¿Tú tenías la percepción temprana de que podía haber Golpe?
Sí, ya se notaba a fines del ‘71. Ya llevaba más de un año de gobierno, el desequilibrio financiero era espectacular, la búsqueda de consolidar un área de propiedad social estaba completamente desbordada. Cuando vuelvo a Chile, me encargaron constituir un equipo de economistas para prepararle a Allende un planteamiento de cómo enderezar la economía y evitar el desplome. Empezamos a mirar los números y nada de lo que habíamos estudiado en las mejores universidades del mundo calzaba, esta cosa crece porque había capacidad ociosa y se está disparando el producto, pero la cagada que puede quedar aquí es mayor.
Preparo el informe y me piden que vaya a la Comisión Política de la Izquierda Cristiana a exponerlo. Me acuerdo que, entre otras cosas, les digo que a poco andar íbamos a estar en 100% de inflación. Siempre habíamos tenido hiperinflación pero no se había disparado a ese nivel. Después se lo llevamos al presidente Allende, se lo expusimos, ahí me di cuenta que Allende sabía esto, el punto es que no sabía cómo manejar una coalición en que sectores del PS y otros estaban alentando a tomarse más fábricas, a tomarse más tierras, y nadie los podía parar. Eso no era el programa de la Unidad Popular que, a mi juicio, era viable. No había manejo político, la coalición no tenía conducción política. Por eso, después en la Concertación tomamos la decisión de que el gobierno debía tener un carácter suprapartidario. El Presidente manda, el Presidente nombra.
La ceguera con que se enfrentaban unos a otros para llevar el país a la más grande debacle es una de las cuestiones que atraviesa mi vida. Uno tiene que trabajar para que nunca más vuelva a ocurrir eso. No puede haber esa incapacidad política de entenderse, es mejor avanzar 20 metros y quedarse allí que tratar de avanzar 100 y retroceder al punto de partida o más atrás.
¿Cómo fue esa experiencia de ministro de Minería en una situación política económica tan frágil?
Cuando asumo, a poco andar estalla la huelga del mineral El Teniente, ya habíamos pasado las elecciones parlamentarias, donde a la UP le va súper bien y con casi 44% de los votos, evita que la derecha consiga los dos tercios que pedía para destituir a Allende a través de una acusación constitucional. Nosotros estábamos convencidos de que teníamos que elevar la producción minera, no teníamos repuestos, nos habían embargado el cobre en muchos puertos, en fin, había que racionalizar y parar la hiperinflación, porque así no íbamos a ninguna parte. Había una ley para los trabajadores del cobre que establecía la reajustabilidad automática pasado un cierto porcentaje de inflación. Argumentamos que ellos eran los mejor pagados de Chile, que éramos una coalición que buscábamos emparejar, pero no fue posible.
Se trataba de la primera movilización de trabajadores contra el gobierno de la UP.
Es la primera vez que la derecha, ya fracasada su estrategia de tumbar a Allende por la vía constitucional, empieza a pensar en la sublevación. Entonces, necesita penetrar nuevossectores sociales, por eso se la juega tanto en esta pelea en El Teniente, además que se dividen los socialistas, que tenían mucha presencia en los sindicatos mineros. Allende había tomado una decisión muy importante, está en su discurso cuando asumo, él llama a una nueva política económica.
Por eso hay que ser muy cuidadoso cuando se dice que era ilegal lo que estaba haciendo Allende con el área de propiedad social, la derecha buscaba ponerlo en la ilegalidad, dejarlo fuera de la institucionalidad para darle luz verde a los militares, que estaban esperando una señal de institucionalidad quebrada para intervenir como defensores de la institucionalidad. Allende en eso fue impecable desde comienzo a fin. decía invariablemente, “doy mi vida por la democracia, nunca he dejado de ser un demócrata, respeto todas las libertades”. Ahí estuvimos juntos viendo las cosas que había que hacer, él se mantuvo bastante firme en eso. Hasta que al final se logró parar cuando se produce el Tanquetazo el 29 de junio, casi un ensayo general del Golpe. La huelga de El Teniente nunca pudimos pararla a pesar de la intervención de muchos mediadores. Al final llegamos casi a lo que nos pedían y no aceptaron.
¿Y cuáles son las circunstancias que provocan tu salida del ministerio?
