La educación está obsoleta en su paradigma de llenar el cerebro de jóvenes de información cuando el conocimiento está más disponible que nunca. Vivimos tiempos cada vez más complejos, y por lo mismo, entender y hacer sentido de dónde y cómo estamos situados es crucial.
El desafío hoy no es el acceso a conocimiento como factor elevador de un individuo y bien común de una sociedad, sino las personas entiendan el paradigma que habitan. Eso no lo puede responder fácilmente Chat GPT, sino que se necesitan horas, semanas y años para hacer sentido y alcanzar apenas a vislumbrar la profundidad de la complejidad en la que estamos sumergidos.
Con este objetivo en mente, la educación media y universitaria necesitan hacer un hincapié importante en el pensamiento científico y educación cívica. No hay atajos para comprender estas dimensiones de nuestra civilización. Ellas implican una complejidad irreducible, es decir, no es posible ahorrarse pasos para formar a una persona y que ella construya las redes neuronales que permitirán mirar la realidad a través de nuevos lentes.
El investigador Cristian Huepe explicaba de manera muy ilustradora el germen de las noticias falsas: “las personas no entienden cómo el conocimiento se genera”. Vivimos en un mundo globalizado que no terminamos de entender. Muchos hechos cotidianos con fuerza de verdad no son tan obvios: como sabemos que la tierra es plana, que la sociedad necesita de normas, o por qué tratamientos seudo medicinales no son efectivos.
La falta de comprensión sobre cómo se genera el conocimiento y la proliferación de contenido erróneo nos alertan que nuestra educación que no ha evolucionado al ritmo de nuestra sociedad. El desafío no es memorizar, sino que entender el mundo en el que vivimos.
El “efecto Dunning-Kruger” es un fenómeno cuando alguien cree que es experto después de leer dos artículos sobre un tema, pero solo después de profundizar más, se da cuenta de que no sabe mucho. Esta famosa “montaña de la estupidez” es un obstáculo que nuestra educación debe ayudar a superar.
Necesitamos que nuestra educación permita a los estudiantes ser conscientes de lo vasto del conocimiento y que esa montaña existe. Necesitamos al menos vislumbrar nuestra ignorancia y la complejidad del mundo exterior.
Para lograr esto, necesitamos instruir sobre dos aspectos basales.
A veces, lo obvio por obvio se calla y por callado se olvida.
Lamentablemente hoy, los estudiantes salen del colegio listos para olvidar información que está disponible en internet, pero sin las herramientas para desenvolverse y habilitar una buena sociedad. Puede que me quede corto con los temas a priorizar para discutir y reflexionar durante la educación media y universitaria. Es probable que debamos también acentuar filosofía, habilidades interpersonales y cómo apalancar la Inteligencia Artificial.
Sin embargo, sobre lo que no cabe duda es que están obsoletos los exámenes de grado donde hay que memorizar durante un año para responder preguntas que Chat GPT respondería mejor. Hoy, toda prueba debería ser con libro abierto. El valor de las escuelas debe estar en la reflexión y discusión, no en memorizar, sino en aprender a aprender. En construir los fundamentos cognitivos para el aprendizaje y conocimiento que vendrá después. No para normalizarlos y hacerlos calzar en un molde, sino que para habilitar una mejor versión de ellos mismos cuando se enfrenten a un mundo que no imaginamos hoy.
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