Estimado señor Presidente:
Soy votante suya, y por usted, como por varios de sus colaboradores, siento aprecio.
Escribirle esta carta pública a sólo cinco meses de iniciado su mandato, es algo que no hubiera imaginado que se volvería un imperativo de votante y ciudadana. Lo hago con preocupación real por el área de política exterior, la cual ayudé a coordinar para la campaña de la centroizquierda en la elección presidencial.
Pienso que usted también percibe esa preocupación. No es en absoluto normal que esta área acumule tantos titulares, columnas y análisis y que apuntan a errores que son demasiado numerosos para el corto tiempo transcurrido desde el inicio de su gobierno. Usted es una persona reflexiva, que en circunstancias históricas ha demostrado estar a la altura y saber alterar el rumbo cuando la situación así lo requiere. El área en cuestión necesita su atención. Los desaciertos son graves, abren flancos innecesarios y erosionan el apoyo a su gobierno.
Me excuso, Presidente, por tener que recordarle que del 55% obtenido en el balotaje que lo llevó a La Moneda, sólo el 25% votó por usted en primera vuelta. El 30% restante lo hizo sólo en segunda, y en el entendido que usted sería capaz de hacer una administración que convocara a la mayoría, y no sólo al 25% de su base.
En este marco, Relaciones Exteriores ha sido históricamente el espacio donde gobierno y oposición más fácilmente pueden coincidir en torno al interés nacional. La tensión en Cancillería hoy se explica, precisamente, porque la búsqueda del consenso que es esencial al área no está ocurriendo.
Perdone que hable con franqueza. En altas materias de Estado (y aquí la política exterior se parece a la economía), usted necesita que sus consejeros directos tengan una formación académica sólida: interés en el área y expertise profesional son cosas distintas. Sin lo segundo, usted se expone a gaffes y malas decisiones tomadas por personas que simplemente no tienen la experiencia requerida para prevenir errores (por más que esa sea su intención). Problemas de este tipo ya han tenido lugar, creando fricción con la Ministra de la cartera, y además dejándolo mal puesto a usted en público.
Un asesor presidencial en el área debiera ser un profesional de las relaciones internacionales con más de 20 años de experiencia y altas calificaciones. Por sobre la incondicionalidad y adulación de las amistades, la familiaridad generacional, la tentación de la autocomplacencia y la vanidad de Instagram y TikTok. Usted necesita calidad.
Lo mismo aplica para los asesores de todos los Ministros y subsecretarios en materia internacional. Y hablando de relaciones internacionales en Palacio, discúlpeme por agregar lo siguiente: las fotos de una reunión de la Directora Sociocultural de la Presidencia con la Vicepresidenta electa de Colombia muestran que un curso básico de protocolo es urgente para quienes concurren, a nombre del Estado de Chile, a citas con dignatarios extranjeros.
En cuanto al Ministerio, en embajadas, agregadurías, y gabinetes ha habido nombramientos y procedimientos inadecuados, así como despidos, alejamientos, exclusiones y castigos injustificados, llegando a niveles de razzia contra quien se considera enemigo (la ex Concertación mayormente cae en esta categoría).
Nadie discute que las designaciones son manifestación de exclusiva confianza, y que un porcentaje de ellas se asigna a personas afuerinas. Pero hoy el estándar promedio de éstas es el más bajo que se recuerde desde la dictadura. Hay que subrayar, además, que el hecho de que esas personas estén trabajando en su destinación, no significa que generen respeto alguno ante el gobierno extranjero en cuestión.
Estas designaciones sin idoneidad dañan la imagen de nuestro país; y también quebrantan la promesa hecha por usted al gremio diplomático, que en su gobierno no habría amiguismo ni premios de consuelo para operadores políticos. Se daña además, el buen servicio y la probidad administrativa, pues más allá de las ganas de trabajar, los nuevos agregados y embajadores sin conocimiento de relaciones internacionales ni siquiera son conscientes de lo que ignoran (por ejemplo, que la valija diplomática no puede usarse para distribuir copias de la propuesta de constitución, a fin de hacer campaña en favor de la opción “apruebo”).
