Doctor en Filosofía y director del Magíster en Comunicación Política y Asuntos Públicos de la UAI, Max Colodro en esta entrevista dice que la señal que entrega la votación de los 2/3 es tan importante que pasa por encima del hecho de que fue votada por mayoría simple, lo que va en contra del artículo 133 que da origen a la Convención Constituyente.
-La votación de los dos tercios estuvo marcada por una alianza entre la centroizquierda y el FA. ¿Crees que es un punto de inflexión?
-Lo que sucedió fue una señal de un tema muy de fondo. La mayoría de los constituyentes terminaron aceptando los 2/3, porque no aceptarlos era poner a la Convención al margen de la institucionalidad, y eso significaba un riesgo muy alto. No solo por la posibilidad de que esto se judicializara por la vía de un recurso de Chile Vamos, sino también porque la Convención quedaría, ante la opinión pública, como un órgano que no respeta las reglas del juego. Ahí había un punto: rechazar los 2/3 ponía en riesgo la legitimidad del proceso. Eso terminó haciendo convicción en la mayoría de la Convención.
-¿El Partido Comunista es el gran derrotado?
-Aquí la gran derrota del PC es que se instala la idea de que ni siquiera con mayoría simple se pueden modificar las reglas del juego. Para poder modificar las reglas del juego se requieren de 2/3 y eso deja aislados al PC, a los sectores de los pueblos originarios y de la ex Lista del Pueblo, que estaban abogando por el criterio de la mayoría simple.
-El PC vuelve a quedar al margen, ¿tiene vocación de minoría?
-Sí. Yo creo que para el PC es una derrota importante. Lo que más va a resentir el PC en el corto y mediano plazo es la relación con el Frente Amplio. Efectivamente esto puede tener un efecto en la relación de Apruebo Dignidad y en la candidatura de Boric eventualmente. Esto puede deteriorar las relaciones entre el FA y el PC.
-Los sectores extremos quedaron fuera de juego. ¿Es un triunfo de los moderados o fue puro pragmatismo?
-Se impuso la moderación. Si uno ve las declaraciones del FA del último tiempo, ellos tenían claro que era un riesgo poner a la Convención fuera de la institucionalidad. En ese sentido, terminó primando una cierta moderación.
-El hecho de que la izquierda haya votado unida a la derecha, ¿permite pensar en una revalorización los acuerdos?
-En palabras simples, el gran ganador de esta jornada es el acuerdo del 15 de noviembre, que involucró desde la UDI a Gabriel Boric. Y los que terminan derrotados son precisamente los que no creyeron en ese acuerdo, los que votaron en contra en el caso del PC; los que han estado abogando por no respetar las reglas del juego establecidas a partir de la reforma constitucional, esos son los grandes derrotados. Lo que se valida es que este proceso constituyente es un proceso que tiene un marco, una legalidad e institucionalidad anterior que es la determinada por el acuerdo del 15 de noviembre y por la reforma constitucional.
-Pero el quórum de los 2/3 fue votado por simple mayoría, lo que infringe el artículo 133 que dio origen a la Convención.
-Ahí efectivamente hay una fisura en la institucionalidad y en la legalidad, pero lo que se termina por aprobar es de tal solidez y tiene una significación y un simbolismo políticos tan fuertes, que pasa por encima de que esto haya sido aprobado por simple mayoría. Esa fisura queda opacada.
-Puede ser visto como una jugada audaz. ¿Crees que valió la pena infringir la Constitución para así aprobar el quórum de los 2/3?
-Sin duda. Además, a través del resultado de la votación lo que queda legitimado es el sentido original de la reforma constitucional. Aquí lo que importa es: no se van a aprobar reformas constitucionales sin que haya un quórum de 2/3, incluso para modificar ese quórum necesitas 2/3. Se intentó generar una cierta ficción de que esta Convención era soberana y que podía modificar las reglas del juego y finalmente lo que la votación hace es ratificar, a pesar de que sea por la vía de una mayoría simple, las reglas del juego. O sea lo dijo la propia presidenta de la Convención: a ella no le gustaba esto, pero finalmente entendió que el precio de poner a la Convención al margen de la institucionalidad era demasiado alto.
-¿No tendría sentido llevar el tema a la Corte Suprema?
-Yo creo que no. Porque quedó ratificado el quórum, a pesar de que en estricto rigor es cierto que no se aprobó por dos tercios y de que ahí hay una grieta en la institucionalidad que podría dar lugar a un recurso ante la Corte Suprema. Pero el resultado tiene tanto o más peso que la fisura misma.
-El otro hito fue la aprobación del cuarto retiro en la cámara. ¿Cuáles son sus efectos políticos?
-Tiene una connotación muy compleja. Los diputados están demostrando un nivel de irresponsabilidad con el país y con el futuro muy grande.
Entre los candidatos, Sichel es el primer damnificado de esta votación. No logró alinear al oficialismo. Y hay un golpe a su liderazgo político, sin duda. Ahora bien, el desafío de Yasna Provoste, en el Senado, va a ser muy difícil. Hay un sector importante de su sector que no quiere aprobar, por razones obvias, porque es una muy mala medida, que va a tener efectos muy complejos en la economía. Pero ella ya se jugó a favor del cuarto retiro y puso en una posición muy compleja a su coalición.
-Boric en un principio se opuso y luego votó a favor. ¿Eso no tiene costos?
-Boric terminó votando en función de un criterio electoral, la misma razón por la cual lo hizo Yasna Provoste. Pero la diferencia entre Boric y Provoste es que en el Senado Boric tiene un solo senador, que va a votar a favor. Pero Provoste tiene 4, 5 o 6 senadores que están hoy en contra o sin apoyarlo al menos. Si se pierde por votos de la oposición, eso puede ser un golpe muy duro para la visibilidad electoral y política de esa candidatura.
-¿Sin arriesgarse Boric sale casi indemne?
-Boric salió con menos daño político. Más allá del hecho de que también su cambio es una señal de debilidad y de falta de liderazgo.
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