-¿Crees que hay un nuevo Boric, más moderado, más socialdemócrata? ¿Es un cambio auténtico o más bien pragmático?
-Yo creo que el Presidente ha ido llegando a la convicción con el tiempo, sobre todo después de la gran derrota del Apruebo, que la única manera de sobrevivir en este nuevo escenario y de proyectarse políticamente es conectando con la ciudadanía con los problemas cotidianos que son hoy fundamentalmente el alza de los alimentos y el crimen organizado.
El viaje del presidente a La Araucanía, que demoró ocho meses en concretarse, confirma eso. Boric mostró una sensibilidad muy fuerte con las víctimas. Por primera vez llamó terrorismo a lo que está ocurriendo allí en materia de violencia. Particularmente el Presidente hace un esfuerzo por conectarse con este sentido común, asociado a los problemas que la gente vive y sufre todos los días. Y le ha dado buenos resultados en materia de opinión pública, como en la encuesta Cadem, donde subió 8 puntos de aprobación.
-En tu última columna en La Tercera dices que ni todas las volteretas del Gobierno juntas pueden lograr afrontar lo que está sucediendo en materia de seguridad.
-La única manera de que el Gobierno pueda llevar adelante una agenda para combatir en serio el narcotráfico, el crimen organizado y la violencia en La Araucanía, va a ser con medidas muy duras, que van a requerir estar dispuesto a pagar costos políticos altos. Si el Gobierno no logra construir una agenda con el respaldo de la oposición, eso no va a fructificar.
Más allá de los giros y de las volteretas en materia de discurso del Presidente, lo que tiene que hacer ahora el Gobierno es que ese cambio de tono y ese cambio de relato, se plasme también en políticas que van a hacer necesario el apoyo de una oposición muy generosa, que no esté disponible para sacar provecho político de los costos que va a tener para el Gobierno llevar adelante una agenda de seguridad muy dura.
-¿Crees que esta es la verdadera alma del Presidente, la de socialdemócrata?
-No, yo creo que la verdadera alma del Presidente es la que fue derrotada el 4 de septiembre: el proyecto refundacional que se plasmaba en el texto constitucional elaborado por la Convención, que tiene que ver de algún modo con lo que es la trayectoria del Presidente, con lo que el PC y el Frente Amplio estuvieron construyendo como proyecto político durante diez años, desde al menos el movimiento estudiantil del 2011. Yo creo que esa es el alma del Presidente. Pero el Presidente hoy día entiende que esa propuesta, ese proyecto político fracasó, que está derrotado y que no lo va a poder restablecer o retomar, al menos durante este período presidencial.
Y por lo tanto el Presidente lo que ha hecho es girar en función de las cosas que es posible hacer, motivado por un cierto realismo político, para poder llevar adelante una agenda que le permita reconectarse con la ciudadanía, en materia económica y en materia de seguridad. El Presidente en ese sentido ha sido lúcido, pragmático y entiende que su proyecto político fracasó. Y por lo tanto está de alguna manera claudicando y cambiando en función de las prioridades que la realidad le impone.
-¿Es una derrota política del Partido Comunista?
-Sí. Es una derrota histórica del PC. El fracaso del proyecto constitucional es la derrota más importante del PC desde su intento el año 86 por derrocar a Pinochet a través del atentado y la internación de armas. Así de dura es. Lo reconoce el propio Teillier cuando dice que esto ha sido muy traumático para ellos. Les generó un dolor y una frustración muy grande.
Sin duda, para el PC y para los sectores mayoritarios del Frente Amplio hay una derrota que les ha costado mucho asumir. El primero que ha tenido la capacidad y la visión para poder asumirla y para poder actuar en consecuencia, es decir, girar y moverse hacia los efectos y las implicancias que tiene esa derrota, ha sido precisamente el Presidente Gabriel Boric.
-¿Y la derecha en qué queda? Roberto Izikson, gerente de Cadem, decía que se quedó sin agenda, un poco ausente.
-Creo que la derecha sigue con una dificultad muy grande para poder entender las claves del proceso político que está viviendo Chile desde hace mucho tiempo. No entiende la disputa de proyectos de país y de sociedad que hay en Chile, al menos desde el año 2010. No ha sido capaz de construir un proyecto político para un país que está profundamente dividido. Tiene un diagnóstico equivocado de qué es lo que tiene hoy día fracturada a la sociedad.
-¿Cómo evalúas la forma en que el gobierno ha presentado políticamente la reforma a las pensiones?
-El Gobierno con la reforma previsional ha dado un giro y muestra una claudicación muy importante respecto de lo que era su visión original. El proyecto del Gobierno permite finalmente que el 10,5% pueda ser administrado y rentabilizado por empresas privadas, ya sea que se llamen AFP o tengan otro nombre y por lo tanto en eso el Gobierno ha hecho una concesión muy sustantiva en materia ideológica.
-Otro tema que revela esta dicotomía es la violencia en los colegios. La alcaldesa de Santiago Irací Hassler habría pedido no usar la ley Aula Segura, impulsada por Piñera.
-La alcaldesa de Santiago sigue en la lógica de la agenda anterior. Y el Presidente está haciendo un giro que tarde o temprano el Partido Comunista y la alcaldesa de Santiago, van a tener que ir asumiendo y aceptando, les guste o no les guste.
El problema que tiene un sector muy importante del gobierno, particularmente Apruebo Dignidad, es que ellos tenían un diagnóstico de cuáles eran las causas de la violencia y cuáles eran las maneras de enfrentarla que hoy día no son válidas para gran parte de la ciudadanía.
-¿El Presidente Boric está leyendo correctamente el momento político?
-El giro que está haciendo el Presidente es el único posible. El Presidente tiene claro, a mi juicio, que la única manera de reconectar con la ciudadanía, con sus necesidades y con sus demandas inmediatas, pasa por resignar y por de alguna manera claudicar respecto de lo que era su proyecto político histórico original. Y yo creo que en ese sentido el Presidente está mostrando una ductilidad y un pragmatismo que es sin duda valorable y que eventualmente le puede permitir empezar a reconectarse con el sentido común y con las prioridades de la gente.
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