La calidad de ambas candidatas no es suficiente. Ambas representan proyectos razonables, pero cargan con alianzas que pueden frustrar cualquier intento de moderación. Carolina Tohá tiene a su lado al PC y el FA, que buscan reivindicar su fallido proyecto constituyente. Evelyn Matthei tiene el mismo problema con la autodenominada “Nueva Derecha” de Kast, representante del modelo Trump en Chile.
Extremos empoderados. La polarización que sacude al mundo está impactando la elección presidencial chilena. Las coaliciones empoderan a los extremos y amenazan con desbordar incluso a las candidatas moderadas.
- Todo indica que Carolina Tohá y Evelyn Matthei se enfrentarán en la segunda vuelta de la presidencial. Ambas mujeres encarnan una rara combinación de experiencia política, claridad técnica y compromiso con la democracia.
- Fueron actoras fundamentales del complejo proceso de transición, vivieron momentos aciagos en su carrera política con triunfos y derrotas y sufrieron un período de ostracismo, del cual salieron airosas, dando muestras de una gran capacidad de resiliencia.
- De modo que algunos podrían llegar a pensar que, más allá de sus evidentes diferencias ideológicas, con Tohá y Matthei en la papeleta de segunda vuelta podemos dormir tranquilos; ya que cualquiera de las dos podría ofrecer gobernabilidad, seriedad institucional y sentido común.
- Por desgracia no es tan sencillo porque tanto Matthei como Tohá están atadas a coaliciones políticas que contienen —y en parte son dominadas por— sus extremos ideológicos
La revancha del PC y FA. En el caso de Carolina Tohá, su eventual gobierno no será exclusivamente del Socialismo Democrático, sino que una empresa colectiva que requiere del Frente Amplio y del Partido Comunista, es decir, de los sectores que impulsaron con convicción el fallido proceso constitucional y que aún no han hecho una autocrítica profunda.
- Para esos partidos, un eventual triunfo de Tohá no será un cambio de rumbo, sino una reivindicación histórica, una revancha frente a la derrota en el plebiscito constitucional del 4 de septiembre de 2022.
- No es descabellado suponer que un inesperado triunfo electoral sea interpretado por el sector más recalcitrante del oficialismo como una reivindicación de la gestión del presidente Boric, una lectura más que razonable, y de muchas de las ideas que la ciudadanía rechazó.
- Tohá podría resistirse —y probablemente lo haría—, pero la presión desde su propia coalición será feroz, y en política las mayorías parlamentarias no se disciplinan solas. ¿Podrá gobernar sin ceder al impulso refundacional? ¿Hasta dónde llegará su margen de autonomía?
- Del otro lado, Evelyn Matthei representa a una derecha que intenta retomar la vocación de mayoría que alguna vez tuvo bajo figuras como Sebastián Piñera.
- Su estilo directo, su conexión con las urgencias de la clase media, y su visión económica pragmática le han permitido liderar las encuestas.
- Pero su fortaleza electoral no implica control político. Para llegar a La Moneda necesitará del respaldo de la auto denominada “Nueva Derecha”, un conjunto de partidos radicalizados, que levantan las banderas de la “guerra cultural”. Los sectores más duros de la derecha querrán imponer su agenda: no solo en seguridad y migración, donde hay legítimas diferencias, sino en lo cultural, lo judicial, lo educativo y lo moral.
- Y, podrían llegar a tener la fuerza suficiente como para imponer su voluntad pues al concursar con su propia lista parlamentaria, en un pacto de los tres partidos de extrema derecha, obtendrían una potente representación .
La “nueva derecha”. Es parte de un movimiento internacional en el que participan lideres europeos, latinoamericanos y asiáticos, cuyo referente máximo es Donald Trump; que conforman una especie de “internacional”, en la que José Antonio kast es un miembro distinguido.
- Para ellos, Matthei es una figura contemporizadora, entreguista, como quedó de, manifiesto con las críticas al acuerdo entre Chile vamos y el gobierno por la reforma de pensiones. Con un Congreso dividido, su margen para contener a esos sectores será tan estrecho como el de Tohá respecto a la izquierda radical.
- Los populismos, de izquierda y derecha, prometen soluciones simples a problemas complejos, erosionan las instituciones, y dividen a la sociedad en bandos irreconciliables. Chile, pese a su estabilidad histórica, no está inmune a este fenómeno.
- La izquierda empoderada por su triunfo podría verse tentada a retomar su discurso contra el modelo neoliberal exigiendo la reposición de su agenda refundacional.
- El efecto Trump no solo radicaliza a la derecha. Sus cuestionamientos al libre comercio, a la globalización y a las instituciones multilaterales también legitiman —por vía indirecta— las críticas tradicionales de la izquierda al orden económico libre.
¿Un país desgarrado en dos polos?. Si en los años 90´ defender la apertura económica era una posición transversal, hoy el mundo vive una contracorriente que asocia el libre mercado con desindustrialización, desigualdad y pérdida de soberanía.
- En este clima, no es difícil imaginar a sectores de la izquierda chilena sintiéndose habilitados para volver a levantar su proyecto anti-“neoliberal”, convencidos de que el colapso del consenso global les abre una nueva oportunidad para proponer reformas estructurales que hasta hace poco parecían invendibles.
- Por su parte, la derecha dura seguirá empujando la agenda de los valores tradicionales, el autoritarismo punitivo y el nacionalismo económico. El resultado puede ser un país desgarrado entre dos polos que coinciden en su desconfianza hacia el centro político, en su desprecio por los acuerdos y en su afán por imponer su visión como única vía posible.
- Así, lo que está en juego en 2025 no es solo quién ocupará La Moneda, sino si la democracia chilena podrá mantenerse como una democracia de consensos o caerá, como tantas otras, en la lógica del péndulo ideológico permanente.
La calidad de las candidatas no es suficiente. Ambas representan proyectos razonables, pero cargan con alianzas que pueden frustrar cualquier intento de moderación.
- Lo decisivo será si Tohá y Matthei están dispuestas a enfrentar a los extremos de sus propias coaliciones, y si tienen la fuerza política para hacerlo.
- Los electores harían bien en mirar más allá de sus atributos personales.
- La pregunta no es solo quién es más preparada o popular, sino quién está en mejores condiciones de gobernar en medio de la tormenta global, resistiendo las presiones internas y externas, y construyendo una mayoría política que no renuncie a la democracia como forma de vida.
- Manteniendo el sentido de las proporciones, eso fue precisamente lo que acaba de ocurrir en Canadá, donde el lider del partido conservador vio esfumarse una ventaja de 25 puntos en las encuestas que lo daban por seguro vencedor. Y, fue su cercanía con Donald Trump y lo que representa, lo que lo liquidó y permitió a los liberales, que no tenían ninguna posibilidad de repetirse el plato, ganara la elección.
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