La Derecha ya estaba en el proceso de debilitar al Gobierno acusando constitucionalmente a sus ministros. Se aprueba en la Cámara. Allende se resiste y me deja de ministro. La acusación pasa al Senado, éste la refrenda y me destituye. Pasan los días, Allende me dice que Frei, que era Presidente del Senado, lo acaba de llamar para que me saque. Ahí dejo de ser ministro de Minería y vuelvo a la Universidad de Chile. Allende me pide que asuma la dirección de todas las regiones del Sur, me dice que iba a poner otra persona a controlar el Norte. Lo último que recuerdo de todo esto es que él me invita a almorzar el 10 de septiembre del ‘73 a La Moneda.
¿Qué conversaron, Sergio?
Allí se discuten dos cosas, una era la situación militar, con una exposición que hace Orlando Letelier, que al final del gobierno estaba como ministro de Defensa. La cuestión era que estábamos ad portas de un golpe militar y la discusión era cómo contenerlo. Tengo una grabación de su exposición que me mandó después, porque cuando me fui a Harvard en Boston, él estaba en Washington y manteníamos contacto estrecho. Allí él iba hablando general por general…
Pinochet estaba en el casillero de los que estaban con Allende.
Sí. Nadie tocó a Pinochet ahí en ese almuerzo. Tanto es así que el propio Allende preguntó la madrugada del Golpe si Pinochet estaba preso. Sigo pensando que Pinochet se subió a última hora.
La conclusión de la primera parte de la discusión fue que estaba mejorando la agricultura, arreglándose la situación del cobre, estábamos consiguiendo repuestos, podíamos aumentar la producción agrícola y la producción de cobre, podemos frenar un poco la inflación, estamos tomando medidas, en fin, si pasamos septiembre, podemos mantenernos en el poder sin que se rompa la democracia. Ése fue el primer tema. El segundo fue el llamado a plebiscito para el día siguiente en la mañana. Esto es absolutamente cierto. Yo estaba ahí.
¿Tú das fe, Sergio, de que Allende, el martes 11 de septiembre del ‘73 iba a anunciar una convocatoria a plebiscito?
Absolutamente. Estaba con él. Estuvimos hasta las tres de la tarde y murió al día siguiente en la mañana. Nadie objetó en la reunión la decisión de llamar a plebiscito cuando nos la anunció Allende. Al terminar, nos dice que se va a Tomás Moro, a escribir el discurso que va a pronunciar a las 11 de la mañana del día siguiente en la Universidad Técnica del Estado. Su rector era Enrique Kirkberg, que estuvo preso conmigo en Dawson. Entonces no tengo duda alguna de eso. El discurso lo dejaron escrito en la tarde del día lunes 10 de septiembre para decirlo la mañana del 11.
Ése era un plebiscito que íbamos a perder.
La discusión es qué habría pasado ahí y qué pasaba por la cabeza de Allende, porque él en ese almuerzo no dudó, aunque Altamirano y parte de la UP estaban en otra. ¿Cuál era el dilema político? Si no lo hago tengo Golpe, se termina la democracia y me muero, y si lo hago, puedo perder y también me muero. Él nos había dicho en todas las reuniones de gabinete y a mí también en un encuentro personal que daría su vida por la democracia, que de La Moneda se iba al cementerio si había un golpe militar, nos decía que él no era hombre de exilio. Por eso no me extrañó su tranquilidad y coherencia cuando dice sus últimas palabras. Mientras yo me moría de susto por la situación previa, él enfrentaba la vida con total seguridad, tenía la decisión tomada de morir con su proyecto.
Respecto del plebiscito, él sabía que si no lo hacía era una debacle, y si lo hacía, enfrentaría nuevas realidades, sabía que no podría seguir haciendo lo mismo, tal vez iba a consolidar o tal vez iba a tener que renunciar. No sé si la renuncia alguna vez pasó por su cabeza, creo que él todavía pensaba que podía manejar las cosas para terminar su mandato de 6 años. Otra cosa era tener que negociar con una derecha que quería tumbarlo, con una Democracia Cristiana que ya estaba aliada al Partido Nacional en la Confederación Democrática, CODE. Otra cosa era dividir a la UP, era terminar la experiencia y quedar como un traidor de la revolución, el que quebró la Unidad Popular, el que no tuvo los cojones para seguir adelante. Yo creo que ese es el dilema que despejó con su muerte.
