Qué observar. Pocos recuerdan en la DC una reunión de directiva tan tensa como la del jueves pasado. Todos pensaban que la mañana de ese día el alcalde Felipe Delpin llegaría con la renuncia a la presidencia del partido en sus manos, luego de que la noche anterior fuera desautorizado por el resto de la mesa en su decisión de desistirse de una querella en contra del ex convencional Fuad Chahin por “administración desleal” en el tiempo en que dirigió la colectividad, hasta 2020.
1. Sin expulsiones por el Rechazo. Todo apunta a que no habrá sanciones contra Rincón, Walker ni el ex Presidente Frei por votar a favor del Rechazo, pese a que la Junta Nacional del partido apoyó por un 63% ir por el Apruebo y que algunos sectores, vinculados a Provoste, siempre han estado por expulsar a quienes no están por el Apruebo. El problema es que parte del Tribunal Supremo tiene su mandato vencido y que una decisión de ese calado puede ser revertida. El partido convocará a una Junta Nacional en noviembre, donde podría desenredarse el nudo o seguir tensionándose.
2. La presidencia del partido. Los cercanos a Delpin señalan que no contempla continuar al mando del partido después del plebiscito, pese a haber asumido hace 5 meses. Pero, más allá de que lo concrete o no, lo cierto es que en la DC se habla de una nueva alianza que sostiene el poder en la DC: Los llamados “colorines”, todos cercanos al fallecido senador Adolfo Zaldívar y de la cual el alcalde de La Granja y Chahin formaron parte. Un triunfo del Apruebo o del Rechazo tendrá un efecto muy distinto en el partido. De ganar la segunda opción, como muestran diversas encuestas, todo apunta a que habrá un terremoto político y terminará presionando a la directiva a renunciar, dada su apuesta por el Apruebo. Aún no está claro quién puede perfilarse para asumir el cargo, salvo quienes nombran a Chahin. Lo que sí es un hecho es que esa noche pasarán los cuchillos largos por el partido. De ganar el Apruebo la permanencia de Delpin también será compleja, dado su quiebre con Provoste y sus antiguos aliados.
3. La relación con Boric. La actual directiva de la DC llegó al poder en una posición dialogante con el gobierno de Boric, distinto al perfilamiento propio del partido que exponen otros sectores, más proclives al Rechazo. En el oficialismo es un secreto a voces que han existido conversaciones entre La Moneda y los sectores más afines al Apruebo de la colectividad, con miras a ingresar al gobierno después del plebiscito. Para algunos, el Presidente requiere ampliar su base de apoyo político y legislativo, gane o pierda el plebiscito. El problema está en que si triunfa el Rechazo. Esa opción supone que un desembarco del partido en la actual administración resulte inviable, dado que los dirigentes que no apoyan el Apruebo se inclinan en su mayoría por dar identidad al partido y distanciarlo del FA-PC.
4. La sobrevivencia. El gran dilema que hoy recorre a la DC apunta a si sobrevivirá al resultado del plebiscito o habrá un cisma interno. Las diferencias internas, a estas alturas, son prácticamente irreconciliables. En el partido están a la espera del resultado del plebiscito para adoptar algunas definiciones tácticas e incluso ideológicas. Ese factor se cruza con diferencias personales, que también tienen un trasfondo estratégico y, sobre todo, de poder.
Declive y fugas. En 1989, la DC tenía 38 diputados. Y en 1993, 1,8 millones de votos. Por lejos fue el principal partido del país en los gobiernos de Aylwin y Frei Ruiz Tagle, concentrando más de la mitad de los votantes de la ex Concertación. La caída sostenida de la colectividad comenzó en 2001, cuando descendió a 23 diputados, con 1,1 millones de votos. Y la debacle ocurrió en 2017. Ese año bajó de 940 mil a 616 mil electores.
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