El economista, estima que las autoridades chilenas no han estado a la altura del desafío que representa la llegada masiva de inmigrantes. Sobre el viaje a Cúcuta del Presidente y su ofrecimiento de acoger a migrantes venezolanos, dice que “el error no fue hacer esa declaración. El problema es no estar preparados para las consecuencias de ese discurso”.
—¿Cómo evalúa el despliegue del gobierno respecto al tema de migración?
—Ha habido una alarmante falta de preparación. Hubo una “invitación” de parte del Presidente para que ciudadanos venezolanos vinieran a Chile. Las “caminatas” de familias completas hacia el sur -lentas pero perseverantes- eran bien conocidas. Las autoridades no pueden decir que esto los pilló desprevenidos. Aquí hubo una falla seria y grave.
—En el caso de Colchane y la expulsión de extranjeros que ingresaron por pasos irregulares, hubo fuertes críticas hacia la puesta en escena. Una centena de migrantes usando overol blanco fueron embarcados al avión que los expulsó del país. ¿Cuál es su mirada?
—No fue un momento feliz. Poca empatía y poca humanidad. Pero me parece que no es solo el gobierno central. He visto poca voluntad de recepción y albergue de parte de alcaldes y comunas a lo largo del país.
—¿Cómo describe la situación en Chile y qué cree que debería hacer el Estado respecto al tema?
—Hay que distinguir entre el corto plazo y largo plazo. En ambos niveles parece haber falta de planificación y políticas claras. En el muy inmediato plazo hay una crisis humanitaria seria. Por un lado, hay que dar albergue, y por otro hay que tratar que los viajes de los migrantes disminuyan. Esto último requiere de un esfuerzo diplomático multinacional, coordinación, enfrentar la realidad en forma conjunta con los otros países afectados. Dentro de Chile hay un problema de distribuir la carga en forma más equitativa. No es posible que el albergue solo lo den uno o dos municipios.
—Desde el oficialismo advierten que se deben cerrar las puertas a los inmigrantes por ahora considerando el nivel de desempleo tras la pandemia. Usted mencionó en una columna en La Tercera el fin de semana que estudios apuntan que la caída de flujos migratorios está afectando negativamente la recuperación global.
—Eso lo dice la OCDE con respecto a los países avanzados y la migración legal. Hay muchos países en los que hay falta de “mano de obra,” en los que en la ausencia de migrantes va a haber cuellos de botella y caída de la producción. Eso también pasa en Chile. Faltan médicos, faltan profesores que estén dispuestos a hacer clases, faltan técnicos en muchas áreas, incluyendo en la instalación de paneles solares.
—En la oposición destacan la decisión del Presidente Iván Duque, quien afirmó esta semana que su “compromiso con nuestros hermanos venezolanos es indeclinable”.
—En eso el Presidente Duque ha tenido una actitud impecable.
—En esa línea, hay quienes apuntan que fue un error el despliegue del Presidente Piñera en Cúcuta a principios de 2019, acusando que envió señales equívocas a los venezolanos. ¿Está de acuerdo?
—El error no fue hacer esa declaración. El problema es no estar preparados para las consecuencias de ese discurso. Era obvio que iba a pasar.
– ¿A quién debiera mirar Chile como ejemplo?
—Tanto Australia como en Canadá tienen un sistema de “puntos”. Una comisión define, con suficiente anterioridad, cuáles son las áreas de la economía y de la sociedad en las que el país requiere de más trabajadores. Mientras mayor sea la necesidad, mayor el número de puntos que obtiene un postulante en esa categoría de empleo. Cada año se hace una lista con los candidatos a inmigrar y aquellos con mayor puntaje obtienen una visa de trabajo. Hace unos años, cuando estudié el problema, la categoría que recibía el mayor número de puntos en Australia no era ni médico, ni ingeniero, ni arquitecto, ni científico. El mayor número de puntos lo obtenía un “soldador de segunda clase”, alguien que pudiera soltar las tuberías de gaseoductos. La segunda prioridad en la lista era “peluquero” a secas, no estilista, sino que un simple peluquero.
—Desde su mirada, ¿es positivo para Chile abrirse a la migración, considerando la situación actual del país?
—La diversidad étnica y cultural produce es un enorme beneficio. El crecimiento de la población en Chile es uno de los más bajos de la región, y ya estamos teniendo problemas de suministro de trabajadores en una serie de áreas. Yo soy muy partidario de una apertura migratoria bien planificada.
—¿Cree que la administración de Joe Biden tomará cartas en este asunto? ¿Estados Unidos va a contribuir a que América Latina haga algo respecto al tema migración?
—Los EE.UU. y América Latina van, en estos temas, por carriles separados. Lo que sí contribuiría a disminuir la inmigración a los EE.UU. sería un enorme aumento en la ayuda económica a Centroamérica. Pero creo que será difícil que haya cambios sustanciales.
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