Para el sociólogo y ex asesor presidencial de Ricardo Lagos, la centroizquierda tiene que decidir dónde está su domicilio político: si con la izquierda populista o construir una posición socialdemócrata. Sobre lo que ocurrió la noche del miércoles, con la no incorporación de la candidatura de Paula Narváez a la primaria de la izquierda, Ottone asegura: “No se cometió el crimen por una especie de comedia de equivocaciones”.
¿Cómo explica lo que ha pasado en la oposición después de las elecciones y especialmente lo del miércoles con la primaria de la izquierda?
Creo que este fenómeno está agudizado por el resultado de las elecciones, pero es un fenómeno que viene de antes, que es la búsqueda de la hegemonía dentro de la oposición. Ahí se cruzan varios factores. Hay una serie de elementos que hay que estudiar más profundamente de lo que pasó el domingo, un resultado electoral que no se esperaba, porque se habían hecho las proyecciones a partir del análisis de las elecciones parlamentarias. Viene esta situación nueva con el surgimiento de independientes de muy distinto tipo y de este sector agrupado dentro de una posición fuertemente antisistema que es la Lista del Pueblo. Todo esto provoca una tremenda caída de los partidos políticos, los partidos tradicionales, tanto en la derecha como en la centroizquierda.
¿Hasta qué punto las negociaciones con el PC reflejan desesperación de la centroizquierda frente a los resultados electorales?
Claro. El problema es el siguiente. La derecha se mantiene constituida. El fenómeno más grave que sufrió fue la caída de apoyo, pero no una desconstitución. La centroizquierda, que viene de la tradición generada por la reconstrucción democrática y que estaba muy desconstituida ya, termina de desconstituirse, se cae. Y la izquierda radical, que nace en la contestación a lo realizado durante la transición democrática, aparece fortalecida como polo de atracción.
¿La jugada del Partido Socialista hacia donde apuntaba?
Creo que la cosa es más profunda. En el PS hay quienes quisieran reconstruir la idea de una izquierda y tienen mucha atracción con el populismo de izquierda, el kirchnerismo, y menos atracción a lo que construyeron ellos como transición democrática. Ahí se puede construir un relato en el cual dijeron: “Bueno, en un tiempo hicimos esto, y ahora volvemos a lo nuestro”. Por lo tanto, si te quieres percibir a ti mismo como una izquierda pura y dura, es indispensable la ruptura con la Democracia Cristiana, de la centroizquierda.
¿Demuestra esto que las dirigencias partidarias en la centroizquierda son inexpertas?
También. Eso no se realizó por inexperiencia, por atolondramiento, por mala calidad del grupo dirigente. Está lleno de cosas rocambolescas. No se cometió el crimen por una especie de comedia de equivocaciones. Esto tiene más que ver con la picaresca. Pero la operación era seria, muy grave para el futuro del progresismo en Chile, de una socialdemocracia. Era una idea de ruptura. No de mejoramiento, de revisar los errores y ver cómo se sigue adelante, no de sacar las cuentas de porqué, pese a que he hecho las cosas más o menos bien, he perdido el apoyo de un sector que no percibe los cambios que hice. La cosa era mucho más profunda. Era simplemente cambiar de vereda. Una cosa es la socialdemocracia y otra es la izquierda revolucionaria o la izquierda populista, como se le quiera llamar.
¿Qué opciones le queda a la centroizquierda para salir del paso de esta situación y enfrentar los meses que vienen?
No sé cómo se va a desarrollar esto, pero la centroizquierda quedó en una situación tremendamente incómoda. Porque la derecha aunque esté golpeada, aunque haya sacado pocos votos, está ordenada. Y tiene una primaria por delante y la posibilidad de hacer política, de tomar distancia del Gobierno, de construir una candidatura. La izquierda radical, con la competencia Boric-Jadue, van a levantar la apuesta. Van a decir “la izquierda grande somos nosotros ahora y, por lo tanto, somos los que estamos ocupando el escenario, estamos en una primaria, saliendo en los medios”. Y la centroizquierda va a quedar en una especie de tono de espera, de vacío.
¿En qué sentido?
Si va a seguir pensando que tiene un espacio con una izquierda radical que no lo quiere, que lo invita a bailar, pero después le dice que no, que tiene las piernas muy gordas. O si va a tratar de hacer algo serio y construir una posición socialdemócrata en Chile. Porque todos hablan de socialdemocracia, pero nadie la practica, porque tienen una visión de rechazo a lo que se hizo, al sentido de lo que se hizo. Por supuesto que es necesaria tener una visión crítica de lo que se hizo durante todos estos años. Sí hubo errores.
¿Hay tiempo para que esa centroizquierda se arme, se reconstruya y establezca bases?
No. Su situación es de extrema incomodidad, porque la salida que propongo es de mediano y largo plazo. Hay mucho que pensar, que construir, mucho que estudiar de lo que pasó. ¿Cuál es la diferencia entre cambios y la percepción de los cambios? Esa es una tarea dura, que no se hizo. La realidad es que está en una situación de cierto vacío. ¿Cuál es sujeto de la socialdemocracia? Esa es la pregunta. El sujeto era la unidad de estos partidos con la Democracia Cristiana, haciendo una propuesta reformadora. Ahora a ese sujeto le pasó un tsumani por encima, entonces hay que ver cuánto respira.
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