–El centro de Santiago se ve abandonado, si bien aún tiene cierta vitalidad. ¿A qué se debe?
-Es parte de un proceso que viven todas las grandes ciudades en el mundo. En la medida en que van creciendo, se van desarrollando nuevos sub centros de comercio y servicios. Esto es algo que se ve plasmado en Norteamérica, después de los años 50, con la explosión de los suburbios, donde los centros de muchas ciudades, como Detroit, Cincinnati, Boston, comenzaron a quedar abandonados, y surgieron un montón de iniciativas para reactivar el centro.
-¿Y en el caso chileno?
-A comienzos del siglo XX las clases medias altas se instalaron en el Llano Subercaseaux, en el barrio Brasil, Yungay, República. Y los hijos de esas familias se trasladaron a Providencia, Lyon, Pedro de Valdivia. Después se fueron a El Golf, en los años 30 o 40, y luego a Las Condes, y a Lo Barnechea, Vitacura.
-¿En los 90 hubo un intento por recuperar el centro?
-Sí, hubo un plan de repoblamiento de la comuna, que fue muy exitoso desde el punto de visto cuantitativo. Y todo eso venía bastante bien encaminado hasta el estallido social de 2019, donde comienza a instalarse un deterioro, un descuido, y sobre todo la violencia urbana, que se comienza a manifestar en el centro de Santiago. Y eso ha sido un tiro de gracia.
-¿Es posible salir de esta crisis?
-Todos los centros urbanos en el mundo están constantemente reinventándose y generando proyectos e iniciativas para evitar el éxodo de los principales instituciones, comercio, servicios. Y eso es una constante. Pasa en Nueva York, Paris, etc. Lamentablemente desde el estallido ha sido tal el impacto que ha tenido la violencia urbana, y el vandalismo, el descuido del espacio público, que estamos en un momento más delicado que en mucho tiempo.
-¿Como evalúas lo que hace la alcaldesa Irací Hassler en el tema de comercio ambulante?
-Yo creo que fue bastante errática la alcaldesa al comienzo, cuando anunció que iba a dar más de 5000 permisos para los comerciantes ambulantes, sin tener un plan claro de cómo se iba a catastrar o a implementar este plan. Ahora bien, el tema de los vendedores ambulantes es bastante común en muchas ciudades del mundo. Y hay ciudades que lo han manejado de manera más efectiva: por ejemplo, Quito, en Ecuador, donde había un nivel de informalidad enorme en el centro.
-¿Y qué hicieron? Hay mucho comercio ilegal en Quito.
-La municipalidad hizo un catastro y comenzó a relocalizar a los vendedores informales donde ellos podían efectivamente ejercer el comercio, con ciertas condiciones. Por ejemplo, reactivar espacios urbanos perdidos, como pasajes comerciales abandonados, o playas de estacionamiento que no se estaban utilizando.
-El proyecto del eje Alameda Providencia fue lanzado con bombos y platillos. Pero el gobierno de Piñera lo descartó. Ahora Boric ha planteado reponerlo. ¿Cuál es tu postura?
-A mí me tocó participar en una mesa técnica, que conformó la intendenta Rubilar en junio de 2019, para revisar ese proyecto. Significaba una inversión cuantiosa: hicimos un análisis y llegamos a la conclusión que no se justificaba tener un corredor de buses segregado en el bandejón central de la Alameda.
-¿Por qué lo rechazaron?
-La recomendación de la mesa fue avanzar en ciertas etapas como el sector de las Rejas Pajaritos, y el sector de la Alameda que va entre Las Rejas hasta Estación Central. Pero luego vino el estallido y todo quedó en nada. Lo interesante es que dado el deterioro y la destrucción que ha tenido el entorno de Plaza Baquedano, el proyecto original de Nueva Alameda Providencia, perfectamente podría implementarse ahora. Porque planteaba un reordenamiento del sector de Baquedano, que puede hacer recuperar ese espacio. Era un proyecto transformador, que tenía un costo alto. Pero podría ser un proyecto muy emblemático para recuperar el centro de Santiago.
-¿Te da pena caminar por el centro de Santiago?
-Obviamente, es muy frustrante y muy triste caminar por el centro de Santiago. Y también por el centro de Valparaíso y de Antofagasta. Y ver como se instaló la violencia urbana y esta especie de deterioro, no solo del entorno físico, sino también de la convivencia. El nivel de violencia que uno ve en la actitud de las personas es impresionante. Hay una sensación de inseguridad, de efervescencia y violencia que se enmarca no solo en lo físico sino también en la vida cívica que está tremendamente fracturada. La solución para esto no basta con ir y pintar las fachadas, porque van a volver a ser rayadas. No basta con poner más carabineros ni dialogar con los grupos antisociales. Hay que reconquistar los espacios para la gente. Generar vida en la ciudad. Que la gente no tenga miedo de caminar por el centro. Me da mucha pena como urbanista lo que veo.
-¿Qué soluciones planteas?
-Tres megaproyectos: el primero es seguir avanzando en Nueva Alameda Providencia en el tramo poniente, lo que es Las Rejas Pajaritos, llegar hasta Estación Central, con una inversión importante. Segundo, reconstruir Baquedano, a partir del proyecto de un memorial de octubre de 2019. El tercero, una ciclovía por la Alameda.
El punto es recuperar lo siguiente: Santiago era un lugar maravilloso, cada vez mejor, un gran ecualizador urbano, y hoy día está siendo abandonado y destruido por un grupo muy minoritario, que claramente tenemos que sacar, no solamente a la fuerza, sino también de forma simbólica. Y creo que ese es el gran desafío.
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