Maduro se ha burlado de Chile y en particular del presidente Boric, que se limitó a decir que es “indeseable” romper relaciones “por muchas diferencias que uno tenga con los países”. Citó el caso de Allende que “no rompió relaciones con EE.UU. pese a que estaba realizando una injerencia permanente…”. Pero este caso se parece más al asesinato del ex canciller Orlando Letelier en el centro de Washington. No es un tema de “injerencismo”. Maduro acusa a Chile y sus agentes de haber cometido un crimen con motivaciones políticas.
Caminando sobre huevos. ¿Qué insulto, que provocación, que ofensa se le puede hacer a un país democrático que sea más grave que acusarlo de secuestrar y asesinar a un individuo al que él mismo le concedió la calidad de refugiado?
- Eso es exactamente lo que ha hecho la dictadura chavista con Chile, que enfrenta una crisis por la ola migratoria de ciudadanos venezolanos que han llegado a nuestro país, arrancando de un régimen que viola sistemáticamente los DD.HH. Incluyendo delincuentes porque Maduro abrió las cárceles para que se fueran.
- Desde el primer día, el gobierno enfrentó el secuestro y asesinato del teniente Ojeda como si estuviese caminando sobre huevos, evitando a toda costa agraviar a Maduro.
- Durante un largo tiempo no quiso referirse al tema, tratándolo como un delito común de motivaciones y autoría desconocida, negándose a recibir a la viuda.
- Pero ello no impidió que Diosdado Cabello dijera que el Tren de Aragua no era real y acusara al gobierno de una “estrategia de maquillaje” para “enlodar el gentilicio venezolano y su gobierno”; que todo era una “ficción creada por la mediática internacional”.
- Declaraciones que irritaron al gobierno. Pero que see conformó con una declaración del canciller Van Klaveren acusando de “negacionismo” a Venezuela; y de la ministra del interior que encontró “impresionante” que esas declaraciones provengan de un país que “se dice bolivariano” (¿?)
Ingenuidad y debilidad. Al primer empujón el gobierno reaccionó con debilidad y Maduro le tomó el peso al presidente y ya no lo respetó.
- No querían complicar las relaciones con Caracas por temor a que cerrara la puerta a la repatriación de los inmigrantes indocumentados, muchos con prontuario criminal, cuya permanencia en el país representa un enorme problema político para el oficialismo, porque la ciudadanía quiere que sean deportados.
- Muchos exigieron que se llamara de regreso al embajador y algunos hasta la ruptura de relaciones. Fue la ministra Toha la que salió al paso con una justificación que, a la luz de los acontecimientos posteriores, resulta completamente pueril.
- Nos explicó, en un tono condescendiente, que cómo no entendíamos que “enfrentar a Maduro sería consagrar la impunidad de los culpables del asesinato de Ojeda”
- A esas alturas el Fiscal Héctor Barros jefe del Equipo de Crimen Organizado y Homicidios de la Fiscalía (ECOH) había llegado a la conclusión de que el secuestro y asesinato de Ojeda había sido solicitado y organizado desde Venezuela. “Nosotros sostenemos que esto se organizó y se solicitó el secuestro y posterior homicidio desde Venezuela”.
Hasta que estalló la bomba. Entonces el chavismo movió ficha para “descomprimir.” Maduro llamó por los medios a dialogar directamente con el presidente Boric “sobre el crimen organizado”. Un mensaje bastante críptico. Pero al gobierno, dispuesto a agarrarse de cualquier ramita, le volvió el alma al cuerpo.
- Sacó a relucir el acuerdo para luchar contra el crimen organizado transnacional y proteger a “nuestros pueblos de una amenaza común”. Hoy sabemos que fue una tomadura de pelo y que nunca tuvieron la intención de cumplir.
- Pasaron unas cuantas semanas hasta que llegó la carta de fiscales venezolanos anunciando visita, sin coordinación previa, en la que exigían entrevistas con el único detenido, acceso a la carpeta investigativa y a la viuda de la víctima.
- Como en Venezuela no existe separación de poderes, el gobierno asumió que venían con la venia del régimen y, aunque no se les concedió el acceso que buscaban, se tomó como un avance de cooperación. El fiscal chileno a cargo de las extradiciones que los recibió calificó la visita como muy positiva.
- Hasta que estalló la bomba. El Fiscal General de Venezuela, lanzó una diatriba nunca vista en contra de Chile y de su gobierno asegurando que “el homicidio de Ojeda se trata de una operación de falsa bandera. Una operación que tenía como objetivo enturbiar las relaciones entre Chile y Venezuela, justo cuando ocurría un importantísimo acercamiento. Según el fiscal en esa supuesta operación “pueden haber participado cuerpos de inteligencia de Chile y extranjeros con intereses espurios”.
Torpeza e ingenuidad. Vale la pena leer cuidadosamente la declaración, de la cual Josef Geobbles estaría orgulloso; y que da cuenta de la perversidad e infinita capacidad de mentir de la dictadura venezolana.
- Se acusa derechamente a Chile de haber cometido el crimen. La fábula del ladrón detrás del juez.
- Agrega “la injuria a los efectos propios del delito” como dice el refrán, y sostiene que ello ocurría “justo cuando se estaba produciendo un “importantísimo acercamiento”.
- Como se sabe, no hay mejor defensa que un ataque. Nadie imaginó jamás que Maduro tendría la osadía de echarle la culpa a Chile del homicidio que ellos mismos ordenaron. Estos son los métodos que le han permitido al chavismo permanecer más de 20 años en el poder.
- Queda en evidencia la torpeza e ingenuidad de nuestras autoridades. El llamado al diálogo de Maduro y la visita de los fiscales formaban parte de un plan para generar una crisis que le permita al régimen eximirse de toda obligación de colaborar en el esclarecimiento del crimen.
Paralelo con Orlando Letelier. Es incomprensible, e indignante, la actitud pusilánime del presidente frente a un agravio tan grande no solo al país, sino hacia su investidura. ¿Como se explica que la única reacción haya sido el envío de una “nota de protesta”?
- Tal vez tenga que ver con los estrechísimos vínculos políticos, ideológicos e incluso económicos que existen entre el Partido Comunista y la dictadura chavista.
- Desde el asesinato de Ojeda, el PC se puso incondicionalmente del lado de Venezuela. Hace solo unos días, Lautaro Carmona, consultado por los medios por su opinión sobre lo dicho por los fiscales venezolanos, dijo que “no era su tema”.
- Es inevitable hacer el contraste entre la reacción excesivamente dura frente una advertencia amistosa de la ministra Bullrich, de un país (Argentina) democrático y amigo, aunque ideológicamente distante, sobre la presencia de Hezbola en Iquique. Además, la advertencia resultó ser cierta.
- Maduro jugó con el gobierno como el gato con el ratón. Se burló de todos nosotros y en particular del presidente Boric que se limitó a decir que consideraba “indeseable” romper relaciones “por muchas diferencias que uno tenga con los países”. Citó el caso que de Allende “no rompió relaciones con EE.UU. pese a que estaba realizando una injerencia permanente…”.
- Ese tipo de declaraciones le hace el juego a Maduro. Este caso se parece más al asesinato del ex canciller Orlando Letelier en el centro de Washington. No es un tema de “injerencismo”. Maduro acusa a Chile y sus agentes de haber cometido un crimen con motivaciones políticas.
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