-¿Quiénes son los grandes derrotados de esta jornada? ¿Por qué?
-Los grandes derrotados son los constituyentes que empujaron adelante un proceso sabiendo que al final había que plebiscitar su resultado. La primera línea de la Convención escribió un documento desde la rabia, desde la revancha. Escribió un documento tan partidista que parecía más programa de gobierno que Constitución de la República. Ellos pierden.
Pierden los arquitectos intelectuales Atria, Bassa y Barraza que hicieron lo posible por excluir a la derecha (y con ellos a sus representados) del proceso. Pierden los propagandistas políticos como Loncon y Domínguez, que en vez de hacer su trabajo se dedicaron a repartir Fake News y convertir la asamblea en una cámara de eco.
Y pierden todos los demás que sabían que el proceso venía a duras penas, pero decidieron ignorarlo, como Politzer, que acusó a los críticos del proceso de ser parte de un coro catastrófico. Pierden, en definitiva, todos los que abusaron de su mandato y trataron de entregar gato por liebre.
-Tras este resultado, el cambio de gabinete es urgente. ¿Cuán profundo debe ser? ¿El comité político necesita cirugía mayor?
-El cambio de gabinete debe ser extenso y profundo. No queda otra. Partiendo por Izkia Siches, debe haber un rearme total del gobierno. Es imposible seguir avanzando de este modo. Espero que hayan varias renuncias sobre el escritorio del presidente a esta hora. Hubo intervencionismo puro y duro en el proceso constituyente, como dijo la Contraloría, y eso debe tener un costo.
Más allá de lo ligado al proceso constitucional, el gobierno venía funcionando mal. El modelo de instalación fracasó. Nunca funcionó. Por algo Boric es el presidente con la peor aprobación desde el retorno de la democracia. Hay una desconexión entra la política ideológica que hace el gobierno y la política representativa que los ciudadanos esperan.
Hay una crisis económica, de seguridad y de inmigración y el gobierno, con este gabinete, parece no entenderlo. Un nuevo gabinete debe ser mucho más amplio políticamente, y mucho más hábil estratégicamente, compuesto por personas con mayor experiencia política y capacidad de negociación, pero sobre todo, mayor altura de miras—con más capacidad de escuchar y entender al que piensa de otra forma.
-¿El Presidente Boric gastó mucho de su capital político en este elección?
-Sí. Lideró un intervencionismo obvio e innecesario. Permitió que ministros de su gobierno intervinieran en un proceso electoral. Lo único que debía hacer era informar a la gente de cuándo y cómo votar, pero decidió ir más allá. Boric se vinculó al proceso desde el inicio, sabiendo que era disputado que le traería beneficios atarse a un proceso que ya en marzo se sabía que iba en declive. Fue un tremendo error.
En vez de ser el presidente de todos los chilenos, Boric escogió ser el presidente de solo unos pocos. La gente así lo sintió y se lo hizo saber la noche del 4 de septiembre. Inevitablemente se puede y debe entender, al menos parcialmente, como un plebiscito sobre la gestión del presidente. Hay una responsabilidad importante de los asesores políticos de La Moneda, que no lo vieron venir o que no lo quisieron ver venir. Debe haber un reajuste allí también.
-¿Qué papel debe jugar en este nuevo escenario? ¿Menos protagónico?
-Después del cambio de gabinete, Boric debe jugar un rol más transversal. Entender que la democracia es gradual y que las rupturas nunca funcionan bien. Especialmente en países como Chile, en que constituyen traumas sociales de largo aliento.
Boric tiene una oportunidad en esta crisis. Tiene la oportunidad de liderar un nuevo proceso constituyente. De sentarse y negociar con todos los sectores, sin condiciones. Debe jugar un rol secundario, de articulación. Ahora el proceso vuelve al ejecutivo y después de eso a Valparaíso.
El Presidente debe actuar entendiendo los balances políticos (especialmente en el Senado), y que no puede pasar máquina. Debe actuar bajo una lógica conciliadora y de largo plazo. Después de todo, el proceso no le pertenece a un sector político, es patrimonio de todos los chilenos.
-¿Es viable una alianza entre la centroderecha y centroizquierda para el nuevo proceso constituyente?
-Absolutamente. Es viable. Entre la derecha de la UDI y la centroizquierda del PS hay suficientes votos para hacer lo que se necesita para seguir adelante. Pero tiene más lógica, en este punto, construir un proceso más amplio, e involucrar a la izquierda.
La izquierda de Boric es la culpable del fracaso, pero no se les puede excluir como ellos excluyeron a la derecha del primer proceso. Una de las razones de por qué se rechazó el documento fue por la exclusión: la derecha que representa cerca de 40% de la población, puso tres comas en la propuesta constituyente. Eso es inaceptable, para cualquier sector político.
Lo que viene ahora se debe reconstruir, diseñar desde una lógica proporcional. Lo más importantes, ergo, son las reglas electorales. Ese es el meollo del asunto, cómo se distribuye el poder.
-¿Cómo debe reaccionar la derecha ante es triunfo?
-Con altura de miras. Deben entender que el Rechazo no es patrimonio de ellos, sino que es de todos los chilenos. Y deben entender que, hacia adelante, no se puede ni se debe excluir a nadie del debate. Hay una victoria moral importante, pero se debe respetar la derrota del rival.
El constituyente Stingo dijo en su primera entrevista después de ser elegido que la derecha sería excluida del proceso, que él y los suyos redactarían las reglas. En una especie de respuesta, la derecha debería hacer lo contrario, y garantizar que todos formaran parte del proceso que viene. Pero al mismo tiempo, se debe ocupar para que sea un proceso más justo y representativo, donde cada sector de la sociedad logre ser representado proporcionalmente, en la justa medida.
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