Si bien no es una carrera corrida, desde la nominación de Kamala Harris, Donald Trump solo ha recibido malas noticias, como el fuerte ascenso de su adversaria en las encuestas, un entusiasmo entre los demócratas que no se veía desde Obama, y una fuerte recaudación de fondos para su campaña. Trump no ha sabido responder al desafío y, pese a las recomendaciones de sus asesores, su respuesta ha sido su repertorio de insultos y descalificaciones. Si pierde, se reactivarían sus causas penales y podría terminar preso.
Fenómeno que no se veía desde Obama. Con Kamala Harris ha vuelto el entusiasmo y la confianza al partido demócrata, a niveles que no se veían desde la nominación de Barack Obama en 2008. Al revés de lo que se presagiaba -y a lo que esperaban los republicanos- no se produjo una guerra civil interna por la salida de Biden.
- Todo el partido se sumo con entusiasmo y cambió el mapa electoral. Las encuestas la muestran ganando por 4 puntos en Pensilvania, Michigan y Wisconsin y empatando en Georgia y Arizona, algo impensable hace solo un par de semanas.
- Significa un aumento de ocho puntos porcentuales. Superando a Trump por 11 puntos o más, dependiendo del estado, entre votantes mujeres.
- Kamala Harris no solo es un fenómeno electoral, sino cultural, lo que en Estados Unidos es fundamental. “Out with the old, In with the new! Algo que muchos votantes de ambos partidos venían demandando hace rato.
- Los demócratas recibieron el mensaje ofreciendo una alternativa distinta, un cambio generacional para dar vuelta la página. Trump paso a ser el “anciano” de la contienda. El hombre más viejo que postula a la presidencia en la historia de la nación.
- Harris, junto a su vicepresidente Tim Walz, están penetrando el voto joven, los independientes indecisos, ganando terreno entre la población afroamericana y latina. Disputando mano a mano el voto de los trabajadores blancos sin educación superior, que hasta ahora era territorio de Trump.
Trump en tiempos peligrosos. Una elección que creía tener en el bolsillo se le ha complicado. Para él no solo se trata de la posibilidad de sufrir una derrota electoral, algo que todo candidato en una democracia sabe que está dentro de lo posible.
- Por edad, este es el último cartucho de Trump. Perder sería pasar al ostracismo político y social. Sin futuro político quedaría totalmente desprotegido. Sus incondicionales le darían la espalda, se reactivarían todas las causas penales pendientes y, lo más probable, terminaría en la cárcel.
- Eso explica por qué está en un estado de pánico que lo lleva a comportarse de una forma aún más irracional que lo habitual, contraria a sus propios intereses.
- Desde que Joe Biden abandonó la carrera presidencial su nivel de apoyo ha disminuido. Toda su campaña se había basado en atacar a Biden cuya fragilidad y cuestionable agudeza mental lo convirtieron en un blanco fácil.
- Trump dedicó sus energías, el poder de su retórica y muchísimo dinero a desacreditar a Biden como un “viejo incompetente”, incapaz de completar una frase coherente, manejado tras bambalinas por asesores que “de facto” tomaban decisiones.
Cuidado con lo que deseas. En inglés hay un sabio refrán que dice “be careful what to wish for” (ten mucho cuidado con lo que deseas). Eso es exactamente lo que le ocurrió al Trump, cuando Biden finalmente abandonó su candidatura en favor de Kamala Harris.
- Con una candidata mujer, negra, joven, energética, inteligente y carismática, Trump quedo totalmente descolocado.
- No sabe cómo enfrentarla y se refugia en su modus operandi de “default”: El insulto, la descalificación y las mentiras. No logra internalizar el cambio de rival y sigue atacando a Biden como si éste fuese el candidato.
- Ha denunciado como un “golpe inconstitucional” la nominación de Kamala Harris.
- Su campaña se redujo a la clásica triada de insultos, descalificaciones; una andanada interminable de antiguos agravios y teorías conspirativas. Solo esta semana ha comparecido tres veces ante los medios con un discurso errático, incoherente y sin hilo conductor.
- Un comportamiento que ha sido criticado por su propio equipo de campaña y que, a la luz de las encuestas, no le está dando buenos resultados.
