-El Instituto Nacional tuvo 3 puntajes nacionales; el año pasado 5. Pero en 2010 tenían 54. ¿Qué explica esa caída tan drástica?
-Esto tiene que ver con lo complejo que han sido los procesos para los chiquillos que este año están en enseñanza media. Por ejemplo, la generación que salió el año 2021, son chiquillos que hicieron toda su enseñanza media desde el 2019 en adelante con situaciones bien inestables tanto en el contexto interno como externo. El 2019 se nos cerró el año escolar en octubre, tuvimos muchas movilizaciones previas al estallido social.
-¿Tuvieron que cerrar el colegio?
-El Instituto se cerró porque era foco de mucha violencia previa al estallido social y durante el estallido social. El colegio estuvo en toma y finalmente tuvimos que terminar el año en el Colegio Insuco para cerrar el proceso administrativo. Todo el 2019 fue un año muy irregular, aquí empezaron los cortacalles, el pasarse por el Metro sin pagar, entonces hubo mucha irregularidad, mucha violencia al interior colegio. La comunidad sufrió bastante por la violencia y ahí los procesos educativos quedaros totalmente interrumpidos.
-¿La pandemia profundizó la brecha?
-Así es. Volvemos el 2020, estamos dos semanas y se inicia la pandemia, siento que ahí también hay una brecha importante entre la capacidad de un colegio particular versus un colegio público. A nosotros nos costó mucho generar educación a distancia. El 2020 también fue muy irregular. Y luego el 2021, estos chiquillos de cuarto medio están en todo un proceso online de clase. Tuvieron muy poca presencialidad, entonces sin duda estos últimos tres años para esta generación fue muy compleja, y eso explica la baja en este indicador que son los puntajes nacionales.
-Ustedes estaban en el epicentro del estallido. ¿Los alumnos participaron en las protestas?
-Hubo estudiantes que participaban, hubo estudiantes que también se veían envueltos en la trifulca, que no necesariamente eran partícipes activos, pero estaban en el colegio, entonces de una u otra manera se veían afectados igual.
-El año pasado en una entrevista dijo que ojalá a los alumnos no les digan terroristas.
-Exactamente. Era un estigma muy grande por parte de lo que es el contexto geográfico que rodea el instituto. Hay comerciantes, gente que vive o trabaja por el sector, que muchas veces veían que el IN era centro y foco de protestas y desórdenes, encapuchados, intervención de carabineros. Pero claro ese era un grupo reducido, mientras eso pasaba nosotros teníamos igual la gran mayoría de los alumnos en clase. Entonces era injusto por ejemplo que chiquillos que recién habían ingresado en séptimo u octavo por ir con la insignia les gritaran: terroristas, vayan a estudiar, déjense de encapuchar.
-¿Hay grupos al interior del colegio que participan de estas protestas violentas?
-Se identificaron chiquillos que participaron y ahí se aplicaron los procesos correspondientes de acuerdo al reglamento de convivencia escolar.
-¿Fueron expulsados?
-No tengo esa información. Eso pasó en 2019, hubo chiquillos expulsados, con debidos procesos, hubo chiquillos con cancelación de matrícula, se fueron aplicando las sanciones correspondientes. Sí sé que hubo chiquillos que participaron y esas son decisiones de las rectorías de aquel entonces, a los cuales se les suspendió la matrícula o los propios chiquillos una vez que se iniciaban los procesos se retiraban del colegio.
-¿Qué tipo de faltas son sancionadas con expulsión?
-Las sanciones están contenidas en nuestro reglamento de convivencia escolar. Ahí hay una tipificación: por ejemplo, la interrupción de un proceso educativo con violencia, esas son las más altas que pueden generar una cancelación de matrícula. Ahora, nuestro RICE, que es nuestro reglamento interno, es bien formativo, o sea siempre apunta a un proceso de acompañamiento del estudiante, conversación, de medidas formativas. Lo más importante y el foco de nuestro RICE y creo yo de todo colegio, es no perder a un estudiante. Tratar de rescatarlo, de acompañarlo, de darle las herramientas para que él si tiene algo que expresar, algo de molestia, encuentre otras maneras, esa es la orientación principal de nuestro reglamento.
