Los estudios de opinión permiten ver el tránsito por el que ha pasado la mirada de la ciudadanía sobre el actual sistema de pensiones en general y sobre las AFP en particular. Entre 2016 y 2018, en plena explosión del movimiento NO + AFP, los resultados de encuestas daban cuenta de una grave pérdida de legitimidad de las administradoras privadas. En la mayoría de dichos estudios, una inmensa mayoría de la población se mostraba contraria al sistema de AFP y criticaba fuertemente su funcionamiento. Incluso se había instalado con fuerza la idea de que la plata pertenecía a las AFPs y no a los trabajadores.
En contraste, el Movimiento NO+AFP gozaba de una amplia legitimidad ciudadana. Los resultados de aprobación al movimiento parecían ser inversamente proporcionales a la mala imagen de las administradoras privadas.
Un contexto muy crítico para las AFPs y el sistema previsional en general que, sin embargo, se complementaba con una valoración implícita de varios de los pilares del sistema tan duramente cuestionado. Por ejemplo, las personas veían en el ahorro individual un aspecto fundamental para el fortalecimiento de sus ahorros previsionales y valoraban el hecho de que, en gran medida, los montos de sus pensiones tuvieran relación con su propio esfuerzo.
Al mismo tiempo, la libertad de elección se levanta como un principio fundacional del ethos cultural chileno desde el retorno a la democracia y por extensión también para el sistema de pensiones. Las personas desean poder decidir respecto del destino de los propios ahorros y valoran un sistema en el que convivan iniciativas públicas y privadas entre las cuales los trabajadores puedan libremente optar.
En paralelo, la propiedad privada, uno de los principios elementales de la cultura chilena, también muestra un correlato en el sistema de pensiones. Las personas destacan la importancia de tener propiedad sobre sus fondos, lo que se relaciona con la preferencia por una cuenta propia donde se administren sus ahorros. Este principio aparece fuertemente relacionado con la mayoritaria demanda por la heredabilidad de los fondos.
Así llegamos a la pandemia donde, irónicamente para el mundo de izquierda, con la consumación de los retiros del 10% se presentó un contexto favorable para que las AFP mostraran atributos que atenuaron en parte la resistencia de la población hacia ellas. La rapidez y eficiencia con la que se entregaron los fondos a los cotizantes, aparecieron como fortalezas lejos de las trabas que se conjeturaron en el momento.
Sin embargo, lo central de los retiros fue la consolidación del valor de la capitalización individual que se produjo frente a la constatación de que la propiedad de los fondos pertenece a las y los trabajadores. Algo que NO+ AFP había puesto en duda y que quedó desmentido por los hechos, afectando de paso la confianza de la población en dicho movimiento.
Ello generó una toma de conciencia ciudadana que luego se agudizó durante el debate constitucional en que la discusión de la propiedad de los fondos previsionales estuvo particularmente álgida y donde frases como la del convencional Stingo “no es tu platita, es plata del sistema” coadyuvaron a estimular los valores liberales característicos de la sociedad chilena post dictadura. Tanto así, que la propiedad de los fondos pasó a ser un tema no solo primordial, sino uno a defender, frente a ideas que proponían sistemas de reparto.
Así fue como el valor de la propiedad se instaló con tal fuerza que “Con Mi Plata No” fue la iniciativa popular de norma más votada para la Convención y, además, obligó al gobierno del presidente Boric a presentar un proyecto de reforma constitucional que declaraba expresamente la inexpropiabilidad de los fondos de pensiones.
Es en este contexto de opinión pública que el gobierno presentó el pasado miércoles su propuesta de reforma al sistema de pensiones. Una propuesta que, pese a declarar la guerra a las AFPs, desató las críticas del movimiento NO+AFP al no poder desentenderse de mantener la capitalización individual como pilar central del sistema de pensiones.
Ahora, estará por verse cómo mirará la población el hecho que la propuesta incluya un 6% de cotización adicional con cargo al empleador, pero destinada a cuentas nocionales y con un porcentaje de ello destinado a un fondo colectivo. Me temo que con la fuerza que cobró el movimiento “Con Mi Plata No”, será algo muy difícil de aceptar para una ciudadanía descreída del Estado y de una solidaridad articulada en torno a los fondos personales. Noticia en desarrollo.
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