Resurrección demócrata. No solo las encuestas han cambiado, sino que la cobertura mediática. Hace un mes todos los titulares cuestionaban la competencia mental de Biden. Ahora se centran en las desquiciadas divagaciones de Trump y el entusiasmo y buena onda que reina entre los demócratas.
- Los demócratas sienten que han resucitado, que tienen una nueva oportunidad. Las concentraciones de Kamala Harris se repletan con miles de adherentes superando con creces a las de Trump. Algo que lo descompone psíquicamente. Tal es su obsesión que ha llegado al extremo de acusar a Harris de utilizar inteligencia artificial para que se vea más lleno.
- La candidatura de Harris ha motivado la inscripción masiva de nuevos electores demócratas en los registros electorales, superando con por primera vez en la historia a los republicanos. Cientos de miles de personas se han incorporado como voluntarios.
- En el plano financiero también se dio vuelta la tortilla. Kamala ha recibido 350 millones de dólares solo las dos últimas semanas, mucho más que su rival.
- Como el Quijote Trump sigue peleando contra molinos de viento. Hablando del pasado, de la elección que le robaron, de sus problemas legales.
- Se refiere a Kamala Harris como la “Perra, marxista lunática, extremista con bajo coeficiente intelectual”, que se hace pasar por negra. ¡Que aplicará las políticas económicas de Venezuela!
- El desmoronamiento de Trump ocurre en vivo y en directo en “prime time”. El ciclo interminable de controversias, sumado a la falta de ideas nuevas hace que muchos se pregunten si Trump sigue siendo el líder que el partido republicano necesita.
Desgaste de la marca Trump. Su diagnóstico apocalíptico del estado de cosas en Estados Unidos choca con la realidad. El país tiene problemas, pero no es la bazofia que Trump pinta. No está en la ruina ni camino de una recesión. Más bien todo lo contrario.
- La criminalidad ha bajado significativamente, la inflación pasó de un 14% en 2021 a menos de un 3%. Hay pleno empleo y el aumento de los salarios supera la inflación. El ingreso de inmigrantes en la frontera sur es menor hoy que cuando él era presidente gracias a una controversial Orden Ejecutiva de Biden restringiendo el uso del asilo político.
- La marca Trump está indisolublemente asociada con la disrupción, la controversia y el desafío a las normas. Y si bien eso atrajo votantes frustrados con el establishment político, se ha instalado una sensación de cansancio.
- El descontrol lo ha llevado a pelearse con sus aliados republicanos. Como dijo un asesor, “le prende fuego” a su propia campaña. En una concentración en Atlanta, un estado clave, las emprendió contra el popular Gobernador republicano Brian Kempt, al que llamó “pequeño Brian” y lo acusó de haber convertido a Georgia en un “hazmerreír”.
- Ello derivado de su rencor porque Kempt se negó a cometer fraude electoral en la famosa llamada telefónica en la que Trump le pedía que “encontrara” 11.720 votos que le faltaban.
Cambio generacional. Trump desperdició una tremenda oportunidad de hacer un giro, como se lo pedían a gritos sus aliados, tras el intento de asesinato. De transformarse en una especie de “resucitado” milagroso con un discurso de unidad y concordia. Se farreó el entusiasmo con que culmino la convención republicana que fue muy exitosa para él y que presagiaba una victoria segura.
- En Estados Unidos se está produciendo un camino generacional en el electorado. Los votantes más jóvenes -en particular los milenials y la generación Z- son cada vez influyentes y sus perspectivas y prioridades difieren de las de los republicanos.
- Buscan liderazgos que reflejen sus valores y preocupaciones, como el cambio climático, la innovación tecnológica y la justicia social. Asuntos sobre los cuales Trump tiene poco que decir. No hay sintonía con este segmento demográfico joven que piensa en el futuro más que en el pasado.
- Kamala Harris está capturando estos electores, y a los independientes que antes no pensaban votar por ninguno de los dos candidatos, lo que amplía considerablemente su posibilidad de obtener los votos en Colegio el Electoral. E incluso mantener el control del Senado.
- Sin embargo, esta no es una carrera corrida. Es una elección estrecha donde la batalla se da en el Colegio Electoral. Se requieren 270 votos y no todos los estados valen lo mismo. En los 80 días que restan de campaña pueden suceder muchas cosas. Sobre todo, los debates entre los candidatos que, como nos consta, pueden ser determinantes.
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