Seré aún más franca: para la asignación de funciones en Cancillería, hoy no es el expertise o los años de carrera lo que cuenta sino la incondicionalidad con la coalición de gobierno, idealmente manifestada en redes sociales en una especie de “barra brava” diplomática jamás vista en nuestra historia.
Sobre esta base, se está implementando en el manejo del personal una división entre amigos y enemigos tan profunda, que los funcionarios de carrera sienten miedo de hacer su trabajo y expresar opinión, aún por vía ordinaria en las materias que les conciernen, por miedo a represalias. La moral funcionaria al interior de la cancillería está tan baja, Presidente, que muchos buenos servidores públicos han renunciado, y muchos otros buscan desesperadamente salir al extranjero o al sector privado.
Cancillería está perdiendo para siempre a estos profesionales que se alejan, heridos y desilusionados. Así se está desarmando un activo nacional, porque el expertise en relaciones internacionales es escaso en nuestro país. Es clave aumentar los concursos, y que éstos no sean arreglados (eso también pasa hoy). Que vuelva a primar un trato funcionario donde el criterio sea la excelencia, el expertise, y no la incondicionalidad con quien sea que esté en el gobierno: en cualquier país serio del mundo, eso es lo opuesto a la diplomacia profesional.
El que los cargos ministeriales más importantes se hayan asignado a personas a las que les falta especialización en relaciones internacionales, y/o años de experiencia propios de los puestos senior, tiene consecuencias sistémicas.
La decisión en el caso Grossman es un buen ejemplo: existen deficiencias en lo jurídico; total falta de interés en el consenso (ignorando la unanimidad del comité a cargo de la nominación en cuestión, y la de todos los ex Cancilleres, que como regla sólo levantan la voz en temas absolutamente cruciales para el país); trato indigno (nulo contacto con Grossman hasta el momento de negarle el apoyo, y “cobranza pública” de la anterior postulación); y falla comunicacional (la nota preparada para la prensa expone a Chile frente a otros países que postulan al Consejo de Derechos Humanos, al insinuar falta de fondos y de votos suficientes para la elección).
En resumen: Ministerio golpeado, por anuncio tardío y mal justificado, que evidencia debilidad estratégica, prioridades equivocadas, y encima ingratitud.
Sobre relaciones económicas internacionales, imagino que Justin Trudeau le habló en Canadá sobre el CP-TPP (mal llamado TPP11) y sus ventajas para las PYMES, la diversificación de mercados, el empleo femenino, y el respeto a los derechos humanos y el medio ambiente; que las solicitudes de ingreso de Uruguay, Reino Unido, China y Corea, han llamado su atención; y que está enterado que nuestra competitividad en relación a países del bloque ha caído sustancialmente al no unirnos. Imagino también, respecto a la UE, que sabe que la negociación quedó legalmente cerrada bajo el gobierno anterior (no fue “·de palabra”), y que reabrir lo cerrado arriesga, en el actual escenario de guerra en Europa, que en cualquier momento nuestro mayor inversionista congele la conversación por algunos años, habiendo otras prioridades.
Imagino asimismo, que usted también sabe que el Mercosur vive el peor momento de su historia, y que el proteccionismo e inmovilismo que lo caracterizan ha llevado a Uruguay y Brasil a buscar alejarse de él. Para no alargarme aquí, pienso escribirle otra carta sobre estos temas, sobre el riesgo de que perdamos este año el acuerdo Visa Waiver con EEUU, y finalmente sobre el hecho de que la Subrei puede estar fatalmente despistada en la búsqueda de fertilizantes (esenciales para la estabilidad política y social del país, a fin de evitar la crisis alimentaria), y en la compra de vacunas contra la viruela del mono (que va camino a la declaración oficial como segunda pandemia).
Ojalá la correspondencia no le moleste. Con sincera amistad y preocupación, una ciudadana.
Paz Zárate.
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