-¿Cómo surgió la carta que publicaron en El Mercurio?
-Consideramos que no correspondía premiar a alguien como Mario Neira, que en otra circunstancia tendría problemas legales con el Consejo de Monumentos Nacionales. El premio que gana es el Alberto Risopatrón, que es un premio por los aportes al Colegio de Arquitectos.
Entonces, el hecho de que él haya intervenido una fachada patrimonial, y que no sea sancionado sino premiado, no deja de ser una contradicción en nuestros tiempos. Sería como premiar a los dos cabros que pintaron el Museo de Bellas Artes.
Lo que hizo es ilegal, pero no lo sancionan y más encima le dan un premio; significa que estamos trastocando nuestros principios básicos. El nivel de rechazo que hubo contra ese premio entre los arquitectos fue grande. Un rechazo transversal.
-Pero la carta fue firmada por cinco o seis.
-La querían firmar decenas o cientos de personas, pero no había espacio. Incluso se planteó una carta de las mil firmas.
-¿Firmó gente como Alejandro Aravena o Smiljan Radic?
-No. Smiljan es de bajo perfil. Y Alejandro tiene otras preocupaciones.
-El personaje del que hablamos es Mario Neira. ¿Qué es lo que hizo que genera tanta discordia?
-Básicamente, lo que él hizo fue pegar en la fachada principal tres lienzos, y sobre ellos empezó a escribir y dibujar en la fachada del Colegio de Arquitectos.
Yo fui vicepresidente del Colegio de Arquitectos, con Sebastián Gray, entre 2013-2015. Dentro de las discusiones, que eran bien acaloradas, estaba la de si el Colegio tiene el derecho de pronunciarse desde un punto de vista político. No estoy a favor de eso. En ese momento era porque el Colegio quería hacer una declaración respecto a los detenidos desaparecidos del gremio, ocho arquitectos. Se puso un lienzo, y eso hizo que muchos colegiados se salgan de la institución. El Colegio tiene que ser profesional, no político.
-Lo de Neira eran lienzos, ¿no es parte de la libertad de expresión?
-Cuando el señor Neira interviene la fachada con tres pancartas, alusivas a temas contingentes en un monumento histórico nacional, sin la autorización del Consejo de Monumentos, con el apoyo de algunas personas del directorio, lo que hace es pasar a llevar a los demás. No tiene ese derecho. Esto fue el año pasado, después del estallido.
-¿Qué decían las consignas?
-Algo así como: “Arquitectas participando en los cambios. Construcción de la nueva constitución”. La pregunta es: ¿qué arquitectas? ¿a quién representan? Cuando eso no se hace de manera democrática, al final tienes un sesgo que no representa a todos los arquitectos. No puedes intervenir la fachada. No puedes pegarle nada. Legalmente está prohibido.
-¿Vas a votar Apruebo o Rechazo?
-Eso es privado. Lo que quiero decir es que el Colegio es de todos los arquitectos, no solo de un grupo de un signo político.
-¿Cuál fue la reacción de Neira ante esta carta?
-Está furioso; están todos furiosos en el Colegio. Desde la Presidenta hasta parte del directorio. Lo que falta es una reflexión: por qué mandamos esta carta, por qué le dimos el premio y si fue bien o mal otorgado. Al final, nuestro problema grande es que no podemos seguir con estos niveles de violencia y división.
-Hay un grupo llamado “Arquitectos por un Chile Digno”. ¿Apoyan el estallido social?
-Sí están absolutamente con el estallido social, la nueva constitución y los grandes cambios.
-¿A esa facción pertenece Mario Neira?
-Si, claro. Pertenece a ella también gran parte del directorio, y todos los arquitectos de una izquierda más hacia el Partido Comunista.
-¿La presidenta del Colegio es de esa tendencia?
-Doña Jadille Baza en su momento fue del PC, después dijo que dejó de ser militante. Ahora, uno puede conversar con ella en los méjores términos. No tengo nada que decir al respecto. Siempre me ha atendido el teléfono, hemos conversado temas complejos.
-¿Ves una relación entre estas pancartas en las fachada y los rayados en la ciudad?
-Sí, los vinculo directamente. Es como cuando alguien tira basura y alguien dice: si hay basura, puedo seguir tirando basura. La fachada está super pintada, quizá el acto bonito habría sido decir: la vamos a limpiar y esto es para todos nosotros, para toda la ciudad. El punto complejo es que no es llegar y limpiarlo: tienes que pedirle permiso al Consejo de Monumentos Nacionales y preguntar cómo hacerlo.
Durante años, el Colegio se ha ganado fondos para limpirar la fachada y dura días nomás y la vuelven a destruir completa. Es imposible que esa fachada esté limpia. Para eso tiene que haber un cambio que va a demorar generaciones completas en nuestro país.
-¿La municipalidad se ha puesto las pilas?
-Sí. Yo llevo años teniendo reuniones en la municipalidad. Han gastado dineros brutales, se desviven, mandan máquinas a limpiar, hidrolavadoras, se gastan plata que no tienen o que consiguen con empresas, y dura horas.
Lo más grave que está enfrentando Santiago hoy, es que el centro son puras cocinas al aire libre en el Paseo Ahumada y Huérfanos. Todas esas cocinas tiran el aceite al alcantarillado y por primera vez en la historia la alcaldesa no sabe cómo limpiar el aceite de las cañerías porque se solidifica. Y nunca les había pasado. El alcantarillado se va a tapar.
-¿Una parte de Colegio está dominada por esta tendencia llamada “Octubrismo”, que justifica o entiende la violencia del estallido social?
-Efectivamente, el Colegio está con una tendencia muy fuerte en el octubrismo. Y no me parece ilegítimo, pero no representa a todos los arquitectos en Chile. Somos cerca de 25 mil arquitectos, y no me imagino que todos se sientan representados por la actual tendencia de la directiva. La institución se hace débil. La generaciones jóvenes no quieren inscribirse y los más viejos prefieren desvincularse.
-Sucede también que el edificio del Colegio, una obra ejemplar de Luciano Kulczewski, está en el epicentro de las protestas, en la zona cero.
-Siempre ha tenido problemas de rayados, no solo ahora, sino en los últimos 20 años. Después de los partidos de fúbol destruían todo, siempre ha sido tema. Es una joya de 1920.
Pero no olvides que en el estallido social quemaron dos veces el Museo Violeta Parra. O sea, no es un tema de izquierda o derecha. Si no es por Emilio de la Cerda y Erwin Brevis, seríamos una vergüenza mundial. Ellos dijeron: saquemos todo antes de que pueda pasar algo. La pérdida de la obra de Violeta hubiera sido una tragedia planetaria. Nos hubieran sancionado Unesco y otras instituciones internacionales.
-¿Al Colegio le ha faltado tener una posición más firme contra la destrucción en el centro de Santiago?
-Sí. Los directivos no han hecho declaraciones oportunas, desde el punto de vista de sancionar la destrucción del patrimonio. Uno de los grandes baluartes ahí ha sido Ives Besançon, que paradójicamente perdió el premio en la categoría frente a Neira, nada menos.
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