es atingente incorporar este tipo de contenidos en la Constitución. Pero equiparar esto, con identitarismo no es intelectualmente honesto.
También llama la atención que muchos de quienes tildan a las enmiendas republicanas como identitarias sean los mismos que promovieron el ensayo constitucional más identitario del que se tenga registro en la experiencia comparada. La propuesta constitucional del 38%, mencionaba la palabra identidad 12 veces, fuera de consagrar nociones como la plurinacionalidad, incorporar el criterio de identidad interseccional en la función jurisdiccional y abrazar un exacerbado identitarismo indigenista y medioambiental que llegó al límite de consagrar constitucionalmente la protección de las semillas ancestrales.
Por último, hablando de enmiendas e identidades, ¿alguien ha reparado en las nociones identitarias presentes en las enmiendas oficialistas? Siempre es más fácil ver la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio. Con todo, parece legítimo preguntarse ¿quiénes son los realmente identitarios?
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