Las absurdas minutas del gobierno. Por Kenneth Bunker

Ex-Ante

Con la derrota de la Reforma Tributaria en el retrovisor, el gobierno tendrá que rearmarse, arrepentirse y salir a reconstruir confianzas. ¿Cómo lo hará? Nadie sabe, pues habiendo dejado un extenso registro de insultos en radio, televisión y redes sociales, no se apronta a ser una tarea fácil. Considerando que una autocrítica es improbable, es de esperar que al menos el gobierno haya aprendido que si no negocia sus proyectos antes de ponerlos en tabla, no se podrá quejar después.


El gobierno hizo circular dos minutas solo momentos después de haber perdido la votación de la reforma tributaria en la Cámara de Diputados. La primera nació de la lectura en caliente del ministro de Hacienda Marcio Marcel, que intentó asignarle la responsabilidad de la paliza a la oposición. En sus comentarios a la salida de la votación, Marcel fustigó en duros términos a todos quienes se atrevieron a votar en contra de su proyecto, y los asoció directamente con los evasores de impuestos, con los corruptos, con los que eluden, y con quienes, en definitiva, no quieren ver al país progresar.

La lectura rápidamente se transformó en una minuta, después de que todos los ministros del gobierno con presencia en redes sociales le dieron eco. Varios de ellos lo repitieron incluso en la prensa escrita, la radio y la televisión, inmortalizando el espíritu de la derrota. El mismo presidente lo adoptó como propio, en tanto decidió voluntariamente salir a dar explicaciones de la vergonzosa derrota legislativa en una cadena nacional. La minuta, evidentemente goteó hacia abajo también, como así lo demuestran las declaraciones de senadores, diputados, alcaldes y concejales asociados al gobierno.

La segunda minuta se originó con la intención de bajar el mensaje de Marcel al ámbito estratégico. En efecto, se redactó por el ingenioso segundo piso de La Moneda que creativamente pensó que sería buena idea centralizar la responsabilidad de la derrota en una persona. Así, con mensaje nuevo, y sorprendiendo a todos, varios ministros de la primera línea comenzaron a sugerir que había sido Piñera el responsable del fracaso legislativo, en tanto hubiese sido él, por medio de una entrevista que dio tres días previos, el que logró alinear a toda la oposición para que votaran en contra del proyecto.

La segunda minuta rápidamente se ramificó a todos los rincones del gobierno, llegando incluso a las manos de las dos ministras más influyentes del gobierno, la ministra del Interior Carolina Tohá y la ministra vocera de gobierno Camila Vallejo. Aunque ninguna de ellas explicó exactamente cómo el expresidente logró mágicamente alinear a la misma coalición que solo un año antes lo desconoció y ninguneó frente a todo el país, la versión se transformó en una verdad para todos los mandos medios de la coalición de gobierno, que después de compartir la visión de Marcel en la mañana, se volcaron de llenó a culpar a Piñera en la tarde.

El episodio completo es un bochorno y será reconocido como tal cada vez que se recuerde. Es un bochorno en tanto es una demostración de la emocionalidad y torpeza que inunda las cabezas de los principales tomadores de decisiones en el oficialismo. El espectáculo de 24 horas que dio el gobierno quedará registrado como una de las pataletas políticas más absurdas jamás vistas por una administración titular. Organizados con un propósito, salieron a buscar responsables de su propia derrota. Miopes, le asignaron culpas a todos quienes se les cruzaron por delante, menos a los propios.

En términos políticos, lo que ocurrió fue que la primera línea completa salió con antorchas a quemar puentes, olvidándose que son gobierno, y que, a pesar de sus sentimientos, tendrán que seguir negociando con la oposición. Trataron a los descolgados de izquierda de populistas, a los diputados de centroizquierda de traidores, a partidos de la derecha de instigadores, y a la ultraderecha de intransigentes. Ahora, si quieren pasar sus proyectos, tendrán que pedirles perdón. Si no lo hacen, ¿cómo esperan recomponer las relaciones? Un vergonzoso error de principiante que tendrá efectos duraderos.

Antes, se evitaban estas situaciones. Se contaban los votos, y si no estaban, se postergaban las votaciones. Antes, los gobiernos no presentaban proyectos sin tener los votos por la simple razón de que había que evitar lo que finalmente pasó con la reforma tributaria de Boric. Antes, cuando se presentaban proyectos que dependían de votos marginales, al menos se presentaban con humildad, entendiendo que había cierta posibilidad de perder. Ciertamente no se organizaban berrinches cuando se perdía.

Los ciudadanos ven al gobierno central como responsable primario de lo que ocurre en sus vidas, no a los diputados. Y con justa razón, si es el presidente de la nación quien gobierna, no los senadores y diputados. Como regla general, el gobierno propone, y el legislador dispone. De hecho, dado que los legisladores suelen votar en contra, hay una oficina especializada dedicada a convencerlos de votar a favor. Así, es responsabilidad de la Segpres asegurarse de balancear la sumatoria de los intereses de los legisladores para evitar poner en riesgo su agenda. En el caso de la reforma tributaria, el gobierno ignoró todo lo anterior.

Con la derrota en el retrovisor, el gobierno tendrá que rearmarse, arrepentirse y salir a reconstruir confianzas. ¿Cómo lo hará? Nadie sabe, pues habiendo dejado un extenso registro de insultos en radio, televisión y redes sociales, no se apronta a ser una tarea fácil. Considerando que una autocrítica es improbable, es de esperar que al menos el gobierno haya aprendido que si no negocia sus proyectos antes de ponerlos en tabla, no se podrá quejar después. Y que cuando pierde, deberá hacerlo con humildad y con dignidad. Después de todo, deberá seguir gobernando al día siguiente.

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