-Siempre estuvo en los primeros lugares del ranking y ahora está en el 132. Aparte de la violencia y la pandemia, ¿la reforma de Bachelet, que puso fin a la selección, puede ser otra causa?
-Las reformas educacionales se pueden enfrentar siempre con trabajo, con procesos establecidos. El colegio en los últimos diez años venía a la baja en los resultados. Lo positivo de esta última medición es que se estancó esa caída. El año pasado promediamos 608 y ahora 620. Más allá de los puntajes nacionales, mirando la media, siento que es un indicador para decir: hasta aquí se paró el descenso y empezamos a trabajar para ir mejorando poco a poco los procesos.
-¿Este año hay vacantes?
-No. Estamos a tope para este 2022, tenemos nuestros cupos llenos, en todos los niveles. Es más, aumentamos la matrícula de 3.860 a 4.100 estudiantes. El colegio está recibiendo niños en séptimo y octavo y por supuesto, todo se hace a través del proceso SAE (Sistema de Admisión Escolar), una plataforma que es externa al colegio, nos envía los postulantes.
-Pero antes era muy difícil entrar al colegio.
-Antes de la ley de inclusión y del SAE, el colegio tenía un proceso bien exigente que tenía que ver con notas de quinto y sexto básico, luego una prueba de admisión. Los chiquillos con mejor puntaje y nota entraban. Este año hay otros elementos que pondera el SAE, por ejemplo hijos de funcionarios, tener un hermano en el colegio. Igual hicimos prueba de admisión, porque tuvimos más postulantes de cupos que abrimos. Abrimos 600 cupos y tuvimos 900 postulantes. Nos permite hacer el SAE una selección del 30% de estos postulantes a través de una prueba.
-¿Este cambio en la admisión perjudicó al IN?
-Yo creo que, claro, generó estudiantes más heterogéneos, pero sin duda que el colegio tiene que estar a la altura y saber trabajar con todo tipo de estudiantes. En un principio, hace años atrás, era más fácil porque los chiquillos venían seleccionados 100% por lo que era la prueba, pero no quiero decir que los chiquillos que están entrando ahora no sean comprometidos ni menos esforzados. No relaciono directamente el sistema de admisión a esta baja de puntajes que se han ido dando sistemáticamente. Lo relaciono un poco más a que no hemos podido trabajar de manera sistemática con los chiquillos en estos últimos años.
-¿Cómo ha sido el proceso de admisión de mujeres?
-Es lo mejor que ha podido pasarle al IN en los últimos años. Los cupos se llenaron rápidamente. Ha obligado al instituto a reformularse, a repensarse, a proyectarse a los próximos años y adaptarse a los nuevos tiempos. Las niñas y sus familias han sido un gran aporte, muy comprometidas, eso le ha dado una inyección de energía al instituto.
-¿Cree que el modelo del IN estaba agotado y tenía que adaptarse a los nuevos tiempos?
-Era necesario que el IN se adaptara.
-¿Esta imagen de violencia que se asocia al IN le pesa mucho al colegio?
-Yo creo que sí, por supuesto. La pandemia favoreció que el Instituto se calmara un poco.
-¿La mayoría de los alumnos está en contra de la violencia?
-Indudablemente, están a favor de las demandas estudiantiles, de la educación de calidad, nosotros tenemos una matrícula de 4 mil estudiantes, si los 4 mil fuesen a favor de la violencia no quedaría el colegio en pie. Siempre ha sido un grupo reducido que extrema y radicaliza sus maneras de expresión.
-¿Ha conversado con Gabriel Boric?
-El año pasado, cuando era candidato vino al colegio a un conversatorio. Subió a mi oficina y me expresó su preocupación por la educación pública y me dijo que el IN era un baluarte de la misma.
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