Tú te preguntabas en un artículo sobre la inevitabilidad del Golpe. No sé si será wishful thinking (pensar con el deseo) pero tengo la convicción de que no, desde la lectura del programa de la Unidad Popular, de los avances que ya había logrado Frei y de la aparente solidez de nuestra democracia. Siempre pensé que la democracia era como la Cordillera de Los Andes, que nadie la podía mover, uno aprende en la historia que el jardín hay que regarlo todos los días. Creo que lo que estaba planteado en el programa de Allende, en las 40 medidas, también en el programa de Tomic, era viable, como todas las cosas en política, no todo lo que uno dice se puede hacer, pero uno marca por dónde quiere caminar.
Uno en política hace lo que puede dentro de lo que quiere. Entonces, mi conclusión es que era viable, pero fue perdiendo viabilidad. La pérdida de viabilidad la analizo en base a varios factores que la tornaron inviable, pero no nació inviable porque si hubiera sido así –este es un debate que tenemos con gente más puntuda- querría decir que no era posible ninguna transformación, que no es posible hacer transformaciones estructurales en democracia, y como los procesos revolucionarios terminan pésimo, entonces querría decir que nada es posible. Entonces para qué estás en política. Por supuesto que era posible. Pero hay factores que lo complicaron, y entre esos está la incapacidad de la Unidad Popular de crear una coalición más grande o de negociar con la Democracia Cristiana algunas materias.
De la lectura del programa y de su similitud con el de Tomic, uno puede concluir que era un programa de mayorías. Las 40 medidas eran un programa de mayorías, pero sostenido por una coalición minoritaria. Además, para ser franco, sólo la mitad de esa coalición compartía el camino de Allende, la otra mitad pensaba que se trataba de abrir un espacio para un camino insurreccional, de asalto al poder y dictadura del proletariado. Entonces, me pregunto si acaso la inviabilidad no estaba en la propia Unidad Popular, donde no todos compartían la estrategia de Allende de construir socialismo en democracia.
Puede ser que el problema mayor sea que la fuerza política que impulsaba el proceso no tenía consistencia estratégica.
El Partido Socialista había definido la vía insurreccional dos meses antes de elegir a Allende como su candidato presidencial, en una elección interna por lo demás empatada.
Pero en su comportamiento era un partido democrático, iba a todas las elecciones, quería resolver los problemas a través de elecciones, nadie tocó a la prensa, nunca se concretó esto de armarse, nunca un sector de la Unidad Popular llevó adelante en serio esa estrategia.
El discurso estaba entonces disociado de la realidad.
Claro. En su último discurso Altamirano habla de Vietnam. Y claro, las palabras tienen su fuerza…
…tanta que construyen realidad.
Avanzar sin transar, fascistas, asesinos, vamos a expropiar todos los medios de producción, incluso el manisero de la esquina, que viene la dictadura del proletariado, y Fidel Castro metido dos meses acá planteando ideas que no tenían nada que ver con la realidad chilena.
Aunque él no quisiera, aunque él entendiera que era distinto, transmitía su propia visión. Con Fuerzas Armadas como las que teníamos en Chile, con una derecha de enorme poder mucho más allá de sus votos en el Congreso. Creo que fueron claves la falta de capacidad por ceguera ideológica de construir una coalición consistente y el uso de un lenguaje de división intensa, a pesar de que las condiciones, vistas desde hoy, aparecen viables.
Si uno miraba un poquito con distancia hacia al final del proceso, el déficit estuvo en la política, en la incapacidad de sentarse y arreglar las cosas. Pensaban que uno iba a ganarle al otro y no que iban a perder ambos dos. El otro tema es que, cuando emprendes reformas importantes, no puedes hacer todo al mismo tiempo, expropiar los bancos, reforma tributaria, expropiación de empresas y nacionalización del cobre sin pago de indemnización a Estados Unidos, con lo poderoso que era entonces. Por otro lado, se llevó adelante una política económica absolutamente irracional, el primer año la economía responde porque hay una expansión de la demanda y por la capacidad productiva ociosa, entonces Chile crece al 7 porciento con muy baja inflación, pero no hay nuevas inversiones. Es una política económica absurda. Por último, el desconocimiento y la desconsideración del factor internacional y del rol de Estados Unidos, de apreciar bien los márgenes que había en la Guerra Fría para hacer una transformación de este tipo. Hay un conjunto de factores que después los recoge bien el pensamiento de la Concertación.
Todos esos factores dificultaban la viabilidad del proceso.
Mi tesis entonces, es que el proyecto era viable en su diseño original y dejó de serlo porque la Unidad Popular no tenía una estrategia común y no bastó la muñeca de Allende, aunque él siempre confiaba mucho en su muñeca, ésta no dio para una transformación de esa magnitud.
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— Ex-Ante (@exantecl) April 16, 2025
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