–¿Qué le parece la propuesta del quórum de 2/3 que aprobó la Comisión de Normas Transitorias de la Convención para reformar la nueva Constitución hasta el 2026?
-Lo central de esta comisión es que la Constitución nazca inmediatamente o en aquellos momentos en que necesita diferir algunos plazos. La Constitución tiene que nacer solita, pararse en sus pies. Y para eso los quórums son bastante centrales. Uno, para darle una rigidez del valor de la Constitución, pero otro para no excederse en su rigidez. Al final, los 2/3 es una regla particularmente vulnerable y no atiende a la historia de nuestro constitucionalismo sobre los diversos intentos que ha habido de poner quórums para que las cuestiones sean difícilmente reformables. La historia está jalonada de datos.
-¿Cuan difícil es llegar a consensos con ese quórum?
-Los 2/3 es una buena regla para construir una Constitución en términos de acuerdo, pero para modificarla es una norma de rigidez muy superior a la media. Por ejemplo, a la Constitución de 1828 le pusieron un candado de ocho años para no reformarla y bueno, en 1833 tuvimos una nueva Constitución. A la vez, la de 1833 tenía una cantidad enorme de trabas y en 1882 hubo un cambio al sistema de reforma. La de 1925, en cambio, fue más flexible.
-¿Y la Constitución de 1980?
-La Constitución del 80 en su modelo transitorio inicial tenía una fórmula de extremada rigidez. Era voluntad unánime de la Junta de Gobierno más plebiscito. Y esas fórmulas, pese a lo difícil que fue, sostuvieron igual los procesos de cambio que nos llevaron a modificar e iniciar una transición bajo reglas diferentes el 88 y 89. Eso significó, ojo, nuevamente cambios en las reglas del juego en el sistema permanente con las modificaciones de 3/5 y 2/3.
-¿Por ejemplo?
-Había dos tipos de reglas: quórum que exigían 3/5 partes y otros 2/3. Eso fue siempre un manejo de quórum complejo, porque en algunos casos protegían cuestiones centrales como los derechos fundamentales. Para poner un ejemplo de lo que significan las rigideces, el propio capítulo de reformas constitucionales (del texto actual) es de 2/3. Por ello hubo un momento en que toda la reforma de 2005 pudo haber fracasado.
-¿Qué reformas que necesitaran los 2/3 afectaron a las modificaciones de 2005?
-El tener 2/3 fue lo que impidió el reconocimiento constitucional a los pueblos indígenas. También, que nuestro régimen tuviera mayor participación democrática con instituciones semi directas. Todas esas cuestiones, y muchas más, no prosperaron por eso. ¿Cuánto tiempo nos habríamos ahorrado por los quórums tan altos? Eso es central en las lecciones de la historia. La pretensión de tutelar como padrino lo que va naciendo, es una cuestión que no tiene coherencia con el sentido constitucional, porque el sentido constitucional es que para un pueblo maduro, una Constitución tiene que asentarse. Y la mejor manera de hacerlo es dejándola libre y que opere en plenitud con la institucionalidad que le permite.
-¿Es un problema de desconfianza de algunos convencionales?
-Si tú no confías en esas reglas permanentes, hay algo de miedo en esos procesos de cambio.
-¿Cree que por eso se habla de que este quórum de 2/3 es un amarre del nuevo texto constitucional?
-En la práctica es un amarre raro. Evidentemente que hay desconfianza con el Congreso, que fue elegido con posterioridad a la Convención. Pero eso es bien incongruente con el hecho de que el propio borrador le entrega 563 materias en las normas permanentes al legislador, pero a la vez desconfía de que pueda reformarlas. Tú no puedes tener una visión instrumental del Congreso para que te apruebe las leyes que concretan la Constitución y, a la vez, desconfianza en que las reforme.
–Cuando trabajó en las reformas de 2005 ¿con qué amarres constitucionales se encontró?
-Los más relevantes eran lo de resorte autoritario. Por ejemplo, la construcción de un poder de seguridad donde las Fuerzas Armadas tenían enorme relevancia, fue desmontado el 2005. El otro amarre fueron los mandatos no democráticos del Senado, que hacían que los senadores designados fuesen un veto dentro del Congreso al proceso electoral. Se eliminaron. Había una gran cantidad de reglas completamente anómalas al proceso lógico y natural de una democracia liberal. Y lo que hizo la reforma del 2005 fue poner al día las características básicas de un régimen republicano y liberal. Obviamente que los quórum siempre juegan un papel. Pero por más que pongas quórums exigentes, tenemos la paradoja de que la Constitución de 1980, desde la reforma del 89 en adelante, ha sufrido 62 reformas. Entonces, es una mala lección imponer los 2/3 y pretender atrapar el futuro.
-¿Qué intenciones de “amarres” visualiza en este nuevo texto constitucional?
-Creo que hay estar atentos a lo que resulte de las normas transitorias. En el fondo, todo este debate sobre los 2/3 no es sobre las normas permanentes, sino sobre lo que ha acontecido en las transitorias. Por ello, todavía tengo que suspender la opinión hasta saber cómo viene toda la propuesta. La pregunta obvia es por qué no se mantienen los quórums que están establecidos para la reforma también en las reglas permanentes. ¿Por qué cambiaste de idea de aquí al 2026? ¿Qué hay de diferente entre el 2026 y el 2027?
–Que en una propuesta aprobada en comisión el Congreso actual operará, precisamente, solo hasta el 2026.
-Si esa es la respuesta, el único punto es el Senado. Y si la decisión fue aceptar transitoriamente al Senado hasta el 2026, entonces aténganse a las consecuencias. En el fondo, aquí se está encapsulando una decisión que ya se adoptó. Y eso no puede operar sobre la base de la desconfianza de todo el sistema político. No es razonable. Y no es razonable privar al Congreso del poder constituyente derivado mediante altos quórum.
-¿Considera poco democrático haber puesto este quórum?
-Se torna muy rígida la Constitución y, al hacerlo, la vuelve vulnerable. Da la sensación de que hay que garantizarle determinados quórum para que permanezca este mandato constitucional. Y eso puede generarle muchas dudas a las personas que se va a pronunciar en el plebiscito. También, la vuelve vulnerable porque la historia demuestra que las constituciones tienen que nacer solas y ponerse de pie. Y todos los mecanismos que se le han puesto a las constituciones chilenas para volverlas pétreas, tarde o temprano han caído.
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